Los riesgos y las consecuencias de las conmociones cerebrales, producto de choques en deportes de contacto, son periódicamente abordados en el fútbol americano y en el rugby. Se establecieron protocolos de prevención y procedimiento inmediato para casos de golpes en la cabeza. Antes de que se extremaran los cuidados, el fútbol americano fue demandado judicialmente por exjugadores que presentaron enfermedades neurodegenerativas y deterioros cognitivos.

El fútbol, que durante mucho tiempo se mantuvo al margen, también empezó a considerar la problemática. A la eventualidad de los choques de cabezas le sumó una especificidad del deporte: el impacto de la pelota con la cabeza, como acción ofensiva o defensiva. Según un estudio encargado por la Asociación Inglesa de Fútbol (FA), hay indicios de que cabecear balones de manera repetida a lo largo de una carrera profesional está asociado a una mayor probabilidad de sufrir un deterioro cognitivo en edades posteriores al retiro.

Raphael Varane, de 30 años y actual zaguero central de Manchester United, confesó en una entrevista con L’Equipe que en su trayectoria se sintió afectado por episodios de conmociones cerebrales y alertó sobre la importancia de concientizar a los futbolistas sobre los peligros de los cabezazos, y de limitar la práctica en las categorías menores. “Cuando mirás los tres peores partidos de mi carrera, hay al menos dos en los que tuve una conmoción unos días antes”, expresó Varane.

El defensor francés, que tras perder la final del Mundial de Qatar ante la Argentina se retiró del seleccionado, especificó los momentos en los que se vio afectado por una conmoción cerebral. Uno fue unos días antes de la derrota de Francia por 1-0 ante Alemania en los cuartos de final del Mundial 2014. La otra fue en Real Madrid, cuando fueron eliminados por Manchester City en los octavos de final de la Champions League 2020.

Sobre este último encuentro, comentó: “Durante ese partido tenía una conmoción cerebral. Lo sentía desde el calentamiento. Me dije ‘despierta’. Casi que quería darme una bofetada. Durante el partido, mis primeros tres pases fueron técnicamente limpios, pero estaba demasiado lento. No podía concentrarme, era como un espectador. Mi rendimiento fue malo y, en retrospectiva, me di cuenta de que estaba relacionado con el shock que había sufrido”.

Su bajo nivel frente a Alemania en el Mundial 2014 lo relacionó con lo ocurrido ante Nigeria por los octavos de final: “Al comienzo del segundo tiempo, cabeceé con la sien un centro y con el envión terminé contra la red, dentro del arco. Finalicé el partido, pero estaba en modo piloto automático. El cuerpo técnico me consultó si estaba apto para enfrentar a Alemania. Me sentía debilitado, pero finalmente jugué. Lo que nunca sabremos es qué hubiese pasado si volvía a recibir un impacto en la cabeza. Cuando te dicen que las conmociones repetidas pueden tener un efecto mortal, entonces te planteas que se puede terminar mal”.

Varane cree que deben reconsiderarse algunas de las convenciones asumidas en la elite competitiva: “Como futbolistas acostumbrados al más alto nivel, estás habituado al dolor, somos un poco soldados, duros ante el dolor, símbolos de la fuerza física. Estamos en un mundo muy competitivo, en el que no jugar por un pequeño dolor puede no entenderse. Es necesario hablar de los peligros relacionados con el síndrome del segundo impacto, sin haberse recuperado de uno anterior, y la repetición de golpes como consecuencia del juego de cabeza. Por mucho que el futbolista diga que quiere jugar, el médico no lo debe permitir. También hay que hacerle entender al jugador que no es una demostración de fuerza seguir jugando después de una lesión grave, sino que la verdadera fuerza está en salir y recuperarse”.

El zaguero central es partidario de limitar el juego aéreo en los entrenamientos. “Mi hijo de 7 años juega al fútbol y le aconsejo que no cabecee el balón. Para mí, eso es esencial. Aunque no le cause ningún traumatismo inmediato, sabemos que, a largo plazo, los impactos repetidos pueden tener efectos nefastos. Personalmente, no sé si viviré 100 años, pero sí sé que he dañado mi cuerpo. Hay que enseñar los peligros de los cabezazos en todos los campos de fútbol amateur y a los jóvenes”.

Varane añadió que esta temporada se perdió algunos partidos con Manchester United por síntomas de conmoción cerebral. En Inglaterra, una decena de exfutbolistas y familiares de otros siete accionaron judicialmente contra dirigentes, acusados de haber sido “siempre conscientes” de los riesgos de las conmociones y lesiones cerebrales a las que se exponen los jugadores, sin haber tomado medidas preventivas.

 

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