La tensión producida luego de que fuerzas de seguridad ecuatorianas detuvieron dentro de la sede de la embajada de México en Quito al exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, prófugo de la Justicia de su país, que lo condenó a ocho años de cárcel como coautor del delito de cohecho pasivo agravado –por el cual el expresidente Rafael Correa permanece refugiado en Bruselas para no ser detenido– reconoce errores de ambos gobiernos.

La situación se agravó luego de que Ecuador declaró persona no grata a la embajadora de México en ese país a raíz de expresiones del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien había sugerido que el asesinato de un candidato presidencial ecuatoriano, Fernando Villavicencio, días antes de la primera vuelta electoral de agosto de 2023, había favorecido al actual presidente, Daniel Noboa. Tras ello, López Obrador anunció en represalia que México concedería finalmente asilo político a Glas.

La decisión de Noboa de ordenarle a la policía irrumpir en la embajada de México para capturar a Glas marcó un muy grave precedente. No obstante, es necesario consignar que México habría violado la Convención de Asilo Diplomático de 1954, que en su artículo 3 establece que “no es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes o estén condenadas por tales delitos”.

México tendría que haber acreditado una persecución contra Glas para justificar el otorgamiento de asilo a quien ya contaba con condena por delitos comunes dispuesta por un tribunal ordinario. Sin embargo, eso no justifica el proceder de Noboa. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas es tajante: las sedes diplomáticas son inviolables y las fuerzas del orden no pueden entrar sin permiso del embajador. La irrupción en la embajada mexicana es, desde luego, injustificable y un acto gravísimo de violación del derecho internacional.

México calificó el operativo de brutal y procedió de inmediato a declarar la suspensión de relaciones diplomáticas con el gobierno de Ecuador.

La Organización de Estados Americanos (OEA) expresó en un comunicado su rechazo a cualquier acción violatoria o que ponga en riesgo la inviolabilidad de las dependencias de las misiones diplomáticas. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, recordó que los edificios diplomáticos y su personal gozan de un principio cardinal de inviolabilidad.

Así como no correspondía que México protegiera a un delincuente, Ecuador debe saber que violentar normas internacionales para perseguirlo es abrir la puerta a potenciales abusos. En una región donde florecen proyectos políticos autocráticos, como los de Nicaragua, Cuba y Venezuela, lo ocurrido sienta un precedente de extrema gravedad.

 

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