Las políticas públicas sostenidas en el tiempo y la inversión cambian las realidades. En los últimos días toda el Área Metropolitana de Buenos Aires ha estado impactada por una serie de eventos climáticos que incluyeron intensas lluvias. Pudimos ver en imágenes de grandes inundaciones, evacuados, y calles completamente anegadas que reflejaron el sufrimiento de muchos vecinos del AMBA.

Ninguno de estos eventos, sin embargo, logró impactar significativamente a la ciudad de Buenos Aires como sí lo hacían en el pasado. Hubo, por supuesto, afectaciones puntuales, pero no tuvimos que enfrentarnos a pérdidas económicas de la propiedad privada de vecinos, ni a interrupciones importantes en los servicios de infraestructura que afecten al transporte o que generen situaciones de peligro extremo. Como señaló el jefe de gobierno, las diferencias fueron muy notorias entre distintos distritos donde cayó aproximadamente la misma cantidad de agua.

Las lluvias fueron muy intensas y en muy corto plazo. Una tendencia que seguirá según diversos estudios como los presentados por Inés Camilloni, climatóloga argentina y miembro del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC). En algunos barrios como Saavedra, Agronomía y Palermo el agua que cayó en 2 horas fue el equivalente a las precipitaciones de todo el mes de marzo en años anteriores. Sin embargo, ahora, a diferencia de lo que se veía en otros lugares, el agua escurría rápidamente. Pero, ¿por qué pasa esto?

Para empezar, tenemos que remontarnos al año 2008 y recordar el impacto que tuvo una tormenta sucedida en agosto, y que afectó a toda el Área Metropolitana. Las imágenes por televisión mostraban canoas en la zona de Puente Pacífico y en Juan B. Justo y Santa Fe. En la avenida General Paz los autos no podían avanzar y el subte se interrumpió varias horas. Todas estas imágenes apocalípticas que quedaron en nuestra memoria, ocurrieron con precipitaciones mucho menores que las de los últimos 2 meses. Mientras que en la última tormenta se registraron más de 100 milímetros en una sola jornada, esas famosas inundaciones en Palermo fueron con precipitaciones menores a 50 milímetros.

En aquel 2008 se anunció la implementación del Plan Hidráulico de la Ciudad, que había sido preparado en años anteriores, pero no se había puesto en marcha en su totalidad. Por su magnitud, ese plan era algo inédito en la historia de la ciudad y significaba un compromiso de inversión que debía sostenerse. Las sucesivas administraciones en la ciudad sostuvieron esta política pública que nos permite comprender el importante valor que tiene la inversión en infraestructura, especialmente cuando es realizada con una visión de mediano y largo plazo y en respuesta a una necesidad ciudadana.

Desde que el Plan Hidráulico se puso en marcha, hace 16 años, se hicieron más de 40 kilómetros de túneles y conductos que benefician a 20 barrios y a 2.4 millones de vecinos y vecinas de nuestra ciudad. Hoy podemos decir que el 85% de la ciudad está protegida frente a inundaciones, que es un número muy alto.

El cambio climático es una realidad y eso nos obliga a pensar una nueva etapa que responda a las nuevas y más exigentes condiciones. Por citar solo un ejemplo: las lluvias en la Ciudad incrementaron más de un 25% su volumen en comparación con los registros de los últimos 100 años y también están comportándose de un modo diferente, que se traduce en eventos más intensos y más frecuentes, como los que hemos visto estos días.

Hacia adelante debemos lograr el uso más activo de las nuevas tecnologías al aprovechar el desarrollo de inteligencia colectiva y descentralizada basada en la disponibilidad de información por parte de los ciudadanos, el uso de soluciones basadas en la naturaleza, así como nuevas obras de infraestructura que alivien puntos críticos del sistema.

El objetivo para los próximos años es aumentar la resiliencia de la ciudad y su capacidad para permitir la adaptación a las nuevas realidades del clima. Una parte importante de la agenda climática de los próximos años pasará por cómo las ciudades y sociedades gestionen el agua. Incluyendo el manejo de los efectos hídricos, el uso recreativo, las soluciones basadas en la naturaleza, el saneamiento ambiental y el desarrollo urbano. Este es el camino que debe seguir toda el Área Metropolitana de Buenos Aires. La buena noticia es que el trabajo hecho en la ciudad muestra que la solución es posible. Como señaló recientemente Jorge Macri en la apertura de sesiones, algunas de las emergencias que vamos a vivir son impredecibles, pero Buenos Aires sostiene el compromiso de ser una ciudad carbono neutral, resiliente e inclusiva para 2050.

Ministro de Infraestructura de la Ciudad de Buenos Aires

 

Facebook Comments