Virginia y Martín son de Neuquén, tienen tres hijos y viven en la ciudad, pero en su tiempo libre les gusta disfrutar de la naturaleza que ofrece la provincia. Todos los fines de semana iban a la playa que queda a una hora de su casa. Durante mucho tiempo, “cuando se aproximaba el mejor momento del día, cuando en verano el sol empezaba a caer, nos veíamos en la obligación de juntar las cosas y volver a casa. Viajar por la ruta en el mismísimo momento en el que deberíamos estar prendiendo un fuego”, recuerda Virginia. Por eso, cada fin de semana soñaban con el día en que pudieran disfrutar de esos atardeceres. Finalmente, el sueño se cumplió.

Pioneros en un barrio privado único en la provincia

En 2015, construyeron su primera casa, a la que llamaron “Casa Praderas”. Era una casa que describen como muy bien resuelta, pero que enseguida les quedó chica para los cinco integrantes de la familia y la cantidad de amigos que les gusta recibir.

La casa está dentro del barrio privado Chocon Medio, Villa de Playas, sobre la ruta nacional 237 en el kilometro 1315, a tan solo una hora de Neuquén Capital. El barrio hoy tiene 10 años de antigüedad pero Virginia y Martin fueron de los primeros en vivir allí. Ya tiene mas de 200 casas entre habitables y en construcción, los residentes son en su mayoría adultos mayores sin hijos escolarizados lo que les permite vivir lejos de la ciudad o, en el caso de otras familias, son casas de segunda residencia.

Virginia y Martín trabajan en una desarrolladora inmobiliaria con lo que no tardaron en comenzar a soñar su nueva casa, un hogar amplio, con todas las comodidades, la posibilidad de recibir familiares y amigos y, sobre todo, disfrutar de los atardeceres en la playa.

Dibujaban en un cuaderno la casa de sus sueños

Como todo sueño empieza con un lápiz y un papel. En un pequeño cuaderno comenzaron a dar rienda suelta a su imaginación y dibujaron lo que sería la casa de sus sueños que la llamaron “La casa del Lago”.

Esta vez contaban con una gran ventaja: como ya tenían una casa ahí conocían el funcionamiento del barrio y la modalidad de fin de semana que les permitió conocer las necesidades para alojar invitados por muchas noches.

Esta vez el terreno elegido como base del sueño fue un lote costero: un abanico de 16 metros de frente por 98 de fondo con 2700 metros cuadrados de superficie total. Pero en su costado más ancho tiene casi 70 metros de cara al lago.

“Empezamos sabiendo que queríamos una casa con vistas a todos lados, lo que nos llevó a las transparencias, mucho ventanal con vidrios amplios, pasillos descubiertos para vernos y planteamos un espacio común que une las dos alas de la casa: adultos y niños”, describe Virginia.

Con sus dibujos terminados llamaron a un profesional de la arquitectura para que transformara el sueño en un plano concreto con medidas y así arrancaron en el 2021 la obra que se dio por terminada en octubre de 2023 cuando desembalaron el sillón como hito de inauguración.

Un lugar rodeado de flamencos, huellas de dinosaurios y maderas fosilizadas de 100 millones de años

El barrio es especial porque su entorno natural es único y soñado: médanos de arena gigantes, agua dulce, costas planas, vegetación autóctona variada y medicinal, “mucha fauna nativa que se cuida y se intenta proteger y no perturbar porque es conviviente con los nuevos residentes y, lo que no es menor, es una energía especial que tiene, donde salís a caminar y podes ver restos fosilizados de madera, huellas de dinosaurios y un sinfín de muestras del paso del tiempo sobre esta misma tierra que hoy habitamos”, explica Virginia. Un paleontólogo, que los visita muy seguido, les contó que los restos que hoy van encontrando de madera fosilizadas son de 100 millones de años de antigüedad.

No solo la naturaleza lo hace especial para vivir o pasar los fines de semana allí, es que el barrio cuenta además con guardería náutica, servicios náuticos variados, parador de playa, gastronomía, hotelería, spa, mantenimiento y limpieza de casas particulares, ejecución y mantenimiento de jardines y lavadero de ropa blanca a domicilio, “es fundamental para cuando se reciben visitas y hay que ocuparse del lavado de sábanas y toallas de todos los alojados”, destaca Virginia.

El entorno incluye zorros, liebres, cisnes de cuello negro y flamencos, incluso hay una reserva de aves migratorias de la provincia de Neuquén que comparte costas del barrio.

Al construir la casa tuvieron todo esto en cuenta, no solo para aprovechar mejor las vistas, sino también para conservar y mantener lo máximo posible el entorno del lugar.

“Fueron dos años de trabajo de hormiga”

La casa es de hormigón visto con paneles ranurados de WPC, los interiores tienen revestimiento de madera y pisos símil madera de vinílicos para lograr calidez al momento de andar descalzos por la casa. Las aberturas son de PVC símil madera en un tono playero.

Una curiosidad de la casa es que resolvieron el desnivel natural pronunciado del terreno con rampas y no escaleras, “las rampas son más lúdicas y amables a toda edad y resuelven las subidas y bajadas a los dormitorios”, cuenta Virginia.

Los dormitorios de los niños tienen seis camas uno y cuatro el otro para poder recibir mucha gente, incluso en el playroom se pueden alojar más personas si llegan a necesitar. Las dos alas de la casa, la de niños por un lado y la de adultos y servicios por el otro, se unen con un amplio ambiente troncal formado por la cocina, el comedor y living articulando un playroom en desnivel.

Virginia y Martín se involucraron en el proyecto de principio a fin lo que la convierte a la casa en un sitio único para ellos.

Para el interiorismo iban a la Expo CAFIRA para comprar arte, cuadros y sofá. En cada viaje a Buenos Aires aprovechaban para ver algo del equipamiento de la casa, la cocina fue obra de una marca de Santa Fe. “Fueron dos años de trabajito de hormiga”, describe Virginia. Recuerdan un viaje a Brasil donde por casualidad conocieron a los dueños de una mueblería de la ciudad de Córdoba y con ellos resolvieron todos los muebles de exterior con un tratamiento especial que le otorga durabilidad con un acabado playero. “Un gran desafío fue convencer a mi marido de sacar placard para poner una bañera que ya tenía comprada y no podía devolver. Fue un trabajo muy fino que al final tuvo sus frutos, es que él tiene más ropa que yo y siempre pide mucho vestidor”, recuerda Virginia entre tantas anécdotas.

Algo que no podía faltarle a la casa de sus sueños era la climatización centralizada y domotización de la casa: “era fundamental poder controlar la casa a la distancia, poder avisarle que mientras vamos en camino vaya abriendo las cortinas, prenda el aire y nos ponga música para recibirnos. Confort que te pone de buen humor y te gestiona emociones positivas”, explica Virginia.

“A veces pensamos y sentimos que vivimos en nuestro pedazo de paraíso y se nos pone la piel de gallina de la emoción y la felicidad”, concluye Virginia con emoción.

 

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