Ahmad Rizal Habibi es uno de los supervivientes de la estampida que tuvo lugar este sábado en la isla indonesia de Java en un partido en el que el equipo Arema fue derrotado 2-3 por el Persebaya Surabaya.

La tragedia ha dejado al menos 125 muertos y más de 300 heridos, cuando los hinchas saltaron al campo porque su equipo había perdido

El hombre, de 29 años, cuenta cómo fue la sensación de estar ahí, entre tantas personas y rodeados de gas: «Fue como si mucha gente se metiera en un recipiente y luego les rociaran con gas lacrimógeno a través de un pequeño agujero».

El terrible suceso le ha dejado imágenes que jamás podrá olvidar: «Realmente me rompió el corazón cuando vi a muchos niños salir de la sala VIP con los ojos enrojecidos y dificultad para respirar«.

Ahmad recuerda que al principio no sabía qué estaba pasando, simplemente que había humo y que le picaban los ojos: «De repente, escuché gente gritando y explosiones. No sabía si eran petardos. Entonces sentí que me costaba respirar y que los ojos se me irritaban. Luego vi que salía humo de una esquina del stand».

La situación era dramática pero según sus propias palabras no sabía cómo ayudar: «Había muchas mujeres llorando. También vi a una mujer tirada en el suelo, sin respirar. Quería ayudar pero no sabía cómo».

La jornada había acabado mal para los afionados del Arema pero jamás se habían imaginado semejante desenlace: «Estábamos tristes porque (Arema) perdió, pero luego tuvimos que pagarlo con la vida de las personas».

«Parecía la guerra entre Ucrania y Rusia»

«Fueron escenas de guerra. Vimos personas morir en el vestuario». Así define a Efe los momentos de terror en el estadio Kanjuruhan el portero brasileño Adilson dos Santos, quien milita por el club Arema de Indonesia.

«Era un verdadero campo de batalla, eran escenas de guerra. Parecía la guerra entre Ucrania y Rusia y no un campo de fútbol. Solo había caos y pánico», resume conmocionado el jugador en una entrevista telefónica.

La espiral de violencia arrancó cuando unos 3.000 aficionados del equipo anfitrión, Arema, irrumpieron en la cancha tras una derrota 2-3 ante su rival de patio, Persebaya Surabaya, y chocaron contra las fuerzas de seguridad, que respondieron con bombas de gas lacrimógeno y cundieron el pánico entre los espectadores.

«Empezaron a traer algunos de los heridos más graves para el interior del vestuario. Vimos personas muriendo, yo entré en completo desespero», recuerda Santos en la isla de Java.

«Muchos estaban azules por la falta de oxígeno»

Nada más el pitido final, cuando la confusión ya se avecinaba, los jugadores, miembros de la comisión técnica y árbitros del partido rápidamente se dirigieron al vestuario, donde estuvieron confinados durante unas cinco horas hasta que la situación estuviera bajo control.

«Al principio sólo escuchábamos el ruido de las bombas (de gas lacrimógeno), de los golpes, gritos, el llanto y la gente rompiéndolo todo. Pero luego empezaron a traer a los heridos, algunos ya muertos. Muchos estaban azules por la falta de oxígeno y se morían delante de nosotros», rememora.

La tragedia alcanzó su ápice cuando los hinchas «mataron a uno de los policías», lo que llevó a una «dura respuesta» de los agentes, que lanzaron bombas de gas lacrimógeno contra la multitud y provocaron una estampida descontrolada que ha dejado a al menos 125 muertos, entre ellos 17 menores, y más de tres centenares de heridos.

«De repente, una nube de aquel humo tóxico se apoderó de todo el lugar. Y ahí se desató el caos. Muchas personas se cayeron, desmayaron, fueron pisoteadas, inhalaron todo ese humo«, dice Santos.

«No teníamos adónde escapar, estábamos esperando al momento en el que (los hinchas) vendrían a por nosotros. Fueron las peores horas de mi vida», agrega el futbolista, oriundo del sureño estado de Paraná y quien, a sus 32 años, defiende al club indonesio desde hace casi dos.

Cuando finalmente pudieron abandonar el vestuario de forma segura, aunque escoltados, los jugadores se encontraron con un «escenario brutal de caos total».

«Salimos y vimos todo el estadio damnificado, las personas ensangrentadas, otras en ‘shock’, otras intoxicadas atragantándose. Había muchos heridos, cuerpos tirados, coches quemados. Yo solo quería salir vivo», matiza Santos.

Medidas desproporcionadas por parte de la policía

Las imágenes de los graves disturbios ocurridos en el estadio de Kanjuruhan dieron la vuelta al mundo y generaron una ola de conmoción global, así como llamamientos contra la violencia en el deporte.

Asimismo, testigos y supervivientes han denunciado el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía, por lo que el gobierno indonesio anunció este lunes una investigación independiente para escrutar la presunta brutalidad de los agentes de seguridad.

Las autoridades también anunciaron una serie de medidas para reevaluar las reglas para la celebración de los partidos de fútbol e intensificar la seguridad en los estadios del país, conocido por la fuerte rivalidad entre los clubes y donde los brotes de violencia no son casos aislados.

Facebook Comments