“Desde el principio, Louis Marin se ocupó de textos y de imágenes”, dijo este jueves a la tarde, en el Museo Mitre (San Martín 336), el historiador francés Pierre-Antoine Fabre (1957) en la presentación de la compilación de ensayos El arte del retrato, publicado por la editorial SB en la colección Paradigma Indicial, y que funciona como un umbral a la obra del filósofo, historiador del arte y semiólogo francés que nació en 1931 en Grenoble y falleció, a los sesenta años, en 1992, en París.

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Sus ideas sobre la representación durante el periodo clasicista, en relación con la pintura de Nicolas Poussin o Philippe de Champaigne, la literatura y el poder alumbraron la obra de pensadores como Jacques Derrida, Michel de Certeau, Daniel Arasse, Jean-François Lyotard y Georges Didi-Huberman (del que fue director de tesis doctoral, al igual que de Fabre).

El encuentro estuvo auspiciado por la Fiesta Internacional de la Historia Buenos Aires (Fihba), que se realiza desde 2019, y contó con la presencia de la directora del Museo Mitre, la licenciada Gabriela Mirande Lamedica; el editor de SB, Andrés Telesca, y las historiadoras Florencia Gallego y Viviana Piciulo, que destacaron la importancia de la visita de Fabre al país y anunciaron el lanzamiento del Centro de Estudios Jesuíticos en la Argentina (que será apadrinado por Fabre, un experto en el tema).

El libro, con traducción del historiador mexicano Jorge Rizo, lleva un prólogo del historiador francés Roger Chartier. Cuesta $ 17.800. Fabre destacó que Marin, para escribir sus ensayos, empleaba “una lengua del siglo XVII, de amplia respiración” y recordó que en su último escrito, “Acontecimientos de contemporaneidad”, evocaba una visita al museo histórico de su ciudad natal, en la adolescencia, donde pudo ver una obra de Philippe de Champaigne, uno de sus “pintores de referencia” junto con Nicolas Poussin, Caravaggio y Paul Klee.

Para Marin, explicó Fabre en su conferencia, la representación conlleva por un lado la idea de sustitución, donde la imagen está en lugar de otra cosa, y, por otro, una intensificación de la presencia de aquello que se representa. Por este giro “trascendental”, el retrato de un rey implicaría para quienes lo contemplan hallarse ante el rey y su dominio. A su vez, el artista “domina” la imagen de aquel al que representa en la obra. “El retrato es una figura fundamental de la imagen, en la pintura, y también una noción muy literaria”, recalcó Fabre, y lo vinculó con la antigua tradición bizantina de la pintura de iconos. “En la imagen hay una rivalidad permanente entre dos instancias: el retrato y la pintura narrativa”, señaló.

Marin se interesaba particularmente en las “fronteras” de la imagen y los textos, detalló el conferencista, y dio como ejemplo los frontispicios de los libros, donde se ven grabados y viñetas. “Por su interés en las imágenes, Marin no fue un historiador propiamente dicho, ni tampoco un historiador del arte; fue quizás un filósofo que no produjo libros de filosofía. Prefiero verlo como un ‘semiólogo inquieto’, un poeta del signo, que no tuvo una mera relación instrumental con imágenes y textos”, definió así a su maestro.

El autor de El arte del retrato se convirtió desde la década de 1970 en una referencia esencial para entender las relaciones entre imágenes y textos; entre lo visible y lo legible. “En El arte del retrato se encuentran privilegiados los intercambios y entrecruzamientos entre el discurso y la imagen, entre el leer y el ver -escribe Chartier en el prólogo-. Para Marin, las palabras pueden pintar y los cuadros pueden leerse. Los dos primeros textos del libro ejemplifican este quiasmo que supera la heterogeneidad semiótica entre lo escrito y lo icónico. Montaigne se ‘pinta’ en su libro, como si los Ensayos fuesen un espejo de tinta, en tanto que Poussin se autorretrata como si el pintor fuera un escritor, como si su lápiz fuera una pluma”.

Además, el volumen incluye ensayos sobre los “fines últimos” de la pintura (según las prescripciones del círculo nucleado en la abadía de Port-Royal), la “gramática real del rostro”, los alcances de Utopía de Tomás Moro y los cuentos de Charles Perrault. Para Fabre, que dirigió el Centro de Antropología Religiosa Europea en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (Ehess, por sus siglas en francés) y se desempeña como director de Estudios en esa institución, la compilación constituye “una travesía por los trabajos de Marin, bajo el ángulo determinante del retrato”. El archivo de Marin se encuentra en el Instituto Memorias de la Edición Contemporánea.

En 2015, el sello Fiordo había lanzado Destruir la pintura, donde el autor aborda con su elegante estilo filosófico la “polémica” entre Poussin y Caravaggio, en el siglo XVII. En español también se consiguen Utópicas. Juegos de espacios (donde pone en tensión las tesis de Moro, planos de ciudades del siglo XVII, Disneylandia y escritos de Borges) y el pionero Escritos semiológicos. La lectura de la imagen.

 

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