A seis meses del feroz ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre que desencadenó la guerra todavía hay 133 secuestrados en la Franja de Gaza. Al menos ocho son argentinos: los hermanos Eitan y Iair Horn y Ariel y David Cunio, Lior Rudaef, y los miembros de la familia Bibas: el bebé Kfir, su hermanito Ariel y su madre Shiri Silberman. Hoy, cientos de personas pidieron su liberación en un acto organizado por familiares y amigos en el Parque Centenario y acompañados y apoyados por instituciones de la colectividad judía.

“Podrías haber sido vos”, decían los carteles en el ingreso del parque. Eran idénticos a los que se usan con las fotos de las personas reportadas como secuestradas y con un espejo en el lugar de la foto para que cualquiera pudiera reflejarse. Además, voluntarios vestidos de negro repartían folletos con la historia de los rehenes.

Tras un minuto de silencio, los familiares de las personas secuestradas subieron al escenario. “A medio año, hoy estamos reunidos familiares y amigos de los secuestrados. Ninguno de nosotros se imaginó que esto se iba a extender tanto”, comenzó Gustavo Baabour, familiar de los Marman. Clara, Gabriela y Mia fueron liberadas, a Fernando y Luis los rescató el ejército israelí. “Cuesta entender que no se haya declarado a Hamas como una organización terrorista”, agregó. Una promesa del presidente Javier Milei que todavía no cumplió, un reclamo que también le habían hecho a la anterior administración de Alberto Fernández.

“Hace seis meses que seguimos buscando a mi primo Lior y no hay respuesta. Ninguna noticia, ningún rastro con vida suya tuvimos en este medio año. Solo desconcierto, tristeza y bronca. Hace seis meses que falta el hijo de Guiora, el hermano de Idith, el esposo de Yaffa, el papá de Noam, Nadav, Bar y Ben, el tío de Yael y Omer. Hace seis meses que falta mi primo. Hace poco nació tu primera nieta, Shai, que en hebreo significa regalo. ¿Será una señal su nombre? Tus dos nietos varones te extrañan mucho. Le prometí a tu papá, mi tío de 88 años que iba y voy a hacer lo que este a mi alcance para que vuelvas, para que te devuelvan a tu hogar. Una de sus frases por estos días es: ‘No importa cómo vuelvas, sino que vuelvas’. La mía es que te espero para poder abrazarte de nuevo”, dijo Micaela Rudaeff, prima de Lior, de 61 años, que vivía en el kibutz Nir Yitzhak.

Y agregó: “Hace seis meses que te arrancaron de tu lugar. Hace seis meses que tu moto está parada en el garage. Hace seis meses que el mundo sigue su cauce como si nada hubiera pasado. Hace seis meses que tengo un dolor muy grande y con nada se cura. Hace seis meses que las lágrimas caen y no se detienen. Hace seis meses que mi mundo se detuvo el fatídico 7 de octubre. Por momentos no sé para dónde ir. Ciento ochenta y cinco días en los que somos la voz de todos los que fueron silenciados ese fatídico sábado”.

Destrucción

“Yo viví en [el kibutz] Nir Oz, destruyeron el que alguna vez fue mi hogar. Veo entre las fotos de los secuestrados y fallecidos algunos de los que fueron mis vecinos, como a José y Margit Silberman, abuelos de Kfir y Ariel . Ese día eran miles los que estaban pasando por lo mismo. Homicidios, violaciones, secuestros, saqueos, en un accionar cuidadosamente planificado que todavía hoy persiste y nos inunda a todos. Nuestros pensamientos también siguen secuestrados. El 7 de octubre sigue pasando”, expresó Mirta Tinaro, tía de Ariel y David Cunio, dos de los hermanos que aún siguen secuestrados. A las hijas de David, a sus tan solo tres años, las liberaron luego de 52 días. “Y después de eso siguen esperando que papá vuelva a casa. Seguimos esperando que todos vuelvan a casa. Seis meses después todavía siguen en condiciones infrahumanas”, sumó.

“Hoy, sigue siendo 7 de octubre para todos los que estamos en el limbo de los que esperan. Que no sabemos si los que deben hacer algún esfuerzo están a la altura, si la inacción es porque no pueden, no tienen ganas o no les conviene. Ni eso sabemos. No sabemos si están o no están. Necesitamos dejar de hacer estos actos, dejar de postear videos, poder respirar sin un ladrillo en el pecho y lágrimas a punto de salir cada vez que se nombra el tema. Necesitamos que vuelvan. Necesitamos tener ese amigo que nunca te diría que no a una birra. La faltan dos hinchas a Atlanta. Necesitamos tener a Iago y Eitu para volver a tener a quien preguntarle dónde comer el mejor falafel o shawarma no importa el lugar del mundo dónde estemos. Necesitamos volver a ser personas. Así no se puede más”, siguió Jonathan Stolarza, amigo de Iair y Eitan Horn, que estaban juntos en el kibutz Nir Oz cuando los terroristas entraron a la casa del mayor, Iair.

Abusos

“Es una emoción que nunca antes había sentido que tiene que ver con una mezcla de incertidumbre, de no saber. Si estuvieran vivos, ¿cuáles son las condiciones en las que ellos estuvieron durante seis meses? ¿Comieron los chicos? ¿Siguieron junto con su mamá? ¿Los separaron inmediatamente? ¿Los mataron? ¿Están sufriendo? ¿Son torturados? Sabemos por las liberadas que estuvieron secuestradas más de 50 días que las mujeres sufren abusos de todo tipo y no es necesario escuchar los relatos de las personas que liberaron, con ver los videos del 7 de octubre que los mismos terroristas filmaron, mientras violaban, mataban, mutilan, ancianos y niños. Mujeres, familias enteras carbonizadas en sus propias casas. De hecho, mis tíos, los papás de Shiri estaban en su casa y 15 días más tarde pudieron identificar sus cuerpos”, dijo Sandra Miasnik, prima de Shiri Silberman.

Y siguió: “Después de ver todas esas atrocidades que hizo esta gente, sabés que tu familia está en esas manos y durante seis meses. Entonces, es difícil imaginar un solo minuto que una persona esté cerca de gente que es capaz de hacer esas atrocidades. Imagínate lo que son seis meses. Kfir debería tener un año y dos meses ahora. Salió de su casa. Todos lo vimos en brazos de su mamá como un bebé y ahora yo me lo imagino como un nene de un año y dos meses recién dando sus primeros pasos, con el pelito más largo”.

Cerraron al grito de “libérenlos ya”, detrás en la pantalla se leía “Hineni: yo estoy aquí. Seguimos aquí hasta que vuelvan todos”.

 

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