Apareció en el barrio Amancay, en el km 64 de la Ruta 8 de Pilar. Corría apresurada detrás de un carro de cartoneros junto a un grupo de perros. “Ojalá pudiera hacer algo por ella, se ve bastante deteriorada”, pensó Humber mientras veía cómo la delgada galga se alejaba por el camino. No era la primera vez que se preocupaba por un animal en riesgo. Y, aunque su casa -que desde hace varios años también funciona como refugio autogestionado para los cuatro y dos patas más necesitados- está ya repleta de animales de diferentes especies, sintió que quizás habría un lugar especial para aquella perra.
Al día siguiente, como si el universo hubiera escuchado su deseo, la galga apareció justo en la puerta de su casa. No lo dudó y de inmediato la entró para ofrecerle comida, agua fresca y un lugar tranquilo, cómodo y abrigado donde pudiera descansar. Quién sabe hacía cuánto no podía darse el lujo de dormir sin sentir que el peligro respiraba sobre cada centímetro de su golpeado cuerpo.
Una vida de explotación
De inmediato Humber y su esposa Priscila -que con mucho esfuerzo mantienen por sus propios medios el refugio que bautizaron La Granja de Choclito– pudieron leer en las marcas de su piel, los estragos que el maltrato y la explotación habían dejado. “Tenía unos cinco tumores de mama y uno especialmente peligroso que se le había extendido a la pata y le comprimía todo el paquete vascular nervioso de ese miembro. Además le diagnosticaron erliquia (una enfermedad transmitida por garrapatas que afecta a los perros alrededor de todo el mundo) y una desnutrición importante”.
El cáncer de mama es la neoplasia más frecuente en perras, se da comúnmente en hembras enteras, superando hasta 3 veces la incidencia que se presenta en mujeres. Aunque la enfermedad existe también en machos, la incidencia es cien veces menor. En las perras jóvenes es más común la neoplasia benigna, y estas pacientes están más predispuestas al cáncer en un futuro. Según los expertos, es muy común escuchar que las hembras que no han tenido cría tienen mas probabilidad de padecer cáncer de mamas. Sin embargo, está documentado desde hace mucho tiempo que la pseudopreñez, el numero de partos, la edad del parto, o los ciclos estrales en hembras adultas, no son factores de riesgo del cáncer.
Sí es un factor determinante la castración precoz: el riesgo de cáncer de mama es menor a 0.05% cuando se castra a las perras antes del primer celo, de 8% entre el primero y el segundo celo y de 26% luego del tercer celo. Es decir que las perras castradas luego del tercer celo tienen un riesgo 520 veces mayor de padecer cáncer de mama que las castradas antes del primer celo.
“Es una perrita muy especial”
Guita comenzó su tratamiento para la erliquia y fue operada en una compleja y larga cirugía en la que se extirparon los tumores y que incluyó una reconstrucción estética por el veterinario Pablo Hall. “Esta atravesando el posquirúrgico con analgésicos y medicación. Algo que llama la atención, más allá de su estado general, es que Guita tiene el corazón agrandado. Por eso suponemos que la usaban para cazar liebres o para carreras de galgos. A eso se suman unos siete años de embarazos y partos ininterrumpidos”, dice con dolor Humber. Esas son las razones por las que no pueden saber exactamente qué edad tiene. El deterioro de Guita es tal que parece una perrita anciana.
Por delante, Guita tiene un ciclo de seis sesiones de quimioterapia (cada una tiene un valor de $160 mil pesos) y una recuperación lenta, que llevará más de un año. “Es una perrita muy especial y queremos darle la oportunidad que nunca tuvo. Es puro amor, de movimientos suaves, dulce y agradecida. Duerme con Poggi, el pollo rescatado de un camión que se dirigía al matadero, pasa tiempo con los gatos, va a la veterinaria y no tiene problema. Se deja curar y no se queja. Tiene una energía única. Confiamos en que se recuperará y, en unos meses, podrá encontrar a la familia que la ame y respete para toda la vida”.
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