Más grande que la Tierra pero más pequeño que Neptuno, rocoso y con un océano bullente de lava. Así es 55 Cancri e, un exoplaneta que orbita a tan solo 2,25 millones de kilómetros de su estrella, mucho más cerca que Mercurio con respecto al Sol, que se encuentra a 41 años luz de nosotros y que fue descubierto hace 20 años por el McDonald Observatory de la Universidad de Texas en Austin.

Desde entonces, han sido numerosas las investigaciones que han indagado en la composición y características de este cuerpo celeste, también conocido como «planeta infierno» por sus mareas de magma: por ejemplo, gracias a los datos extraídos por el ahora retirado Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, se supo que 55 Cancri e solo tarda 18 horas en dar la vuelta a su estrella, y que siempre lo hace ofreciéndole la misma cara, como ocurre con la Luna cuando orbita la Tierra.

Sin embargo, no ha sido hasta ahora cuando la comunidad científica ha dado con la primera evidencia sobre la existencia de su atmósfera. Observaciones con el telescopio espacial James Webb de NASA/ESA/CSA han revelado que, tal y como se había sugerido anteriormente en estudios sin conclusiones firmes en este sentido, una capa de gases atmosféricos rodea a 55 Cancri e

El descubrimiento ha sido publicado en la revista Nature y representa el primer caso confirmado de atmósfera en un exoplaneta rocoso, tras años de basculaciones entre distintas hipótesis. «He trabajado en este planeta durante más de una década», señaló en el comunicado oficial Diana Dragomir, investigadora de exoplanetas de la Universidad de Nuevo México y coautora del estudio, «estoy encantada de que finalmente estemos obteniendo algunas respuestas».

el exoplaneta estaba más frío de lo esperado

A lo largo de los últimos 20 años, se estima que los astrónomos cambiaron de opinión 55 veces en relación a la atmósfera de 55 Cancri e, según se explica en el comunicado de la revista científica. Pero un solo detalle fue capaz de guiar el estudio hasta las conclusiones que recientemente se han obtenido.

Después de que en 2011 se confirmase, gracias al Telescopio Espacial Spitzer, que este exoplaneta no era un gigante gaseoso -como Júpiter- sino una supertierra rocosa, el instrumento infrarrojo medio (MIRI) del Webb detectó que, para lo cerca que se encontraba el cuerpo celeste de su estrella, era más frío de lo esperado.

A esa distancia, los expertos calcularon que la temperatura de su lado diurno -la cara de 55 Cancri e que siempre mira hacia su estrella- debía rondar los 2.200 grados Celsius. Sin embargo, cuenta Renyu Hu, Doctor en Ciencia Planetaria del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y líder del estudio, “los datos MIRI mostraron una temperatura relativamente baja de alrededor de 1.540 grados Celsius».

«Esta es una indicación muy fuerte de que la energía se está distribuyendo del lado diurno al nocturno, muy probablemente por una atmósfera rica en volátiles», añadió. En otras palabras, a partir de los datos obtenidos por los instrumentos infrarrojos, los investigadores observaron una disminución de la luz que llegaba al microscopio, lo que sugirió «la presencia de una atmósfera que contiene monóxido de carbono o dióxido de carbono, los cuales absorben estas longitudes de onda de luz», indican los autores.

Primer registro de un exoplaneta rocoso con atmósfera

A diferencia de las atmósferas de gigantes gaseosos, que son relativamente fáciles de detectar, las atmósferas que rodean a los planetas rocosos siguen siendo difíciles de alcanzar. Es gracias a los instrumentos infrarrojos del James Webb que se pudieron medir cambios sutiles en la luz de todo el sistema a medida que el planeta orbita la estrella, informó EuropaPress. 

Así, además de constituir el primer registro de un exoplaneta rocoso con atmósfera, otro de los hallazgos significativos en este estudio fue que la de 55 Cancri e no era una atmósfera ligera rica en hidrógeno. Al contrario de lo que se creyó anteriormente, esta es densa y, por lo tanto, similar a las presentes en la Tierra, Venus y Marte, los planetas rocosos de nuestro Sistema Solar.

Con esto, la importancia de la existencia de una atmósfera en 55 Cancri e radica en que, si bien este exoplaneta no puede albergar vida por estar envuelto en magma, su investigación puede ofrecer pistas sobre el pasado de la Tierra, que no solo es también un cuerpo celeste rocoso, sino que, además, hace unos 4.500 millones de años, también fue una gran bola ardiente de roca fundida.

Facebook Comments