Somos polvo de estrellas. Somos el resultado de millones de años de evolución, producto de nuestro planeta Tierra y de miles de especies anteriores a nosotros. Somos fruto del pasado, de todo aquello que ha sucedido hasta nuestros días. Cargamos a nuestras espaldas conocimiento y ciencia, a hombros de gigantes. Nos enfrentamos al riesgo de perder nuestro origen, nuestra querida naturaleza y sus criaturas; aquello que lleva ahí desde el principio de los tiempos. Ya no hay manera de evitarlo, no podemos seguir ignorando el daño que le hacemos a nuestro planeta y la nueva generación debe hacer todo aquello que no se ha hecho en tantos años.

Es triste pensar que los ecosistemas de nuestro planeta están siendo destruidos lentamente por nosotros, los seres humanos que nos beneficiamos de ellos. La contaminación marina, la pérdida de biodiversidad, sequías con terribles consecuencias y efectos sobre el medioambiente que nos perjudican. Esta es nuestra realidad y afectará al relevo generacional, a aquellos que conformarán la sociedad del mañana. Un ejemplo son las olas de calor que tantas muertes prematuras causan. Según un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), debido al aumento de las temperaturas, la mortalidad en las próximas décadas por cambio climático ascenderá de forma considerable. Debemos ser conscientes de nuestras acciones para que exista la posibilidad de mejorar la situación, y la clave de esto se encuentra en la educación.

Aquel que no se informa de un tema corre el riesgo de caer en la ignorancia y la única manera de aprender es mediante la educación. Si no se educa a la nueva generación para saber qué debe hacer a la hora de lidiar con los diversos retos medioambientales, no podrá actuar de la forma adecuada. Afortunadamente, no es el caso. Los jóvenes de la actualidad tenemos una cercanía y conocimientos amplios respecto al cambio climático y todo lo que conlleva. Somos conscientes de que no tenemos mucho tiempo, que somos la generación decisiva. La Organización de Naciones Unidas (ONU) nos asegura que es necesario tomar medidas urgentes en un tiempo muy limitado. En el Acuerdo de París organizado por la ONU, se propuso reducir los gases de efecto invernadero un 45% para el 2030, una gran cifra para un tiempo récord.

Tantísimos años de cambio y de evolución para finalmente llegar a esto; estamos arruinando nuestro planeta. Tenemos las tecnologías y los conocimientos necesarios, pero necesitamos una generación comprometida con el cuidado del planeta, porque, si no se actúa como es debido, nos veremos ante una situación irreversible. ¿Podrán las futuras generaciones conocer los campos de Soria que describía Machado, ver el mundo a través de los ojos de Darwin o maravillarse con las características de cada ser vivo como lo hizo Aristóteles? Todo depende de esta generación, somos el futuro de nuestro planeta.

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