Como expresa nuestro compañero David Quammen en este artículo, «las migraciones son mucho más que un simple desplazamiento; es un viaje colectivo perfectamente organizado, con una recompensa que exige planificación y voluntad férrea inscritas en el instinto y los genes de las especies». Algunas especies se mantienen en el mundo en una suerte de equilibrio como el que describía Albert Einstein en una de las frases más célebres que se le atribuyen: «la vida es como montar en bicicleta, si te paras te caes». Una búsqueda continua de alimento, de una pareja con la que reproducirse, de una nueva oportunidad para sobrevivir; a veces, un retorno al hogar.

Las migraciones en el reino animal pueden ser sobrecogedoras. Por ejemplo, cada año a principios del mes de julio, rebaños de miles de ñus recorren en el sentido de las agujas del reloj, acompañados de antílopes y cebras, los 3.000 kilómetros que separan los pastos del Serengueti en Tanzania y de la Reserva de Masai Mara, en Kenia. Las mariposas monarca, vuelan más de 4.000 kilómetros desde Estados Unidos y Canadá, donde se reproducen, hasta los bosques del centro de México en que hibernan. Y cada año las grullas canadienses realizan un viaje de 8.000 kilómetros desde el suroeste de Texas hasta los territorios de la Columbia Británica o el Yukón, en Canadá.

Sin embargo, todas estas migraciones pueden quedarse cortas ante el descubrimiento realizado por un equipo de investigadores del British Antarctic Survey, quienes en un estudio publicado en el año 2022 han dado cuenta de la que es la migración más larga del mundo: la del charrán ártico -Sterna paradisae-,un pequeño ave de apenas unos 100 gramos de peso que se desplaza de polo a polo a la búsqueda de un verano constante.

Charranes árticos vuelan sobre un lago glaciar en Islandia

Para comprender los patrones migratorios de los charranes árticos, los científicos instalaron con éxito un pequeño dispositivo geolocalizador de tan solo 1,4 gramos en diversos ejemplares, dando cuenta de las rutas seguidas por estas aves, las cuales se desplazan desde Groenlandia hasta el mar de Weddell, en las costas de la Antártida, y luego regresan a sus lugares de reproducción.

La mejor ruta no es siempre la más corta

Los investigadores descubrieron que las aves no viajaron inmediatamente al sur, sino que pasaron casi un mes en el mar, en medio del océano Atlántico Norte, aproximadamente a unos 1.000 kilómetros al norte de las islas Azores. Después de esta larga escala, las aves continuaron su largo viaje hacia el sur por la costa del noroeste de África, pero alrededor de las islas de Cabo Verde, el comportamiento de las aves volvió a sorprender al equipo. Aproximadamente la mitad de las ellas continuaron por la costa de África, mientras que la otra mitad cruzó el océano Atlántico para seguir una ruta paralela hacia el sur por la costa este de América del Sur.

Los charranes árticos pueden vivir hasta los 34 años y realizan el viaje entre el Ártico y la Antártida 2 veces al año a lo largo de su vida adulta

Todas las aves pasaron los meses de invierno del norte en aguas antárticas. Curiosamente, en su largo viaje de vuelta, las aves no eligieron la ruta más corta de regreso a sus lugares de reproducción, en Groenlandia. En cambio, los charranes árticos trazaron un gigantesco patrón en ‘S’ hacia el norte a través del océano Atlántico, un desvío de varios miles de kilómetros hasta sus colonias de reproducción.

«Nuestro análisis muestra que el comportamiento de las aves está estrechamente relacionado con los parámetros físicos y biológicos a lo largo de la ruta de migración. Hicieron una pausa en su migración hacia el sur para pasar un tiempo en aguas altamente productivas en medio del océano Atlántico. En comparación con este lugar de escala, el área marina inmediatamente al sur tiene una productividad más baja», explica Carsten Egevang del Instituto de Recursos Naturales de Groenlandia. «El viaje de regreso indirecto en ‘forma de S’ en primavera indica que los charranes árticos también aprovechan al máximo los sistemas de viento globales predominantes para reducir los costos energéticos en su largo vuelo hacia el norte”, añade. Un viaje que demuestra una vez más lo acertado de esa famosa frase que dice que «a veces la mejor ruta entre 2 puntos, no es el camino más corto».

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