Se han catalogado unos 1600 grandes volcanes en Venus. Un nuevo estudio identifica hasta 37 estructuras volcánicas activas, lo que indica que el planeta sigue estando geológicamente vivo. Es solo un ejemplo de uno de tantos planetas inhabitables para el ser humano.

De hecho, nuestro propio planeta, en sus inicios, también era un mundo de lava fundida totalmente inhabitable. ¿Y si pudiéramos recrear esas condiciones en la Tierra para estudiarlas? Eso es justamente lo que han hecho científicos de la Universidad de Cornell. Sus resultados han sido publicados en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

Dado que resulta imposible alcanzar exoplanetas (planetas que están fuera de nuestro sistema solar) con una sonda, han tomado los datos existentes de la composición atmosférica y de la superficie de 16 de ellos para sintetizar aquí en la Tierra sus entrañas.

Uno de esos planetas es 55 Cancri e, que se encuentra a unos 41 años luz de distancia, y se sitúa dentro de la categoría de «neptunos calientes» (planetas similares a Neptuno en cuanto a masa, pero situados a una distancia de su estrella menor a la que existe entre Mercurio y el Sol). Gracias a las observaciones del telescopio Spitzer, se estima que presenta una temperatura en su lado diurno de más de 1700 ℃.

Para lograr sintetizar el interior de estos planetas que no podemos visitar, tanto por su distancia como por sus condiciones extremas, los científicos combinaron meticulosamente datos de metalicidad de estrellas, algoritmos de modelado termodinámico y experimentos físicos para preparar diferentes conjuntos de lava sintética utilizando sustancias químicas como óxido de magnesio, óxido de hierro y dióxido de silicio. El resultado final fueron varias rocas ígneas porosas, magma cristalizado con vidrio y minerales que pueden tocar sin peligro.

Información sobre los orígenes de la Tierra

Finalmente, los astrónomos podrían usar los datos del equipo para interpretar los procesos internos de diferentes exoplanetas, como también entender mejor los primeros compases de nuestro propio mundo. Esta base de datos también será una valiosa herramienta para ayudar en la interpretación de espectros de mundos volcánicos que serán recolectados por el Telescopio Espacial James Webb y otras misiones.

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