Si uno piensa en bonobos probablemente le vendrá a la mente unos primates desenfadados, poco proclives a la violencia y que resuelven sus diferencias a través de la cooperación, o incluso el sexo. Sin embargo, esta idea pacifista y algo antropocéntrica con la que la comunidad científica ha vinculado a estos primos hermanos de los chimpancés desde hace decenas de años tiene en realidad muchos matices. Los bonobos prefieren la cooperación a la confrontación. Sí, pero no siempre son tan pacíficos como parece. De hecho, también pueden mostrarse agresivos, y no dudan en demostrarlo siempre que sea necesario… Además, les funciona, por lo menos en cuanto a sus hábitos reproductivos se refiere, y es que los machos menos pacifistas son los que atesoran mayores índices de éxito reproductivo. Eso mismo es lo que ha documentado un equipo científico en una investigación publicada recientemente en la revista especializada Current Biology.

Aunque en la literatura científica existen numerosos estudios que habían investigado los comportamientos agresivos estos primates poco habituados al conflicto, hasta ahora esta es la primera investigación que compara directamente a estas dos especies. Sus conclusiones son, cuanto menos, sorprendentes, pues cambia radicalmente la idea que teníamos de los primates teóricamente pacifistas, cuyo comportamiento difiere mucho al de sus primos hermanos, los chimpancés.

Pero antes de pormenorizar en las conclusiones de esta nueva investigación, conviene recordar por qué los bonobos son conocidos como los “chimpancés pacifistas”, o incluso, los “miembros más hippies de la familia de los primates antromorfos”. En primer lugar, aunque ambos primates descienden de un antepasado común, se diferenciaron hace unos 900.000 años. Bonobos y chimpancés tienen una altura similar, pero los primeros son más altos y tienen las patas más largas. Además, su cabeza, arco superciliar y orejas son relativamente más pequeñas. Pero lo que más diferencia a unos y otros primates son las sociedades que forman. Las comunidades de chimpancés están dirigidas por un macho dominante, que adquiere esta posición -y la conserva- intimidando a otros congéneres del mismo sexo. Al contrario, las comunidades de bonobos están dominadas por las hembras, que no dudan en compartir, en lugar de imponer, el poder, incluso con los miembros más jóvenes.

Las comunidades de chimpancés están dominadas por machos, mientras que en las de bonobos son las hembras las que mandan.

Además de la diferencia de comportamiento, bonobos y chimpancés también habitan distintas zonas del bosque. En concreto, cada uno vive en una orilla del río Congo. Una de las teorías sobre la diferenciación entre bonobos y chimpancés apunta a que estos últimos debían competir con los gorilas por los alimentos, con lo que se vieron obligados a comportarse de un modo más agresivo que sus vecinos, que podían vivir más relajados. Otra hipótesis sugiere que el ancestro de chimpancés y bonobos ya prefería la cooperación a la confrontación, y que fueron los chimpancés los que evolucionaron de tal manera que adquirieron hábitos distintos, entre ellos, probablemente, las conductas de dominancia. Ello explicaría, por ejemplo, las habilidades de estos primates para usar herramientas, un comportamiento documentado por primera vez por la primatóloga Jane Goodall en Gombe en la década de 1960 y del que hasta la fecha no ha sido visto en los bonobos.

Los resultados del nuevo estudio no refutan ninguna de estas teorías, aunque sí que las matizan. Los bonobos son menos agresivos que los chimpancés, aunque ello no significa que sean pacifistas, lo que obliga a replantearse, aunque sea parcialmente, la concepción que todos tenemos sobre estos primates. “Hay rasgos de los bonobos que pueden considerarse pacíficos en comparación con los chimpancés, como su capacidad para organizar grupos, la ausencia de infanticidios o matanzas de semejantes y la coacción sexual de las hembras por parte de los machos. Sin embargo, nuestro estudio muestra una comprensión más matizada en cuanto a agresiones se refiere”, explica la primatóloga Maud Mouginot, autora principal del estudio a National Geographic España a través del correo electrónico.

Para realizar el estudio, el equipo de científicos realizó un trabajo de campo en tres comunidades de bonobos y dos de chimpancé localizados en la República Democrática del Congo y en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, el mismo lugar donde trabajó Jane Goodall hace más de 50 años. Para ello, rastrearon el comportamiento de cada individuo durante una jornada entera y anotaron la frecuencia con la que se comportaban de forma agresiva.

