El Mercosur sigue atravesando un momento delicado en el que, incluso, se suele poner en duda su eficacia y su subsistencia. Los problemas que enfrenta son, en buena medida, efectos de cambios operados desde su creación, tanto en la realidad global como en la regional. Así como de dificultades económicas, sociales y políticas que suelen afectar prioridades de sus países miembros. Pero también pueden ser la resultante de métodos de trabajo que se emplean en el accionar conjunto de los socios y, en particular, para la adopción de decisiones formales que requieren consenso.

En esta nota volveremos a abordar el desarrollo de uno de los planos, en el que podría introducirse alguna mejora sustancial en el funcionamiento del Mercosur. No es el único, pero sí uno en el que se observan insuficiencias en la eficacia del trabajo conjunto entre los socios. Tal como hemos señalado en otras oportunidades es una mejora que no requeriría reformas formales del Tratado de Asunción ni del Protocolo de Ouro Preto.

Es el plano de la concertación de intereses nacionales, que es necesaria para lograr la adopción por consenso de decisiones conjuntas de los miembros del Mercosur, que penetren en la realidad y que puedan ser eficaces.

La idea sería encarar una iniciativa orientada a fortalecer en los hechos la función de la actual Secretaría Administrativa, especialmente en relación a su papel en el proceso de adopción de decisiones conjuntas que requieren el consenso de los socios.

Tal fortalecimiento no supone abrir un debate sobre eventuales funciones supranacionales de la Secretaria. O sea funciones que impliquen que quienes las cumplen están por encima de los Estados nacionales. Por el contrario, se trataría de otorgarle la capacidad técnica necesaria para facilitar la compleja tarea de concertar posiciones entre los países miembros, en particular respecto a las decisiones que deben ser adoptadas por consenso. Ayudar a construir esos consensos para que puedan penetrar en la realidad, debería ser en adelante un papel fundamental de la Secretaría del Mercosur.

Ello implicaría acentuar un papel activo de la Secretaría en el armado de redes de instituciones académicas y reflexión técnica, en las que participen especialistas de instituciones de “pensamiento orientado a la acción” propios de los países miembros, y también de organismos internacionales que operan en la región, como por ejemplo y entre otros, Cepal y Bid-Intal.

En principio la actual Secretaría ya tendría una organización interna que permitiría cumplir con una función como la señalada. Por ejemplo sus sectores de asesoría técnica y de normativa, documentación y divulgación, tienen experiencias y competencias que con el suficiente apoyo político y presupuestario harían de la Secretaría un valioso protagonista para los esfuerzos de negociación continua, tales como los que se necesitan para concertar intereses nacionales en un proceso como el del Mercosur.

Fortalecer su papel en el aporte de experiencias, información e inteligencia que requiere concertar la diversidad de intereses y visiones de sus países miembros, y así poder lograr el consenso para la adopción de sus decisiones, es algo valioso que puede contribuir a acrecentar el papel del Mercosur en el desarrollo productivo y en la estrategia de inserción internacional de sus países miembros.

El autor es especialista en comercio internacional de la Fundación ICBC

 

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