Gotzon Mantuliz y yo, Carlota Bruna, compartimos una importante misión: la de visibilizar las maravillas de nuestro planeta, su naturaleza y los animales que viven en él, pero también los graves problemas que el ser humano está causando, aunque haya personas que luchen a diario para mitigarlos. 

Nuestra expedición al santuario de primates rescatados Lwiro, en República Democrática del Congo, tenía este objetivo. Antes de embarcarnos en esta gran aventura, apuntamos en nuestros cuadernos de viaje algunos datos sobre lo que, para nosotros, era un país desconocido.

Por un lado, sabíamos que este alberga el mayor bosque tropical después de la Amazonía, de 172 millones de hectáreas. Se trata de uno de los mayores sumideros de carbono, también llamados “pulmones del planeta”. Este gran bosque es hogar de primates tan fascinantes como los gorilas, chimpancés y bonobos, pero también de más de 1.000 especies de aves, más de 400 especies de mamíferos y 10.000 especies vegetales, la mayoría de las cuales sólo se pueden encontrar aquí.

Por otro lado, también conocimos de primera mano que no es un lugar fácil: el país cuenta con varios conflictos armados activos, y es uno de los lugares donde más rangers mueren en todos sus parques nacionales casi cada mes. Sabíamos, por nuestros anteriores viajes a África, que los rangers son los grandes héroes y heroínas de la conservación: trabajan incansablemente para proteger la vida salvaje de la extinción, patrullando día y noche en pequeños equipos para limpiar trampas dañinas y impedir la caza furtiva y el tráfico ilegal. Por desgracia, es inevitable que en algún momento ocurra.

Todo esto, sumado a la pérdida de hábitat natural de los grandes primates, convierten su conservación en una tarea prácticamente imposible. Predicciones recientes afirman que si seguimos a este ritmo, estos animales podrían perder hasta el 50% de su población. 

Después de más de 24 horas de viaje y de haber cruzado varias fronteras llegamos a Lwiro, ubicado a sólo 4 km del Parque Nacional Kahuzi-Biega, uno de los lugares más conflictivos del mundo. Para nuestra sorpresa, nos reciben unas 20 crías de chimpancé haciendo su peculiar y adorable sonido de saludo y acercándonos su espalda como señal de respeto. Pero, ¿de dónde salían todas estas crías?

Itsaso Vélez, la directora del centro, nos cuenta que han sido rescatadas del tráfico ilegal, tras ser capturadas por cazadores furtivos para utilizarlas como mascotas o como atracción turística para zoológicos, o para llamar la atención en las redes sociales. El mascotismo es uno de los problemas más graves que afrontan los grandes primates de África: los anuncios de bebés de estas especies están aumentando en WhatsApp y redes sociales, y su precio se ha cuadruplicado en comparación con hace 10 años, llegando a costar cientos de miles de dólares.

Los comerciantes obtienen principalmente crías de simios de la República Democrática del Congo, y por cada cría de chimpancé secuestrada, los cazadores furtivos suelen matar de seis a siete adultos. También se estima que por cada cría que llega a compradores en el extranjero, 10 más mueren a causa de lesiones, enfermedades o malos tratos.

¿Cómo llegan hasta Lwiro?

Los responsables de que esto ocurra son la ICCN y los parques nacionales de Virunga y Kahuzi-Biega, que luchan a diario contra el tráfico ilegal frenando a los cazadores furtivos y entregando los individuos rescatados a santuarios como Lwiro.

Todas y cada una de las crías tienen una historia detrás. Llegan traumatizadas y con muchos problemas para confiar en los humanos, pues son ellos mismos quienes les arrebataron a su familia. En Lwiro se encargan de su recuperación, para que puedan crecer sanas y fuertes y, en un futuro, volver a donde pertenecen: la selva.

Itsaso hace una labor increíble para que todo esto funcione. Llegó a la República Democrática del Congo hace 10 años, sola, para sacar adelante el santuario. Ser mujer y trabajar en un país con muchos conflictos armados no es tarea fácil, pero esto no frenó su pasión por la conservación de los primates: trabaja por y para ellos, salvándolos de una muerte segura. Para nosotros, Itsaso es pura inspiración y todo un ejemplo a seguir. 

¿Cómo podemos ayudar?

Mientras que en Lwiro hacen todo lo posible para ayudar a los primates, desde casa también podemos aportar nuestro granito de arena. Estas son algunas de las acciones que podemos tomar: 

No interactuar con contenido en redes sociales donde salgan primates vestidos con ropa humana, crías como mascotas o en zoos. Aunque parezcan adorables, detrás de ese contenido se esconden el tráfico ilegal y la explotación animal. Si queremos ver primates, debemos evitar visitar zoológicos. En su lugar, podemos visitar centros de primates rescatados, como Fundació Mona en Barcelona o Centro Rainfer en Madrid.Dar apoyo a organizaciones como Lwiro, compartiendo su contenido o aportando económicamente.

Siempre decimos que lo mejor que podemos hacer por nuestro planeta es ser esa luz y esperanza que tanto necesita, y el cambio empieza por cambiar nuestras acciones diarias. Los primates y, en general, la naturaleza nos necesitan más que nunca.

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