Disfrutar de un zumo de naranja recién exprimido es uno de los placeres que muchas personas a lo largo del mundo han querido introducir en su diera diaria. Debido a esta exponencial subida de personas que consumen este alimento, también han surgido muchos mitos acerca del mismo.
El zumo de naranja es uno de los complementos más usados en los desayunos de los españoles, junto con el café con leche, el pan con tomate, el aceite de oliva y el jamón. Pero, ¿sabes que es lo que le ocurre a tu organismo cuando lo consumes a diario?
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Los nutricionistas insisten en tomar la fruta natural siempre es más beneficioso que hacerlo en forma de zumo. Aunque también cabe recalcar que beber zumo de naranjas recién exprimidas siempre es mejor que comprar los botes de supermercados ya hechos, que contienen conservantes, edulcorantes y azúcares añadidos.
Las naranjas son una importante fuente de fibra y de vitamina C que tienen grandes propiedades para la salud como: fortalecer el sistema inmunitario, mejorar el aspecto de la piel, ayudar contra el estreñimiento o ayudar a la pérdida de peso.
Uno de los problemas más extendidos en nuestra sociedad es la obesidad y es que la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tildado este problema como la nueva pandemia y por eso muchas personas están intentando reducir al máximo los niveles de azúcar en su dieta.
Los zumos de naranja naturales tienen trampa, y es que, aunque se trate de una bebida a la que no añadimos ni conservantes ni edulcorantes, al exprimir la naranja liberamos azúcares que pueden influir en la ganancia de peso, lo que puede suponer riesgos para la salud como obesidad, diabetes tipo 2 o problemas de hígado graso.
Otra gran diferencia de consumir una naranja o un zumo es que se destruye la fibra que contiene la fruta y de esta manera se aumenta la absorción de la fructosa. Un estudio publicado en Estados Unidos indica que al exprimir la naranja lo que hacemos es beber azúcar y calorías, perdiendo hasta la famosa vitamina C.
