Dentro del sector del transporte, uno de los que más emisiones de CO2 generan a nivel mundial es el transporte aéreo. De hecho, solo este tipo de transporte es responsable del 3,5% del dióxido de carbono que cada año se expulsa a la atmósfera, motivo por el que los científicos no cesan en la búsqueda de soluciones que hagan de viajar en avión un método de transporte más sostenible, algo que pasa, sin duda, por el combustible empleado por estos: el queroseno.

En este sentido, durante los últimos años no han parado de surgir numerosas iniciativas para reducir la emisiones producidas por los aviones. Por ejemplo, en enero de 2021, KLM se convirtió en la primera compañía aérea del mundo en realizar un vuelo comercial de pasajeros con una mezcla de 500 litros de queroseno sintético sostenible. También el año pasado, científicos de la Escuela Politécnica de Zúrich informaban de un nuevo método de producción de «queroseno solar» gracias a una planta solar capaz de extraer de la atmósfera el CO2 y el agua necesarias para su procesamiento.

Ahora, otro de estos métodos es el diseñado por Derek Vardon, un químico que el año pasado cambió 10 décadas de investigación en el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) para convertirse en director técnico de Alder Fuels, una startup que tiene como objetivo producir combustibles de aviación sostenibles (SAF por sus siglas en inglés).

Vardon tiene puesta su esperanza un líquido formado por una colección de moléculas cortas en forma de cadena llamadas ácidos grasos volátiles (AGV) procedentes de los desechos orgánicos en descomposición. Lo que el científico y su equipo ha logrado a partir de un proceso de varios pasos, es transformar estos AVG en queroseno de una manera casi tan barata como la versión a base de petróleo. Eso, si con la ventaja de que el carbono empleado para sintetizarlo procede de desechos orgánicos y vegetales, por lo que las emisiones netas de este queroseno de base biológica sería solo una fracción de las del combustible fósil.

El futuro de los combustibles de aviación sostenibles (SAF)

Hace ya varios años que cientos de empresas de todo el mundo están produciendo biocombustibles. Sin embargo, una critica común a este tipo de combustibles de origen vegetal u orgánico pasa por la escasa penetración que estos han tenido, por ejemplo, en el mercado de los automóviles, lo que hace a muchos preguntarse por las probabilidades de su éxito en el sector de la aviación.

Sin embargo, los investigadores defienden que en este caso las probabilidades de éxito son mucho mayores debido a la necesidad de la aerolíneas de encontrar formas de reducir su huella de carbono y las pocas alternativas viables para ello en la actualidad. Además, en los últimos años, los coches eléctricos movidos por baterías se han consolidado como la mejor alternativa en el sector del automóvil, pero debido al alto requerimiento energético que supone volar, es probable que los aviones sigan funcionado con combustibles líquidos durante mucho tiempo, ya que aportan mucha más energía por unidad de volumen.

Hoy en día la producción de SAF es de 100 millones de litros de combustible anual para una industria que consumió más de 360.000 millones de litros en 2019, antes de que la pandemia lo redujera a la mitad. Sin embargo, se cree que para el año 2030, el mercado de SAF puede crecer hasta 70 veces. La transición es lenta y vacilante, pero parece haber comenzado, como muestra la más de una docena de aerolíneas de todo el mundo se han comprometido a comprar colectivamente unos 21. 000 millones de litros de estos combustibles sostenibles para la aviación en los próximos años.

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