España es el país de las tapas por excelencia. Un pequeño aperitivo que, en muchos sitios se sirve junto con el refresco o la cerveza que hayamos pedido. Es una de las prácticas que más se hacen en los bares de nuestra época, pero cuyo inicio se remonta a varios siglos atrás.
Para buscar el origen de la tapa hay que remontarnos al reinado de Alfonso X El Sabio. En el siglo XIII comienza la tradición de las tapas de una de las maneras más improvisadas, una enfermedad y las ganas de beber vino.
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Resulta que el rey Alfonso X se encontraba enfermo y, para recuperarse de la enfermedad, su médico le prescribió beber vino. Alfonso X, para no dañarse más el estómago, decidió ordenar en los mesones de Castilla servir una pequeña ración de comida para mitigar los efectos del vino.
Esta es una de las versiones más antiguas de las tapas, pero, no es la más extendida. La leyenda alternativa cuenta una historia totalmente diferente, que se desarrolla en el sur de Andalucía y que no sabe a ciencia cierta a quien tiene por protagonista.
Esta leyenda cuenta que Alfonso X, Fernando II o quizá Alfonso XIII, realizó una parada en el mesón Ventorillo El Chato, activo actualmente desde 1780, en la playa de Cortadura; en la bahía de Cádiz.
El rey quiso degustar un vino de Jerez y se sentó en una de las mesas que había junto a la puerta. Sin embargo, una ráfaga de viento de levante, levantó el polvo del camino y para evitar que entrara en la copa, el monarca decidió poner una loncha de jamón sobre la sopa a modo de tapa.
Sorprendiendo al encargado del local, este decidió usar este sistema en cada una de las bebidas que servían. Sobre cada copa de vino o jarra de cerveza se colocaba una cuña de queso o la rodaja de algún embutido, para evitar que el polvo o los insectos entraran en la bebida.
Hoy en día, las tapas se usan como una herramienta de promoción para atraer comensales. El hecho de servir una pequeña porción de comida hace que muchos clientes opten por un local de este tipo antes que por otro que no sirve más que lo que se pide.
