“En esta casa, donde creció nuestra familia y compartimos muy lindos momentos, la cocina siempre tuvo un lugar central”, nos cuenta la diseñadora de interiores Gabi López. El año pasado, más de dos décadas después de habitarla, decidió encarar una profunda renovación. “Nuestra forma de habitar cambió, y queríamos que la cocina tuviera todavía mayor protagonismo en la vivienda”, explica.

Como profesional, está bueno hacer una obra para uno mismo, porque te lleva al llano. Las obras no son sencillas, los tiempos no son exactos, las cosas no son perfectas. Todo requiere paciencia y flexibilidad.

Gabi López, diseñadora de interiores y dueña de casa

Otro orden

“Invertimos la distribución de la cocina: antes estaba arrinconada, porque privilegiábamos el espacio de comedor diario y el playroom, en donde jugaban mis hijos y los podíamos ver. Ahora, aprovechamos todo el largo y ancho del ambiente, con una isla central que es punto de encuentro para cocinar y comer juntos”.

Avanzamos un metro hacia el living, algo que en ese ambiente casi ni se nota, pero que a la cocina le aportó muchísima comodidad.

Gabi López, diseñadora de interiores y dueña de casa

Integración a medida de la familia

En uno de los extremos, ubicó el comedor diario, compartiendo la estética del resto del ambiente. “Al revestir todo ese lateral con madera logramos una continuidad interesante. Quería que fuera casi un living, porque para mis tres hijos y mi marido el fútbol es muy importante: en casa, comida y partido es un programa habitual”, comparte.

Transición

Además de renovar el equipamiento y al distribución, cambió la paleta, algo que para la dueña de casa –analista de tendencias y experta en color– es una pasión. Se inclinó una paleta neutra para este nuevo espacio, y le dio protagonismo a la madera natural.

“Trabajo cotidianamente con colores, materiales y tendencias. Vivo rodeada de muestras. Tener una base colabora con una necesaria serenidad visual”.

Proyecto personal

“En este caso tuve que salir del rol de diseñadora de interiores y ponerme en el de clienta. Y, la verdad, fue difícil, porque sentía un poco de presión por la mirada externa. Pero pude soltarme y hacer un trabajo muy sincero conmigo misma y con mi familia. Creo que lo más importante es respetar la propia voz interior. Me lo tomé con calma”.

Durante la obra, se mudaron a la que era la casa de los padres de Gabi: “Eso hizo que el proceso fuera más liviano, porque la cocina es un punto neurálgico de la casa. Pero también es una movida irte”, cuenta. Aprovecharon esos meses, también, para darle una lavada de cara al living, en donde pintaron paredes, pulieron el piso y cambiaron artefactos de iluminación.

“Hice lo que siempre les recomiendo a mis clientes: pensar mucho el proyecto y tener listos los materiales antes de empezar la obra antes de empezar la obra, para que sea más eficiente”.

Visual despejada

Ocultar los electrodomésticos era una prioridad. Por ejemplo, el extractor está embutido en el primer módulo de la alacena y eligieron una heladera panelable que taparon con el mismo frente del resto del ambiente.

“La iluminación tiene mucha profundidad, genera diversas escenas en la cocina. Además de la general, cada sector o módulo tiene diversas tecnologías, sistematizaciones o intensidades”

Para el diseño de iluminación, Gabi recurrió a la diseñadora Judith Babour y al arquitecto Luis Codagnone, de Griscan.

Luego de este año de descanso, el que viene seguramente le toque una renovación a la planta alta. “Conlleva un estrés. Pero lo volvería a hacer una y mil veces. ¡Es tanto lo que gana cuando podés llevar la casa a tu nueva expresión!”.

 

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