El director del mítico programa ‘Gol a Gol’ de TV3, Jordi Grau, desveló este fin de semana que Xavi había cambiado de opinión: quería seguir ocupando el banquillo del Barça la próxima temporada y, por tanto, cumplir su contrato hasta el 30 de junio de 2025.

El 17 de enero, en la previa de Copa ante el Unionistas, Xavi dijo que si el equipo no ganaba títulos se iría a final de temporada. Como había presión por la goleada ante el Real Madrid en la Supercopa, Xavi se precipitó. Diez días después, volvió a equivocarse. Tras perder contra el Villarreal (3-5) se enteró de una reunión de directivos en el palco, temió por su cargo y anunció una sorprendente dimisión diferida hasta final de temporada que Laporta aceptó.

Tres días después, más confundido todavía, dijo que a pesar de haber renovado en septiembre la decisión de irse la había tomado a principios de temporada. Desde entonces se ha hartado de explicar que nada ha cambiado, que el equipo se ha liberado gracias a su decisión y que a final de temporada se va a marchar. El último capítulo llegó el jueves: Xavi quería quedarse… y se va a quedar.

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Era evidente que el cambio de opinión merecía una reunión entre Xavi y Joan Laporta pero el presidente decidió que antes de hablar con él lo debía hacer con Deco. Sobre la mesa, el fútbol de esta temporada, bueno según el entrenador, con demasiadas carencias según una junta que ha valorado siempre bien su gestión con los jóvenes pero que tiene el pleno convencimiento de que con esta plantilla se debe competir mejor. Ayer, la mayoría de los directivos se pusieron las manos en la cabeza porque, como la mayoría de los mortales, no entendieron nada. Visto lo visto, Xavi convenció primero a Deco y después, al presidente. Adelante pues…

Los seguidores resultadistas es evidente que no van a entender la decisión. Los que prefieren discutir sobre el proyecto deberán pensar que el técnico de Terrassa ha convencido a sus jefes de que es capaz de sacar rendimiento a la plantilla que tenga, de que va a focalizar sus esfuerzos en mejorar el juego del equipo y no en buscar excusas, de que se va a olvidar de los jugadores que no están para centrarse en encontrar sus óptimas versiones individuales y colectivas, y de que va a comportarse en la banda a la altura de lo que requiere la institución.

La decisión del presidente vuelve a ser valiente porque dos nuevas malas experiencias van a provocar los gritos de la grada contra él. Es evidente que esto jamás le ha preocupado e, incluso, que históricamente ha acertado en sus arriesgadas decisiones deportivas pero la realidad es que con la decisión de ayer Joan Laporta se ha quedado sin red de seguridad.

La decisión de Laporta es valiente porque cualquier mal resultado va a provocar los gritos de la grada contra él.

 

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