Elisabeth Sinfield, de 87 años, produce 30 litros de leche por vaca y por día con un sistema estabulado, tres ordeños diarios y medidores individuales de grasa y proteína en el ordeño. “Desde jóvenes, con mi marido, Tomas Hahn, elegimos invertir nuestros ahorros”, rememora Sinfield, propietaria de Altos de Casares, un tambo ubicado en la zona de Cañuelas.

“Desde 1970 a 1994 vivimos en Brasil, donde mi marido trabajaba, y deseábamos comprar un campo. Así que en 1976 pusimos un aviso pidiendo eso en un radio de 400 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires”, agrega. “Tuvimos una sola respuesta, que ofrecía una propiedad de 478 hectáreas a solo 50 kilómetros de la Capital. Lo visitamos, y también revisamos un monasterio vecino desactivado, en venta por la curia”, añade.

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“Al principio pensamos realizar un desarrollo inmobiliario con venta de terrenos, cancha de golf y amenities. El hermoso edificio del monasterio era ideal para usar como sede social, con sus grandes salones, que se complementaría con un dormi en el sector de los cuartos de los monjes”, recuerda.

“Entonces compramos inmediatamente el monasterio, con la idea de comprar una fracción de las 478 hectáreas para la cancha de golf y el loteo. Pero el dueño del campo se negó a dividir la propiedad; había que comprar todo y no podíamos”, repasa. “Así que vendimos el monasterio y compramos las 478 hectáreas con un socio en 1979″, completa.

Al poco tiempo de esta compra de la sociedad se promulgó una ley que no permitía hacer un country a menos de 5 kilómetros de otros ya existentes, por lo que debieron abandonar la idea original. “A nuestro socio no le interesó la idea de continuar con el campo, así que, con bastante ayuda financiera de familiares, nos convertimos en sus dueños exclusivos”, cuenta.

Con hacienda para engorde de personas conocidas, los Hahn comenzaron a incursionar en la actividad ganadera. Algunos animales eran vacas lecheras, que parieron y se ordeñaron a mano. Así surgió la idea de probar con un tambo.

Avance

“De a poco compramos hacienda lechera. Pusimos en condiciones las instalaciones existentes y adquirimos un equipo de ordeño de ocho bajadas. La leche entregada era de calidad, pues incorporamos un equipo de frio”, afirma la empresaria.

“Seguimos creciendo en el número de vacas para llegar a 200 en 1981, con un planteo principalmente pastoril, dos ordeños diarios y 16 litros por vaca y por día, sin efectuar retiros para seguir creciendo”, prosigue.

En 1982, en Altos de Casares comenzaron con el control lechero con la Sociedad Rural de Cañuelas y con la Sociedad Rural Argentina (SRA) y con inseminación artificial para mejorar la genética del plantel.

“Si bien no era hombre de campo, mi marido era muy entusiasta de la tecnología, por lo que realizamos viajes a Inglaterra, Israel y Nueva Zelanda para conocer e incorporar mejoras. Mi esposo falleció en 2005, pero seguimos buscando el crecimiento y la mejora del tambo. Hoy ordeñamos 450 vacas que producen 30 litros por día, con un planteo intensivo en confinamiento, tres ordeños diarios, collares con indicadores de reproducción y de salud, y medidores individuales de grasa, proteína y conductividad de la leche en el ordeño”, señala.

Un planteo muy intensivo

Roberto Mc Cormick es el gerente general de Altos de Casares desde mediados de 2022. Cuenta que recibió “un tambo de alta producción con mucha tecnología aplicada”. En sus comienzos, la producción lechera arrancó con un planteo pastoril y aprovechamiento de parcelas por horas, con apoyo de silaje y alimento balanceado suministrados durante el ordeño.

En Altos de Casares ocurrían muchos robos de hacienda por estar cerca de una ciudad, lo que obligó a construir un terraplén como barrera y a encerrar los animales durante la noche.

El tiempo fue pasando y el esquema pastoril luego viró a un dry lot, con toda la hacienda concentrada en 15 hectáreas cercanas a las instalaciones de ordeño. Ese esquema funcionó un tiempo, pero el barro y las altas temperaturas estivales combinadas con humedad, que planchaban la producción, impulsaron a migrar hacia la estabulación construyendo un galpón.

Es una instalación de 250 x 40 metros, con una calle central y piso de cemento de 4 metros para la alimentación, con cama de tierra, que se disquea todos los días para mezclar con la bosta y generar un ambiente seco que aporte confort a las vacas. El techo es de chapa con una disposición que permite la circulación de aire.

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En el galpón, cuatro rodeos de 400 vacas pasan todo el día excepto cuando van a los tres ordeños en una instalación espina de pescado de 24 bajadas, con Afimilk y medidores individuales de sólidos y calidad de la leche. También hay un rodeo fuera del galpón que permite llegar 450 vacas en ordeño.

Mc Cormick justifica los tres ordeños porque incrementan la producción en alrededor de un 15%, al tiempo que sacan presión a las ubres de los vientres y contribuyen al confort y bienestar animal.

La producción individual alcanza 30 litros por día como promedio, con un objetivo futuro de superar los 35 durante el pico de producción, con 500 vacas en ordeño. La producción actual se logra con una dieta que incluye 24 kilos de silo de maíz, 7 kilos de alfalfa picada, 1,5 kilos de megafardo de alfalfa, 7 kilos de malta húmeda, 8 kilos de maíz molido, 3 kilos expeller de soja y 1 kilo de cáscara de avena.

Por otro lado, desde el comienzo, en la empresa se preocuparon por mejorar la calidad genética de las vacas para incrementar la producción y la conversión del alimento en leche. Así, se hizo un trabajo de selección con Enrique Toderi, de Select Debernardi, durante muchos años para lograr animales homogéneos, de tamaño mediano, muy buena funcionalidad, elevada conversión de alimento en leche y muy buena ubre.

Las hembras para reposición se crían artificialmente con calostro pasteurizado en los primeros días y sustituto lácteo y alimento balanceado durante los 60 días posteriores. Luego pasan a la recría con alimento balanceado y fibra, para ser entoradas a los 15 meses con 360-380 kilos aproximadamente, para una parición a los 24 meses. Los machos se venden recién nacidos a un comprador que los retira tres veces por semana.

La reproducción y sanidad son controladas por un profesional veterinario que tiene el apoyo de collares que miden ingesta, rumia y producción, y detectan celo y síntomas de enfermedades. Los animales con alertas son separados mediante puertas para su revisación.

Comercialización

Una parte de la leche producida en el campo se vende a una usina grande santafecina integrando un pool de entrega con productores vecinos. Otra parte tiene un destino diversificado: gracias a que el campo tiene instalaciones para enfriar y acopiar 40.000 litros de leche, la empresa les vende a cuatro pymes que pagan con plazos cortos. “Empresas ubicadas en el Gran Buenos Aires, que producen quesos y helados, compran a Altos de Casares cerca de 30.000 litros semanales. También se suma una comunidad Kosher que compra 5000 litros semanales”, enumera Mc Cormick, quien destaca que esas ventas diversificadas y con pronto pago “dan cintura” a la empresa.

 

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