La invasión rusa a Ucrania lleva ya más de un par de años; la lucha armada entre Hamas e Israel, más de seis meses; grupos armados sitos en Yemen se entretienen tirándoles cohetes a algunos barcos mercantes; Irán arroja cientos de drones y misiles sobre Israel, quien días después contesta, y se sugiere que podríamos estar al borde de la Tercera Guerra Mundial como quien comenta qué equipo ganará el próximo campeonato de fútbol. En este más que dramático contexto, el FMI acaba de ratificar lo que había dicho hace 90 días: que en 2024 el PBI mundial crecerá 3%, como lo hizo en 2023, y que en 2025 ocurrirá otro tanto. ¿Sirve esta disociación entre los planos bélico, político y económico, para tomar decisiones?

Al respecto conversé con el inglés Wynne Alexander Hugh Godley (1926-2010), quien durante algunos años desarrolló una carrera como oboísta, estudiando en el Conservatorio de París y tocando para ganarse la vida. Entre 1976 y 1987 dirigió la Royal Opera House. Su naturaleza musical influyó en su forma de manejar, porque mientras conducía (despacio, afortunadamente), cada tanto seguía el ritmo que escuchaba en la radio del auto… con los pies, apretando y aflojando los pedales.

Según Janek Toporowski, “siempre fue más que simplemente un economista. Algunos músicos viejos recuerdan su talento musical y su generosidad, pero no entienden su economía; al tiempo que un creciente número de economistas aprecia el subestimado rigor de su análisis”.

–Economía monetaria, publicada en 2007, es considerada su principal contribución académica. ¿Cuál fue su aporte?

–La clave está en la consistencia interna y consideración simultánea de todos los ítems, enfoque que en la Argentina enfatiza Ricardo Héctor Arriazu. Todo flujo financiero debe provenir de algún lado e ir a algún lado, y a lo largo del tiempo tiene que transformarse en cambios de stocks reales y financieros.

–Me interesa conversar con usted, porque es considerado uno de los agudos pronosticadores macroeconómicos de su generación.

–En la segunda mitad de la década de 1960 comencé a trabajar y a desarrollar una amistad con Nicholas Kaldor, a cuya instancia en 1970 dejé la Tesorería, para dirigir el departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Cambridge. Debemos analizar el mundo sabiendo que las instituciones, y particularmente las corporaciones industriales y los bancos, tienen motivaciones específicas; además de lo cual, la producción requiere tiempo y, por consiguiente crédito.

–La situación política y bélica mundial preocupa sobremanera, pero a los pronosticadores del FMI no se les mueve un pelo. ¿Puede mantenerse en el tiempo esta disociación?

–Imposible saberlo, pero le agrego que las cotizaciones de mercados tan sensibles como el petróleo y el oro en modo alguno registran variaciones proporcionales al escenario político y bélico que usted describe. A todo lo cual, citando una vez más al recientemente fallecido Henry Kissinger, la falta de liderazgo a nivel mundial produce escalofríos. Pero, en fin, entremos en materia.

–Lo escucho.

–Como todo el mundo sabe, los pronósticos no sirven para saber lo que va a pasar, porque nadie sabe lo que va a pasar. Tomamos decisiones sobre la base de lo que creemos que va a ocurrir. ¿Qué hace el presidente de una Nación, un primer ministro o un canciller, cuando recibe una copia del panorama económico mundial que contiene los pronósticos que usted acaba de mencionar? La deja de lado y sigue con su tarea. En 2008 el pronóstico referido al PBI mundial no era 3%, sino menos 3%, y entonces los líderes se reunían y hacían algo al respecto.

–¿Está usted diciendo que podríamos estar en las vísperas de una crisis mundial, y que ni el mismísimo Fondo lo está anticipando?

–La primera cosa que digo es que comparto con usted la disociación que hoy existe entre lo que se vive en el plano político-bélico, y la evolución de la economía mundial. Lo cual, al menos de manera masiva, no está afectando las decisiones porque, de lo contrario, las cotizaciones de los mercados más sensibles no serían las que son. En cuanto a la anticipación de las crisis, no quiero hacer la apología de la ignorancia, pero…

–Pero, ¿qué?

–Le pido que lea los diarios de un par de días antes del inicio de la crisis bursátil de 1929, del 17 de octubre de 1945 o del Cordobazo, buscando señales que alertaran sobre lo que habría de ocurrir un par de días después y, sobre todo, su significación histórica. Lo cual quiere decir que siempre podemos estar en las vísperas de la caída en el abismo, pero esta posibilidad no sirve para adoptar las decisiones. Le digo más…

–Diga.

–Toda referencia al Fondo Monetario Internacional tiene que distinguir entre su burocracia, la directora gerente y el directorio de la institución. La elaboración, explicación y comunicación de los pronósticos están a cargo de funcionarios de carrera; es muy probable que Kristalina Georgieva, Gita Gopinath y el resto de los responsables ejecutivos y directivos de la institución estén mucho más atentos al devenir cotidiano de los acontecimientos de lo que sugieren los encargados de los pronósticos.

–Cada vez que el FMI actualiza sus pronósticos macroeconómicos de los países miembros, los argentinos les prestamos particular atención a los referidos a nuestro país.

–Con todo respeto, no pierdan su tiempo. Sobre la evolución del PBI de la Argentina en 2024 y 2025, el Fondo no sabe más que ustedes, y dada la fluidez que tiene la realidad en su país, sobre esta cuestión ustedes no saben prácticamente nada. Esta conversación se centró en el pronóstico del PBI mundial, por la probable disociación con lo que está ocurriendo en el plano político, pero si se hubiera referido al plano estrictamente económico, también la hubiéramos centrado en el PBI mundial, por aplicación de la ley de los grandes números o, para ser precisos, de una de las leyes de los grandes números.

–¿Que dice qué?

–Que el pronóstico de cualquier agregado, basado en la suma de los pronósticos de sus componentes, tiene el menor error en el conjunto que en cada uno de los casos particulares; porque lo más probable es que en algunos casos el pronóstico particular pifiará por exceso y en otros, por defecto. Piense en una empresa que fabrica 50 variedades de vino: el pronóstico referido a las ventas totales es más confiable que el correspondiente a cada una de las 50 variedades.

–¿Es cierto que su presencia en la Universidad de Cambridge no fue muy bienvenida por los otros economistas?

–Sí, pero por una razón particular que, para disipar dudas, vale la pena aclarar. En mi oficina, además de trabajar, ensayaba con mi oboe, generando una verdadera deseconomía externa en los ocupantes de las oficinas cercanas a la mía.

–Don Wynne, muchas gracias.

 

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