En el caso de los bonobos, las disputas se producían entre individuos, no entre comunidades

Comprobaron que los machos de bonobo eran más agresivos hacia otros machos, mientras que los de chimpancé eran más propensos a atacar a las hembras. También descubrieron diferencias de comportamiento social. Así, los chimpancés establecían coaliciones con mucha más probabilidad (un 13 % frente a un 1% en el caso de los bonobos, que preferían agredir individualmente). De este modo, dedujeron que estos primates parecían estar evitando esos conflictos grupales, algo que alegan a que es probable que estos primates consideraran los posibles efectos adversos de esos comportamientos, como el debilitamiento del grupo, lo que podría ser contraproducente a la hora de someter a otros colectivos. En el caso de los bonobos, las disputas se producían entre individuos, no entre comunidades, con lo que no tenían estos problemas.

¿Por qué los bonobos, unos primates habituados a la estrecha colaboración social, elegían pelearse entre individuos? Según Mouginot, la cuestión parece estar relacionada con los costes y beneficios de este comportamiento. Así, las coaliciones entre machos de chimpancés son muy útiles para la defensa del territorio, por lo que un comportamiento agresivo podría debilitar el grupo, algo contraproducente si se quiere dominar a otro. En el caso de los bonobos, los machos no parecen defender un territorio, por lo que el coste de agredir a otro macho podría ser menor. Eso sí, mientras que los chimpancés las conductas agresivas en ocasiones se saldan con vidas, los bonobos nunca llegaban tan lejos.

Los machos más agresivos tenían más éxito con las hembras

Otro de los hallazgos sorprendentes apunta a la relación entre los comportamientos y el éxito de apareamiento. Los autores del estudio descubrieron que los machos más agresivos tenían más éxito con las hembras, algo curioso en una especie en la que dominan las hembras. En gran medida, los vínculos entre ellas resultan primordiales en el mantenimiento de las sociedades de bonobos. 

¿Significa esto que ellas prefieren a los ‘malotes’? “Nuestros datos no nos permiten deducir que así sea,  aunque tampoco nos dice que prefieran los más pacíficos -arguye Mouginot- en respuesta a nuestra pregunta”. Según explica la experta, es posible que los machos más agresivos alejen a otros machos y pasen más tiempo relacionándose con las hembras, algo sobre lo que ya apuntaban algunos estudios de estos primates.

 

Con estos datos sobre la mesa, no podríamos decir que los nuevos datos han cambiado radicalmente la imagen que teníamos de los bonobos, aunque sí que puntualizan algunos comportamientos atribuidos a esta especie. Estudios anteriores realizados a partir del análisis de muestras de heces y orina habían identificado niveles altos de cortisol (una hormona relacionada con el estrés) en las deposiciones de algunos machos de bonobo, especialmente en miembros de alto rango en presencia de hembras en celo, lo que significa que en algunas ocasiones ellos no siempre tenían una vida tranquila y desenfadada, sino que a veces también se estresaban. No sería inconcebible pensar que en algunas ocasiones estos animales pudieran recurrir también a la violencia –y no solo al sexo- para resolver los conflictos.

Por lo tanto, más que cambiar radicalmente nuestra concepción sobre las características de los bonobos, la nueva investigación parece indicar que cada especie desarrolla un tipo distinto de agresión. “En los chimpancés, los machos forman coaliciones, algo que rara vez hacen las hembras. En los bonobos, es al revés. Son las hembras las que se alían entre ellas, algo que rara vez hacen los machos. -explica Mouginot- De este modo, si un macho actúa de forma agresiva contra otro, puede enfrentarse a represalias que amenacen su posición dominante en el grupo, o incluso podría ser perjudicial para una posible coalición en defensa del grupo. Algo que no importan a los bonobos, que son mucho más individualistas”.

Cuando volvamos a dirigir una mirada a estos curiosos primates de la orilla izquierda del Congo, famosos desenvolver sus problemas con sexo, en lugar de violencia, es posible que ya no veamos en ellos la quintaesencia del ‘haz el amor y no la guerra’, sino simplemente una versión menos agresiva que sus primos hermanos, los chimpancés. Quizá la violencia no sirvió a los bonobos como requisito para garantizar la supervivencia del grupo, pero eso no significa que eviten recurrir a ella si obtienen réditos reproductivos, que al final es lo que interesa para la supervivencia, máxime en una especie amenazada de la que quedan pocos miles de ejemplares.

 

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