Fueron meses complicados para Ezequiel “Pocho” Lavezzi (38) desde que trascendió el mal momento de salud que está atravesando. Desde aquel confuso episodio a fines de diciembre –del que no se conocieron mayores detalles– por el que terminó con una fractura de clavícula y debió ser hospitalizado en el Sanatorio Cantegril de Punta del Este, hasta sus posteriores internaciones en Argentina en dos clínicas especializadas en salud mental y bienestar integral por una presunta adicción al alcohol, ahora el ex futbolista parece haber vuelto a encontrar la paz en su hogar (una espectacular casa construida por el arquitecto Pablo Sánchez Elía) de Arenas de José Ignacio, frente a Laguna Escondida, con la compañía incondicional de su novia María Guadalupe Tauro (27) –embarazada de cinco meses– y su hermano Diego. ¡HOLA! Argentina los encontró el fin de semana pasado mientras disfrutaban de una distendida tarde de playa, donde pasearon por la orilla del mar con su perra Mika. “La verdad es que de mi vida privada no expongo ni digo nada, espero que me entiendas”, remarcó el ex deportista a este medio cuando fue consultado por su estado actual de salud y la noticia del bebé en camino.

EL DÍA A DÍA

El miércoles 20 de diciembre pasado se dio a conocer que Pocho había resultado herido durante una fiesta de cumpleaños en Uruguay, y enseguida comenzaron a circular diferentes versiones sobre el incidente, como por ejemplo que el ex jugador de la selección argentina había resultado herido en medio de una disputa familiar. Esa madrugada fue trasladado por una ambulancia y un móvil policial al Sanatorio Cantegril, donde permaneció varias horas en observación hasta que recibió el alta a las 16 del mismo día. “Les puedo confirmar que se cayó, tuvo un traumatismo en un evento social y se fracturó la clavícula. Lo vio el traumatólogo y no es necesaria cirugía; las otras lesiones que tiene no son importantes”, explicó María del Carmen Lorente, directora de la clínica esteña. Más tarde, la preocupación por la salud de Lavezzi se incrementó cuando se descompensó en el aeropuerto Laguna del Sauce, donde los médicos –según detallaron en LAM– estuvieron una hora para estabilizarlo, e incluso debieron sedarlo para su traslado en un avión privado rumbo a Buenos Aires. “Quiero decirles que Pocho está bien y recuperándose de un accidente doméstico”, señaló Diego, su hermano, para romper con el hermetismo que la familia mantuvo en torno a este episodio. Tomás, el hijo de Ezequiel, también acudió a las redes sociales para acallar los rumores acerca del estado de su padre. “Dejen de inventar versiones porque detrás de esto hay una familia”, sentenció el joven de 18 años, que tomó un rol protagónico frente al mal momento de su papá.

El sábado 6 de enero trascendió que el Pocho fue ingresado en la clínica Zabala en el barrio porteño de Belgrano, pero horas después fue trasladado en ambulancia a la Clínica Dharma, en Boedo, una institución especializada en salud mental. Días más tarde, su hijo Tomás se volcó nuevamente a Instagram para desmentir una internación por sobredosis. “Mi papá se encuentra bien y en tratamiento, dejen de inventar cosas que no son verdad. No tiene ninguna sobredosis ni nada de lo que dicen”, aseguró. El miércoles 10, Lavezzi reapareció públicamente en un palco de la cancha de Almirante Brown alentando a su sobrino Agustín, que juega para el club Tristán Suárez. Fue a fines de ese mes cuando se supo que Ezequiel decidió continuar con su tratamiento en el Centro Adventista de Vida Sana, ubicado en la localidad de Libertador San Martín, Entre Ríos, que, a diferencia de la institución anterior, no cuenta con un programa específico de adicciones.

Ahora, quien en 2017 llegó a ser el jugador mejor pago del mundo durante su paso por el Hebei Fortune de China, eligió rodearse de sus íntimos para seguir recuperándose en la tranquilidad de su refugio esteño, y con la alegría de su segundo hijo en camino.

 

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