Los elefantes, a las pocas horas de nacer, ya son capaces de caminar; pero sus trompas no son tan fáciles de usar como sus patas. Los bebés elefantes, durante sus primeros meses de vida, se acostumbran a alimentarse de la leche de su madre y hasta mucho después, no empiezan a necesitar la trompa para comer. ¡Pero todo llega!

Por eso, los elefantes aprenden durante su infancia a manejar y coordinar todos los músculos que forman sus trompas -en un torpe (y adorable) período de trompeteos y estornudos-, hasta que, finalmente, consiguen dominar su particular nariz, que les permite beber, recoger comida o para comunicarse entre ellos.

 

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