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En la blogosfera podemos encontrar multitud de artículos y guías sobre cómo elegir un MBA y qué cualidades hay que buscar en él. Rankings aparte, no es de extrañar la abundante literatura ya que el máster, hoy día obligatorio para completar el ciclo de enseñanza universitaria en casi todas las ramas, suele ser un gasto importante hasta el punto de representar una de las inversiones más fuertes en la vida del profesional, que, de resultar mal elegida, tal vez nunca se llegue a recuperar.

Es difícil elegir de todas las bondades que vemos en la propaganda de escuelas de negocio y universidades y en los análisis de alumnos ilustres que han logrado los objetivos que supuestamente ayuda a conseguir uno de esos másteres. De todas las bondades que se pregonan de un MBA, como el networking, el conocimiento transmitido, el desarrollo de habilidades como el liderazgo o la capacidad de análisis, el aprendizaje de idiomas o la inmersión en la multiculturalidad si éstos se cursan en entornos internacionales, etc.

Esta es la norma, aunque a fin de diferenciarse, podemos encontrar todo tipo de ofertas y extravagancias en mbas para hacerse atractivos a los alumnos futuros. Algunos de los más prestigiosos mbas de Inglaterra ofrecen la epistemología como asignatura troncal, por poner un ejemplo, queriendo contradecir a Platón en aquello de “El filósofo nunca tripulará la nave”.

Pero de todas las virtudes que fomenta un mba la que el alumno debe buscar es la capacidad de pensar por sí mismo, no la de aprender, sino la de sacar conclusiones propias del estudio de unos hechos concretos y diseñar planes de conformidad con un escenario actual hipotético o real. Es decir, la estrategia.

Estrategia, en pocas palabras, es el proceso seleccionado a través del cual se prevé alcanzar un cierto estado futuro. La última palabra de la definición pone el foco en la importancia de la creatividad como herramienta para enfrentarse a lo desconocido, y la importancia del aprendizaje continuo de lo que está por venir.

Por tanto lo que tiene que buscar el alumno en un mba es que le abran los ojos respecto a la realidad empresarial, le enseñen a comprender los mecanismos de su funcionamiento, y sobre todo a diseñar soluciones para los problemas que acucian a los actuales consumidores, creando de este modo nichos de mercado futuros.

Y es que la estrategia nace de la analítica, cuando te digan que siempre pones problemas responde que ese es el primer paso para encontrar las soluciones, luego el espíritu analítico, y el crítico que le sucede son prerrogativas de la estrategia.

Luego hay que tener las agallas para exponer los problemas y sus posibles soluciones, y para motivar al personal a que realice el cambio de mentalidad adecuado para abordar dichas soluciones.

Estamos de acuerdo que el célebre “olfato para los negocios” es pura intuición y capacidad de observación que no se puede aprender en las escuelas de negocios, pero no cabe duda que, como decía el poeta Juan Ramón Jiménez que las musas te cojan trabajando. En el sentido de que un conocimiento empresarial estratégico estructurado es el mejor aliado del pensamiento disruptivo indispensable para llevar a buen puerto a las empresas de la actualidad.

Por todas estas razones el CEF.- ha preparado algunas modificaciones en su Máster en Dirección y Administración de Empresas (Executive MBA) proporcionando al alumno una visión más integral y estratégica que los tradicionales MBAs, enfocando las asignaturas desde el prisma de su importancia relativa en la estrategia corporativa.

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