Las ciudades y los campos agrícolas han colonizado ya hasta 100.000 hectáreas de estuarios en todo el mundo en los últimos 35 años. Estos ecosistemas costeros donde el agua dulce entra en contacto con la salada y forma grandes humedales están cada vez más amenazados, poniendo así en riesgo el refugio de cientos de especies y mermando su capacidad para funcionar como sumidero de carbono.

Así lo ha detectado un reciente estudio publicado en la revista Earth ‘s Future, que insiste en que la mayor parte de esta pérdida de ecosistemas únicos en el planeta ha tenido lugar en los países que han experimentado un mayor crecimiento desde los años 90. Los hallazgos que plantea este estudio podrían ayudar a los países que aún se encuentran en vías de desarrollo a evitar los problemas que ya sufren precisamente por la degradación de sus estuarios.

Utilizando datos de satélite obtenidos entre 1984 y 2019, los investigadores identificaron 2.396 humedales en todo el mundo que eran lo suficientemente grandes como para medirlos con imágenes satelitales (aquellos con bocas de más de 90 metros). Casi la mitad (47%) de estos grandes estuarios se encuentran en Asia.

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Son ecosistemas fronterizos entre el agua dulce y la salada
Agencias
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De los enclaves estudiados, se habían reconvertido 1.027 kilómetros cuadrados (100.000 hectáreas) en ciudades o cultivos. El 24% de los estuarios se modificaron para construir presas y un 20% para recuperar terreno, secando completamente el humedal y agregando sedimentos para construir encima.

La situación en España

En España los estuarios están presentes en todas las costas peninsulares, siendo más abundantes en el litoral cántabro y atlántico. En concreto, el país cuenta con 93 estuarios y tampoco han sido ajenos al desarrollo incesante de la población. De hecho, tomando como punto de partida el Inventario promovido en 1991 por la Dirección General de Obras Hidráulicas (DGOH), la pérdida, hasta 2017, se acercaba al 60%.

Los estuarios son ecosistemas de humedales donde los ríos de agua dulce se encuentran con aguas saladas del océano y, por tanto, son áreas costeras que conectan la tierra y el mar. Aunque influenciados por las mareas, los estuarios están protegidos de las olas, vientos y tormentas marítimas por los arrecifes (islas que actúan como barreras), o por franjas de terreno, lodo o arena que definen la frontera del estuario.

Este tipo de ambientes figura entre los más productivos en la tierra, creando cada año más materia orgánica que áreas comparables, en tamaño, de bosques, prados o tierras agrícolas. Gracias a ello, los estuarios se rodean de una amplia variedad de hábitats entre los que se encuentran aguas poco profundas, pantanos de agua dulce y agua salada, playas arenosas, llanos de arena y lodo, costas rocosas, arrecifes de ostras, bosques de mangles, deltas de ríos, lechos de algas marinas y pantanos boscosos.

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Estuario del Tajo, en Portugal
Agencias
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Tesoro ecológico en peligro

Con esta amplia variedad de hábitats tan distintos, no es de extrañar que los humedales albergan una abundante y diversa vida silvestre que va desde pájaros costeros y marinos hasta peces, cangrejos y langostas pasando por mamíferos marinos, almejas y otros crustáceos y reptiles. Son entornos tan tranquilos que han llegado a considerarse “cunas marinas”. Cualquier amenaza hacia ese medio es, por tanto, un peligro para miles de especies que se refugian en ellos.

Muchas poblaciones, sin embargo, han ignorado todas las bondades que guardan estos ecosistemas para moldearlos hasta cumplir sus necesidades durante miles de años. La degradación y pérdida de estuarios ya han reducido la calidad del agua y fragmentado los hábitats de miles de especies. Además, ha hecho que las poblaciones sean más vulnerables frente al cambio climático, dado que ha eliminado la protección que confiere a las costas contra las tormentas, que serán más frecuentes y virulentas debido al calentamiento global.

«El cambio que han sufrido los estuarios es realmente interesante, especialmente en el siglo XX”, explica Guan-hong Lee, investigador de la Universidad Inha en Corea del Sur y coordinador del estudio. Es entonces cuando muchas ciudades empezaron a crecer construyendo presas en los propios estuarios o recuperando tierras agrícolas. “Cuando lo hacen de esta manera, la pérdida es enorme”, insiste.

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Son zonas de gran biodiversidad y funciones ambientales
Agencias
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Países Bajos y Alemania son los países que más han degradado estos parajes naturales llenos de vida. Los investigadores creen que estos ejemplos deben ser un buen reflejo de lo que no deben hacer los países que ahora mismo se encuentran en vías de desarrollo. Y es que estos cambios en el terreno se suelen realizar durante un periodo de transición en el que el país llega a ser de ingresos medios.

Por tanto, los investigadores insisten en que se puede parar la degradación antes de hacerla y evitar así el gasto de millones de euros en la recuperación de un terreno al que no se le ha dado la importancia que tenía hasta que ha sido demasiado tarde.

España se encuentra en esa fase de recuperación de sus humedales. Hay casi 700 proyectos de recuperación de humedales, de los que en esta primera fase han sido seleccionados 78 para su consideración y descripción detallada en el informe ‘Recopilación e identificación de acciones de restauración ecológico en humedales españoles’ de 2017. La ejecución de los 78 proyectos supuso, como mínimo, un aumento de la superficie de humedal en España de 18.000 hectáreas.

Estudio de referencia: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2023EF003691

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es

 

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