¿Se puede tocar una obra de Van Gogh? “Sí, claro”, es la respuesta unánime de las autoridades de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Aamnba). Al menos las dos reproducciones que se exhiben hasta el 1 de agosto en su sede de la Avenida Figueroa Alcorta 2270, certificadas y donadas por el Museo Van Gogh de Ámsterdam, desde donde se enviaron muy bien embaladas.

Solo un experto podría notar la diferencia con las pinturas originales, ya que son copias que respetan la textura tridimensional de las pinceladas, como las que se exhibieron el año pasado en la muestra inmersiva Meet Vincent van Gogh, en el Campo Argentino de Polo.

Una de ellas es nada menos que la famosa Almendro en flor: la que realizó en 1890 para su sobrino, cuando el artista holandés se enteró de que su hermano Théo tendría un hijo con su flamante esposa, Johanna “Jo” Bonger. La pareja decidió llamarlo Vincent, como su tío. La otra es Maleza, de 1889, pintada meses después de que se cortó la oreja izquierda tras amenazar a Paul Gauguin con una navaja, y se la dio a una prostituta envuelta en papel de diario.

Las versiones didácticas de ambas obras contribuirán ahora a que “la distancia entre el público y la obra sea cada vez más corta”, dicen desde la Aamnba, ya que participarán de un programa educativo titulado Latidos del arte, impulsado desde el año pasado junto con el Museo Van Gogh y DHL. Tras una capacitación gratuita para más de mil docentes, mediadores y guías de museos de todo el país, durante la cual se abordaron aspectos fundamentales de la vida del artista como la identidad, la realización de los sueños y la autosuperación, en mayo les llegará el turno a los alumnos de escuelas primarias.

“Vamos a aclararles muy bien por qué estas obras se pueden tocar y otras no, y a vincularlas por ejemplo con el disco Artaud, de Spinetta –dijo a LA NACION Mariano Gilmore, coordinador del área de Educación de la Aamnba, que organizará las visitas guiadas-. Para que sepan que el arte es como la música, una película: no necesitás que te lo expliquen”.

Tampoco es necesario explicar el rol clave que tiene la Aamnba en el apoyo sostenido durante casi un siglo a uno de los museos más importantes de América Latina, que en 2023 se reflejó en aportes equivalentes a 185 millones de pesos. Con 3000 socios de todas las categorías –con aportes que van desde 12.000 pesos al año, y que entrarán gratis al museo si se aprueba la iniciativa de cobrar entradas– mantuvo desde el comienzo sus principios: promover la difusión artística y la acción docente, y transformar aportes privados en patrimonio público.

A su tradicional comida para recaudar fondos -que este año se realizará el 26 de agosto- y sus cursos de formación en historia del arte, se suman un renovado sitio web y proyectos para empresas e instituciones como ChangoMâs, la Fundación Bunge y Born y el Jockey Club.

Para agendar:

Latidos del arte en la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Aamnba), hasta el 1 de agosto. Visitas guiadas para menores de 12 años: miércoles y viernes a las 10. Gratis con reserva previa en educacion@amigosdelbellasartes.org.ar.

 

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