La historia de la Liga de Campeones nos recuerda a menudo que no siempre el club más rico es el que gana. Es verdad que el campeón acostumbra a estar entre el top-5 de los que tienen más posibilidades económicas pero también es muy habitual ver a equipos como el Borussia Dortmund que se cuelan entre los semifinalistas y, como sucede en esta edición, incluso en la final.

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Esta circunstancia debe llevar al Barça a la bonita reflexión de que el dinero es importante pero no vital para llegar al éxito. Desde luego es mejor disponer de él ya que puede ayudar a recortar los procesos -por supuesto, si se usa con criterio- y por eso es tan importante que el empeño de la Junta alcance sus objetivos. Sin embargo, existe un motivo para la esperanza que debe llevar al club a una reflexión muy profunda y que tiene que ver con el balón.

Es evidente que el martes muchos aficionados del Barcelona descubrieron por primera vez a futbolistas del Borussia (peores que los azulgrana) que el 1 de junio van a jugar la final de la Liga de Campeones. Los hay, incluso, que ya claman por fichar a alguno de ellos. Por supuesto, este no es el camino. Ni tampoco echar a casi todos los jugadores que forman parte de la actual plantilla, todos con un nivel muy superior al exhibido durante esta decepcionante temporada. Tampoco tiene mucho sentido sacar a relucir nombres de futbolistas magníficos que difícilmente van a llegar a Barcelona ni, incluso, ilusionar de manera interesada con el ascenso de más jóvenes del filial que, por cierto, están haciendo una extraordinaria temporada. En verano habrá un poco de todo pero, una vez más, para el Barcelona el secreto del éxito no reside en los nombres sino en el juego y por eso el foco va a volver a iluminar al entrenador.

Desde su soledad, sin grandes referentes a los que acudir, el crecimiento como técnico de Xavi solo puede llegar a partir de lo que le aporte su propia experiencia. Johan Cruyff y Luís Aragonés no viven para aconsejarle sobre gestión de equipo y, como a Pep Guardiola ni lo considera, tampoco va a disponer de una orientación diferencial en la gestión del juego. Su staff, además, inexperto y sin ascendencia sobre los futbolistas, tampoco puede ayudarle para dar un salto de calidad inmediato. ¿Es esto decisivo para no creer en el éxito? Pues depende de Xavi.

Este año (casi) todo le ha salido mal pero dispone de otra oportunidad para aplicar, a partir de la generosidad, autocrítica, respeto y humildad en sus comportamientos un cambio de mentalidad que se aleje de las excusas -partidos de 60 minutos y big data ante Real Madrid y Girona, incluidos- y que provoque un fútbol que le haga feliz a él y a los aficionados del Barcelona. Sin más. Usted decide si creer o no creer. El tiempo hará el resto…

 

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