Cayó el otoño e Independiente se marchita, ni la embestida final alcanza para que la ilusión eche raíces. Solo florece la bronca en las tribunas del Libertadores de América. Sobraban los culpables en las voces indignadas de los hinchas: primero apuntaron a los jugadores, luego siguieron con los dirigentes. No se salvaba nadie. Estaba ganando Atlético Tucumán, único equipo que nunca lo hizo en la Copa de la Liga. Desastre total, la tormenta perfecta, que apenas amainó con el empate a los 44 minutos del segundo tiempo.

Un 1-1 que tuvo por protagonista a un jugador que se negó a abandonar el barco en medio del naufragio. Maestro Puch se había lesionado al no poder empujar una pelota en la boca del arco, encimado por su compañero Canelo. Increíble la ocasión desperdiciada. El delantero del Rojo quedó en el piso, atendido por médicos que le aconsejaron que saliera. Carlos Tevez ya no tenía más cambios, había hecho los cinco sin solucionar el desquicio futbolístico que era su equipo.

En una pierna, Puch volvió al campo, más para no dejar a Independiente con uno menos que por lo que le podía permitir su maltrecho físico. Pero llegó el córner desde la derecha y Puch, que apenas podía saltar, cruzó el cabezazo para que Mauricio Isla definiera casi junto a un poste.

Independiente evitaba el papelón de la derrota, que era consecuencia directa de una producción en la que hizo bien muy pocas cosas. Como un partido puede tener muchas vueltas y el resultado no siempre es hijo directo de la lógica, Independiente hasta pudo ganar con el puntazo en el descuento de Marcone que salió desviado.

Lo más destacado de Independiente 1 – Atlético Tucumán 1

La reacción final no aplacó a los hinchas, que despidieron al equipo con silbidos que salieron con ganas, desde pulmones que habían tomado aire para que nadie, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, dejaran de oírlo. “No fue el partido que pensábamos, nos cuesta ser protagonistas de local, pero estoy orgulloso de mis jugadores. Siempre fuimos para adelante, todavía estamos vivos, pelearemos hasta el final. No es fácil llegar al empate cuando te están puteando como lo hicieron”, dijo Tevez en la conferencia de prensa

Independiente dejó pasar una oportunidad de oro, la posibilidad de obtener tres puntos y equiparar la línea de Vélez y River en el cuarto lugar. No ganó en los últimas cuatro fechas, en las que obtuvo tres puntos sobre 12. Vuelven los fantasmas de la anterior Copa de la Liga, cuando se desinfló en la recta final y quedó afuera de los play-off.

Abrumado por la responsabilidad, nervioso por la exigencia, Independiente se hizo un nudo en el primer tiempo. No funcionó en ninguna de sus líneas. Si tenía un plan, no supo llevarlo a la práctica. Cayó en un barullo continuo, táctico y futbolístico. Naufragó pronto Mancuello como volante por la derecha y cuando promediaba la primera etapa se cerró para liberar un poco a Marcone, a quien el equipo necesitaba para limpiar una salida de la pelota que era sucia e imprecisa.

Atlético fue ordenado y compacto desde un principio. Cortó el juego rival y movió rápido la pelota, tenía más ideas que Independiente, que dejaba pasar los minutos y hacía poco y nada. No funcionaba en el medio la conjunción entre la veteranía de Marcone y Mancuello con el atrevimiento juvenil de Ruiz y Luna. A los pibes tampoco se les podía achacar el desconcierto que nacía en los más experimentados.

El partido se desarrollaba más a gusto de los tucumanos, que ponían a prueba a Fedorco y Damián Pérez, los más atentos en una defensa que tenía a Isla en una versión muy diluida y a Costa sin poder disimular que era un lateral improvisado en el puesto de central.

Independiente tonteaba mucho, una postura que se puede pagar caro ante un adversario con las antenas paradas. Si se equivoca Marcone, la brújula, los problemas de Independiente se agravan. El capitán perdió una pelota cerca del área y Atlético no perdonó, con el centro rasante de Infante que Independiente no contrarrestó por partida doble: falló Estigarribia en el primer remate y la pelota siguió hasta Bajanich, que puso el 1-0.

Necesitó el sopapo Independiente para sacudirse la modorra. El despertar fue más con voluntad que con fútbol. Creció en intensidad ante un Atlético que también decía presente para poner la pierna e ir al choque. Empujó el Rojo, al menos para acercarse a un Ávalos que había estado desabastecido, aislado del resto por los firmes zagueros visitantes. La mejor ocasión en el primer tiempo estuvo en un cabezazo del N° 9 de pique al piso, despejado por Devecchi.

Si bien a Ávalos no lo acompaña la eficacia que tenía en Argentinos, su reemplazo en el descanso sorprendió, sobre todo porque Tevez dijo que se debió a razones tácticas, que lo había visto estático. Siguió siendo tumultuoso Independiente en el segundo tiempo. Tevez siguió buscando soluciones en el banco, con los ingresos de Canelo y Neves, al rato intentó con Toloza, pero los cambios más incisivos era los de Atlético: Coronel y Servetto (gran atajada de Rey) tuvieron el segundo.

El partido entró en la vorágine que propuso Independiente, que no tenía nada más valioso o interesante por ofrecer. La ansiedad que bajaba de las tribunas atenazaba más a los jugadores. Atlético tenía todo para ganarlo, había hecho lo suficiente, pero no está acostumbrado a llevarse los tres puntos y cometió un desliz ante un Puch que apenas se podía mover. Le dio una vida a Independiente, que igual anda con respiración asistida.

 

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