“Llegamos a La Pedrera justo antes del boom, cuando todavía era un pueblito que no conocía nadie, con sus carnavales y costumbres”, nos cuenta Cala Zavaleta. El plural implica a su madre, la artista plástica y diseñadora Alicia Goñi, famosa por su recordada tienda Cat Ballou, que fue pionera en el mix de decoración y moda en Palermo Viejo.

La inspiración para el celeste-lavanda de todas las puertas y ventanas se tomó de las casas de pescadores en el Mar Egeo.

“Mamá había hecho su casa sobre la Rambla, a unos pocos metros de esta, que es de 1930; cuando la descubrió, se enamoró”. La construcción estaba muy deteriorada, pero si hay algo que no había perdido era el encanto: con paredes de piedra, pisos dameros y vista al mar, le pareció que sería ideal comprarla para alquilar, y le dedicó ese invierno entero a ponerla en condiciones.

Decidida a mantener el espíritu del lugar, Alicia rehízo las aberturas con una madera más resistente y eligió muebles y objetos en anticuarios. “Ella era de encontrar cosas únicas en remates y chatarreros, y se ponía a restaurarlas. Pero, sobre todo, tenía la virtud de armar espacios acogedores en dos segundos. Acá se animó a explorar una estética distinta a la propia, más inspirada en el Sur de Francia, con algo del Mediterráneo también”, asegura su hija, hoy dueña de este rincón del mundo con tanto color y recuerdos.

“Siento que mi madre hizo algo diferente acá. Ella era aun más barroca y colorinche, muy de las texturas y estampados. Para sus estándares, esta casa es prácticamente minimalista”.

Cala Zavaleta, dueña de casa

Aunque Cala Zavaleta vive en Madrid siguiendo su carrera de actriz y artista, cada año se reserva unos días para visitar este lugar, que tiene para ella una magia única.

“Mamá restauraba mucho, era de encontrar cosas únicas en remates. Tenía esa capacidad y virtuosismo para armar espacios acogedores en dos segundos”.

Casa de artistas

Aunque la austeridad y la sencillez marcan el espíritu de la casa, cualquier observador atento repara en los detalles propios del lugar de una artista. Claro ejemplo son las esculturas con forma de peces, cuencos de cemento o rostros de héroes mitológicos del escultor argentino Martín Arteaga que se repartieron en lugares estratégicos del exterior se reparten.

En la planta baja no hay vistas al mar pero si a un jardín con árboles añejos. Desde el comedor y el living, las puertas antiguas de vidrio tallado dan el marco perfecto a un jardín tan sencillo y cálido como la casa.

En la proa

Por la ubicación de la casa, sobre la Rambla y por encima de las rocas, el segundo piso tiene una vista única del mar. Revestida en calcáreos, la escalera tiene en su descanso una obra de gran escala firmada por Goñi.

El segundo dormitorio es despojado pero alegre. Un juego de camas sin respaldo ni cabeceras suma carácter de la mano mosquiteros tipo dosel.

Las mesadas de los baños fueron hechas en cemento, bajo la mirada atenta de Alicia, que sabía qué proporción y color quería en cada uno.

En el dormitorio principal se apostó por una paleta neutra que solo interrumpen los marcos y cortinas, en sintonía con el mar que asoma por las ventanas.

En el dormitorio principal la paleta es neutra a excepción de las ventanas y cortinas, a tono con el mar que asoma. Desde la terraza, a la que se accede por el dormitorio principal o por una escalera desde el jardín, la sensación es la de estar en la cubierta de un barco. La vista a la bahía del Desplayado que se extiende hasta Cabo Polonio la convierte en un lugar único.

 

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