Cuenta la leyenda que el arroyo Maldonado debe su nombre a una mujer: la Maldonada. Aquella mujer formaba parte de la expedición de Don Pedro de Mendoza, que se asentó en 1536 en la zona hoy conocida como Parque Lezama. Acorralados por los pueblos originarios, los animales salvajes y una epidemia de viruela, los conquistadores enfrentaron la muerte. Presa de la desesperación, la Maldonada huyó hasta llegar hasta el agua, donde cayó rendida. Por la osadía de su deserción, pagó el precio de quedar atada, desnuda y a la intemperie. Pero cuando los soldados volvieron a buscar su cuerpo, descubrieron que un jaguareté que ella solía alimentar le había salvado la vida.

El legado de los impresionistas: 150 años de una muestra que cambió la forma de ver el mundo

“Tanto los indios como los españoles la consideraron mágica”, dice Adriana Bustos, que se inspiró en ella para crear una de las obras que integrarán desde mañana la muestra Cruce en el río, en la sede del Muntref en el Hotel de Inmigrantes, ubicada entre Retiro y Puerto Madero. Vale la pena detenerse allí unos minutos frente la videoinstalación que propone otra experiencia tan fantástica como la de aquella heroína: una navegación simulada por los brazos del Iguazú, filmada con cámara infrarroja. “Ve lo que el ojo humano no ve”, observa la artista, misteriosa.

Su propia mirada es igual de reveladora: así lo demuestra otra obra suya exhibida hacia el final de una navegación imaginaria por el Río de la Plata. En Fundación Proa, frente al puerto de La Boca, integra la imperdible exposición colectiva titulada Lo que la noche le cuenta al día, concebida por el Padiglione d’Arte Contemporanea (PAC) de Milán. Ceremonia Nacional (2016) se compone de dos proyecciones yuxtapuestas: fragmentos del documental dirigido por Leni Riefenstahl en 1938, en el que se registran los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, y de la ceremonia inaugural del mundial de fútbol de 1978, en plena dictadura. “La comparativa pone en evidencia –señala Bustos– los modelos de propaganda fascista de ambos periodos”.

Hay varias paradas propuestas en esta travesía que parte hacia el sur de la ciudad desde el Hotel de Inmigrantes, donde mañana al mediodía se inaugurarán también otras dos muestras: una colectiva centrada en el trabajo y otra en el archivo de Juan Pablo Renzi. La primera es Colección Amalita, que acaba de sumar dos exposiciones dedicadas a Verónica Romano y Gustavo Marrone a la principal, un minucioso y oportuno rescate del legado de Emilio Renart, a cargo del curador Sebastián Vidal Mackinson. Un fallecido artista de culto tan vigente que dos de sus esculturas metálicas podrían confundirse con las de Luciana Lamothe, quien representará a la Argentina en la Bienal de Venecia desde la semana próxima.

Desd el Museo Provincial BellasArtes “Emilio Pettoruti” de La Plata viajó la pieza central de Integralismo. Bio-Cosmos N° 3 (1964), instalación que ocupó casi diez metros de ancho del Centro de Artes Visuales en el Premio Nacional Instituto Torcuato Di Tella del mismo año, donde obtuvo el Premio Especial con un jurado integrado por Clement Greenberg, Pierre Restany y Jorge Romero Brest.

El destino siguiente del itinerario es el museo Marco, en La Boca. Mañana a las 15 abrirá allí al público La función de la utopía, un encuentro de artistas contemporáneos de Tucumán con referentes de la historia del arte argentino que integran la colección de la Fundación Tres Pinos. Entre ellos Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Carlos Alonso, Marcia Schvartz, Luis Felipe Noé y Josefina Robirosa.

El circuito puede concluir en Fundación Andreani, que aloja tres exposiciones vinculadas con la tecnología de Augusto Zanela, Indira Montoya y Rodrigo Alcon Quintanilha. Habrá que esperar unos días más para ver las del fotógrafo colombiano Fernell Franco en Fundación Larivière y de Mónica Millán en Fundación Santander. Esta última tiene su sede frente al Parque Lezama, en la misma zona donde casi cinco siglos atrás la Maldonada dejaba su huella en la historia de Buenos Aires.

 

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