En la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Escuela, un menor de edad falleció a tempranas horas del día, mientras otros once menores luchan por sus vidas. El joven de 17 años fue ingresado al centro asistencial dos semanas antes y sus familiares ya no podrán verlo crecer.

Las nuevas variantes del coronavirus, especialmente la Delta, han azotado al mundo entero y llegado a Honduras, ante las cuales, los jóvenes y niños ya no son una excepción.

En Honduras, la Dirección de la Niñéz, Adolescencia y Familia, ha reportado la muerte de al menos 44 niños y más de 27,700 contagios de menores de edad, de los cuales aproximadamente un 50% son niños. El pasado mes de julio, el país alcanzó el pico más alto de contagios de menores de edad, con 4,479 casos.

Pese a la mortal amenaza real que representan las variantes del coronavirus, el incremento de casos y muertes, la falta de información estadística en medio de campañas de vacunación politizadas; el gobierno insiste en el retorno a clases, lo que indudablemente pondrá en mayor riesgo la vida de los menores y sus familiares.

Ante esta situación tan delicada, por la que está juego la vida de muchas personas, cabe preguntarse sobre cuáles son las responsabilidades de las autoridades y de los padres de familia.

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