“La inédita expansión que ha tenido y la intensidad no deja de ser algo que nos sorprende a todos”. Con esa frase, Cristian Russo, jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se refirió a que el rendimiento del maíz tardío en la región agrícola núcleo ya cayó un 30% como consecuencia de la enfermedad transmitida por el insecto de la chicharrita, spiroplasma. Hoy, además, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) realizó un nuevo recorte en la producción de maíz 2023/24 en la Argentina, reduciendo la estimación en 2,5 millones de toneladas, a 49,5 millones de toneladas.

La BCR publicó un mapa que muestra la impactante pérdida en cada una de las diferentes zonas de esta región, donde se sembraron 560.000 hectáreas del cereal tardío. El centro-sur santafecino fue el lugar más afectado por la enfermedad, con aproximadamente un 80% de daño y lotes perdidos por completo. Mientras tanto, en localidades como Venado Tuerto (sur de Santa Fe) y Pergamino (norte bonaerense), las mermas rondan el 10% y en Marcos Juárez (sudeste cordobés) ascienden al 30%.

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Esta semana, en su informe mensual, la entidad recortó la estimación de producción nacional debido a la enfermedad de esta plaga que, según informó, destruyó 6,5 millones de toneladas de maíz y provocó pérdidas por unos US$1200 millones. En total, la BCR estimó que la producción será de 50,5 millones de toneladas. En esta oportunidad, se remarcó que es la primera vez que se realiza un recorte tan fuerte de producción por un “factor no climático”, es decir, el avance de esta plaga.

Por otro lado, la BCBA había estimado la semana pasada una pérdida de aproximadamente US$800 millones en el maíz. Este impacto se sumó a las altas temperaturas y la sequía en algunas regiones, lo que llevó a la entidad a reducir la estimación de la cosecha de maíz a 52 millones de toneladas. Sin embargo, hoy la bajó en unos 2,5 millones más.

“Es sorprendente ver cómo una enfermedad que suele estar presente en el norte del país se está extendiendo. Aunque normalmente es común en esa área, gracias a los protocolos y controles que se aplican desde hace muchos años en lugares como Chaco y Santiago del Estero, no tiene un impacto mayor al 5%. Por eso la gran sorpresa es el impacto en la región núcleo, muy lejos donde siempre causa problemas, con niveles de daños que son mucho mayores que ese cinco por ciento que antes afectaba en las zonas endémicas”, indicó Russo.

El maíz tardío se volvió en los últimos cinco años “un pilar muy importante” para escalonar la fecha de siembra frente a la escasez de lluvias. “Este es uno de los grandes problemas que no solo está afectando en este momento por esta disminución del rendimiento, sino que el productor empieza a preguntarse qué va a hacer el próximo año, es decir, a la hora de plantear hacer un maíz tardío y un maíz de segunda que había ganado un lugar importante incluso en suelos con limitaciones. Para el próximo año hay que volver a pensar en rotaciones”, señaló.

La BCR alertó que puede haber una gran caída en la siembra de los maíces tardíos y de segunda para 2024/25. Dio como ejemplo lo que afirmaron técnicos de Bigand: “El maíz tardío no deja de ser una fuerte inversión y esta situación no da garantías de productividad”. Y agregaron: “Existe una gran incertidumbre por la falta de medidas de control o prevención en el mercado para evitar los daños. La alternativa sería el sorgo granífero, aunque se enfrenta a la dificultad inicial de la escasa disponibilidad de semillas para la venta”.

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En cuanto al maíz temprano, se informó que la cosecha avanzó en las últimas dos semanas. Actualmente se ha completado el 65% del área destinada al maíz temprano, con un rendimiento promedio de 108 quintales por hectárea. Se han registrado marcas excepcionales de hasta 150 quintales por hectárea, mientras que los rendimientos mínimos oscilan alrededor de los 80 quintales por hectárea en la región.

Los rendimientos más altos se encuentran en el sur de la provincia de Santa Fe, donde la cosecha ha avanzado en un 83% y se registran desde 80 hasta 125 quintales por hectárea. En el norte de la provincia de Buenos Aires varían entre los 90 y los 140 quintales por hectárea. En el sudeste de la provincia de Córdoba, se ha recolectado la mitad de la superficie con rendimientos que oscilan entre los 110 y 150 quintales por hectárea.

 

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