Una imagen que quedará siempre grabada en el recuerdo es la de las islas Lofoten cuando uno se va acercando en el ferri de Bodø, escoltado por frailecillos en vuelo rasante sobre el mar y alguna orca junto a su cría surcando las aguas. Un muro de piedra de islas montañosas se yergue ante nosotros con enormes picos y vertiginosas laderas de tonos ocre, verde o blanco, según la estación. Emergen verticalmente desde el mar hasta los 1.000 metros de altura con forma de molares agrietados o uñas de felino: Lofoten significa pies de lince.

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