Según las Naciones Unidas, en 2050 dos de cada tres habitantes de la Tierra vivirá en una gran ciudad, lo cual se traduce en un aumento de la población que quedará expuesta a los efectos de la contaminación del aire, una «emergencia de salud pública», en palabras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Amiente (PNUMA) que acaba cada año con la vida de siete millones de personas en todo el mundo y afecta al 80% de quienes viven en zonas urbanas. Son las conclusiones de un informe titulado Acciones sobre la calidad del aire, presentado en la II Asamblea General del PNUMA, celebrada en Nairobi del 23 al 27 de mayo de este año.

Según la OMS, el aire contaminado aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas (como neumonía) y crónicas, como el cáncer de pulmón o dolencias cardiovasculares. Aunque la contaminación afecta por igual a todo el mundo, su efecto es mayor entre las personas mayores, los niños y quienes padecen enfermedades.

En su informe, el PNUMA advierte de la pervivencia de elevados índices de contaminación del aire en todo el mundo, aunque incide en la dificultad añadida que tienen los países en vías de desarrollo, donde el acceso a energías limpias es todavía limitado. Por ejemplo, el estudio advierte de que todavía hay unos 3.000 millones de personas que utilizan cocinas que funcionan con combustión de carbón o biomasa (madera, excrementos de animales o residuos agrícolas), mientras que solo una cuarta parte de los países cuentan con la tecnología necesaria para reducir la contaminación de partículas contaminantes en los vehículos.

Unos 3.000 millones de personas todavía utilizan cocinas que funcionan con combustión de carbón o biomasa

«La contaminación del aire afecta cada día a más personas -afirma Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA-. La respuesta que estamos dando a nivel mundial es inadecuada. Sin embargo -aclara- existen numerosos países que están haciendo los deberes.»

La esperanza está en las energías limpias

En efecto, hay motivos para la esperanza, como demuestra que en 97 de los 194 países analizados en el informe ha aumentado el número de hogares con acceso a energías renovables. De estos, además, al menos 83 aplican incentivos o toman medidas para mejorar la eficiencia energética. El informe se hace eco de ejemplos como el de Noruega, donde las ayudas gubernamentales han disparado el uso de vehículos eléctricos hasta ocupar una tercera parte de la cuota de mercado del sector, o el de Brasil, donde gana fuerza la agricultura de conservación.

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