ROSARIO. Las relaciones entre los narcos rosarinos de distintas bandas, presos en penales federales, empiezan a aparecer con mayor claridad. Este jueves la Policía Federal, tras una extensa investigación de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) detuvo a diez personas que actuaban bajo un mismo objetivo y en coordinación para el tráfico de grandes cantidades de droga y para lavar luego el dinero. Pertenecen a dos grupos diferentes, pero que ahora actúan unidos, como los liderados por Esteban Alvarado y Julio Rodríguez Granthon, un expiloto peruano que fue proveedor de cocaína de Los Monos. Ambos están presos actualmente en penales federales de Ezeiza y Marcos Paz, respectivamente.

Alvarado fue identificado por las autoridades de Santa Fe como el gestor de los ataques “terroristas”, como los calificó el gobierno tanto provincial como nacional, que provocaron a principios de marzo la muerte de cuatro trabajadores elegidos al azar, entre ellos, dos taxistas, un colectivero y un empleado de una estación de servicio.

Golpe a la banda del narcopiloto peruano Julio Rodríguez Granthon

Con un fuerte despliegue de fuerzas policiales, el martes fueron detenidas siete personas –entre ellas, tres menores– por estar sospechadas de ser autores materiales de estos cuatro crímenes. La investigación apunta a que Alvarado tramó este ataque en coordinación con otras terminales mafiosas, como las que lideran Claudio Mansilla, alias Morocho, y Alejandro Núñez, conocido como Chucky Monedita. El móvil por el cual Alvarado ordenó esta serie de asesinatos, como analizan en la administración de Maximiliano Pullaro, aún es un misterio, aunque se baraja como hipótesis principal la de golpear al gobierno provincial.

En la investigación que llevó adelante la Procunar desde hace un año se logró identificar una serie de maniobras de tráfico de drogas a gran escala y de lavado del dinero que se obtenía con esta estrategia delictiva. Uno de los que aparece como el nexo entre las dos bandas, la de Alvarado y la de Granthon, es Jorge Benegas. Este hombre fue desde hace tiempo testaferro del jefe narco rosarino en varios de sus emprendimientos, como la empresa logística que había montado en el barrio de Fisherton.

Valeria Nasca, pareja de Benegas, fue asesinada en mayo de 2023 en uno de los galpones donde guardaban los camiones de la organización. Esta mujer de 45 años había sido condenada junto a su marido en octubre de 2021 por lavar dinero de Alvarado. En esa oportunidad, Benegas fue condenado a cinco años de prisión. Desde el año pasado se encontraba en libertad.

Benegas fue detenido este jueves en una mansión de Maiztegui 2727, en Funes. Ese lugar ya había sido allanado por la Tropa de Operaciones Especiales a pedido de fiscales provinciales en 2019.

“Pudo determinarse que Benegas participó en maniobras de apoyo logístico a la organización, proveyendo de vehículos a los empleados de Rodríguez Granthon. Así también fue observado conduciendo el camión Scania R400″, uno de los vehículos de gran porte atribuidos a la banda del peruano.

Los galpones de Funes

Esta causa, que derivó en una serie de allanamientos y de diez detenciones este jueves, comenzó en mayo de 2023, cuando en un galpón en la localidad de Funes, ciudad vecina a Rosario, la Policía Federal secuestró 567 kilos de marihuana. Esa droga, según la investigación, era manejada por Julio Rodríguez Granthon desde el penal de Marcos Paz, donde está preso por varias causas, entre ellas tráfico de estupefacientes, homicidios y lavado de dinero.

Los fondos que obtenían con el tráfico de cocaína eran destinados a inversiones para lavar el dinero, a través de distintas herramientas comerciales y financieras. Benegas, según la investigación, era el encargado de ajustar la logística de las operaciones narco.

El 15 de octubre de 2020, el expiloto de origen peruano compró junto a su novia, Paola Ramos, un terreno por 1,2 millones de pesos que administraba el padre del jefe narco Francisco Rodríguez Villarreal, quien fue detenido este jueves. El lote estaba ubicado en la localidad de Alvear, al sur de Rosario, y allí la familia invirtió 128.000 dólares para construir una casa de 230 metros cuadrados. Luego adquirieron tierras cerca de la cárcel de Piñero, a unos 25 kilómetros de Rosario, y en Funes, donde vivía la pareja y el padre de Rodríguez Granthon.

El padre del jefe narco tiene 63 años y es un exabogado del Ejército peruano. En los allanamientos fueron secuestrados 24 vehículos, muchos de ellos camiones y semirremolques y se embargaron cinco propiedades, entre otras medidas para congelar el patrimonio de los sospechosos.

El regreso del Delfín

En los allanamientos ordenados por la justicia la PFA secuestraron además seis panes de cocaína con la particularidad de que la droga estaba embalada en paquetes amarillos con el logo del delfín, un rasgo que se repite desde hace meses en operativos en distintos puntos del país, como ocurrió la semana pasada en la Triple Frontera.

El lunes pasado, en un retén en la zona de Monte Quemado, en Santiago del Estero, Gendarmería secuestró en una ambulancia, que iba desde Salta a Buenos Aires, 134 kilos de cocaína, cuyos panes tenían el logo de un delfín en bajorrelieve.

Esta nueva relación entre Benegas y Granthon abre interrogantes. Si se trata de una alianza o de un nuevo emprendimiento comercial que inició el extestaferro de Alvarado con otro jugador del narcotráfico rosarino.

La última condena que enfrentó Rodríguez Granthon fue a prisión perpetua por ser coautor del crimen del exconcejal rosarino Eduardo Trasante. Granthon se transformó en los últimos años en uno de los engranajes claves del narcotráfico en Rosario, y comenzó desde hace por lo menos cinco años a aparecer en investigaciones judiciales de peso, tanto en el fuero provincial como federal.

No es la primera condena que tiene sobre sus espaldas el narco de origen peruano, considerado uno de los proveedores de cocaína de las principales bandas criminales de Rosario. En diciembre de 2023 Granthon fue condenado a 21 años en la causa llamada “cuevas blancas”, en la que se detectó cómo el dinero que recaudaban sus soldaditos en los búnkeres de venta de droga en el barrio Villa Banana terminaban en una cueva financiera, donde el extitular de Terminal Puerto Rosario Gustavo Shanahan los cambiaba por dólares.

 

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