Destino clásico para Semana Santa, Tandil y sus alrededores reúnen historia, campo y tradición católica y, además gastronomía. Para destacar hay muy buenas pulperías, que son el típico boliche que no suele servir comidas al plato, sino picadas, sándwiches, empanadas o asado, reservado con antelación. Y también hay restaurantes de campo que vale la pena visitar, que suelen estar en calles de tierra, se destacan por su sencillez, sirven menú fijo y, a través de la ambientación, ponen en valor aspectos telúricos del lugar.

El Viejo Almacén

En Pablo Acosta, son famosas sus empanadas de vizcacha. Todos los productos que ofrecen provienen de la región y, además, tienen charcutería propia.

Viviana Coluccio divisó este almacén en 2005. Entonces era un sitio olvidado, pero que había tenido su época de esplendor a principios del siglo XX, cuando funcionó como lugar de aprovisionamiento para la estancia de Pablo Acosta. El lento declive lo había marginado, hasta que Viviana proyectó sobre este lugar la mezcla de sus pasiones: la gastronomía y el turismo. Ella y Fabián, su marido, encararon la titánica tarea de reconstruir la propiedad que había estado prácticamente abandonada. El 11 de junio de ese año les entregaron la llave y trazaron el primer objetivo: abrir el 3 de julio, fecha en la que se realizaría una carrera de bicicletas. “Ese día vino mucha gente”, recuerda Viviana. “Y desde entonces, nunca pararon”, agrega entre risas.

Abre de lunes a domingo de 9 a 18. RP 80 Km 73, Pablo Acosta. T: +54 9 (2281) 40-5627. IG: @almacenacosta

Época de Quesos

Ofrece más de cien variedades de quesos y productos regionales en una esquina emblemática de Tandil.

Una esquina abandonada que durante 20 años fue una tapera. Una esquina sin ochava, la única de su tipo en todo Tandil. Una esquina de ladrillos a la vista, un rancho de los que quedan pocos en pie, donde funcionó una pulpería, una posta para aventureros del siglo XIX y un almacén de ramos generales. Ahí posó su mirada Teresa Inza, luego de una crisis familiar que se transformó en un verdadero motor de cambio y que la llevó a crear, en 1992, Época de Quesos. A pesar de haber partido de este mundo el 1 de noviembre de 2019, su legado pervive en cada pared, mueble, rincón y, sobre todo, en el espíritu del emprendimiento que congregó a toda una familia y que contintúan sus cuatro hiijos: Carlos, Gonzalo, Victoria y Rodrigo.

Entre las más de 100 variedades de queso, hay clásicos, como un exquisito parmesano, pero también rarezas, como un queso macerado en vino tinto durante 24 horas, recubierto con hojas de parra. Entre las picadas, se destaca “La preferida de Teresita”: quesos, fiambres cortados a cuchillo, milanesa de queso, tortilla de chistorra y ensalada frutal.

Abre todos los días, de 9 a 23. 14 de Julio 604, Tandil. T: +54 9 (249) 444-8750 / (249) 444-0267. IG: @epocadequesos.

Almacén 4 esquinas

Pintado de rosa, con aberturas verde agua, piso de ladrillos y mesitas a la sombra: así luce este sitio acogedor estratégicamente ubicado a 28 km de Tandil.

“Se vendía este lugar y vimos una oportunidad”, dice Romina Somi, acerca de los comienzos de este emprendimiento con el que logró poner en valor una propiedad que había albergado un almacén, ombligo del pueblo de Azucena. Al frente quedó el padre de Romina, Jorge, que continuó con la tradición almacenera mientras su hija y su marido, Fabián Bugna, emprendían otro ambicioso plan: la elaboración de quesos de oveja. “En 2016, mi papá se tuvo que retirar y teníamos que decidir qué hacer”, cuenta Romina. La ecuación fue simple: turismo, gastronomía y producción local. “Ofrecemos la posibilidad de probar nuestros quesos, hacemos visitas guiadas y la gente puede conocer la cadena productiva y degustar”, explica. Hoy, la marca 4 Esquinas elabora quesos de oveja y también de cabra, ricota, queso feta, yogur griego, dulce de leche, helado y jabón de tocador. Hasta el almacén, llegan habitués y curiosos que deambulan por la RP 74. En la semana ofrecen picadas bien cargadas y los fines de semana amplían la oferta con platos más elaborados y carnes.

Abre de lunes a viernes de 10 a 15; sábados y domingos de 10 a 17 horas. RP 74 Km 231, Azucena. T: +54 9 (2494) 37-9070. IG: @tamboovino4esquinas

Almacén Adela

En el paraje Fultón, son negocio para abastecerse, además de restaurante con encanto.

Romina Romeo siempre amó el campo y la vida de pueblo. Así que cuando supo que el almacén de Fulton estaba en venta, no lo dudó. Montó el negocio de la mano de su mamá, Susana López. Comenzaron a ofrecer platos caseros, mientras advertían que llegaba cada vez más gente. La actividad fue creciendo y pasaron de atender tres mesas a 45 comensales. En la semana, además, funciona como almacén. Un recomendado: la tortilla de papa hecha con huevos de campo, a la que le agregan un poquito de ajo picado.

Abre todos los días de 9 a 13.30 y de 17.30 a 21.30. Martes, cerado. En invierno, de 8.30 a 13 y de 16 a 21. Calle de los Arrieros y Los Catangos, Estación Fulton. T: +54 9 (2494) 33-2624. IG: @almacenadela

Bar El Cerro

Funciona en uno de los negocios más antiguos de Tandil, frente a una calle tranquila.

Juan Cadona es un enamorado de su boliche. Así, con esa pasión, recibió el legado de su padre, Gabriel, para erigirse como la tercera generación al frente del bar El Cerro, uno de los comercios más antiguos registrados –y abiertos– en Tandil. Tiene 142 años y un presente que dialoga con la tradición sin aferrarse al pasado. Él y su pareja, Nalé Ruiz, decidieron ponerse al frente de esta oportunidad en 2022. Hoy ofrecen una variada carta con buena pastelería, pizzas, picadas, pastas, helados y tragos.

Abre de miércoles a lunes, a partir de las 10.30 horas. Juan Basso Aguirre 2498, Tandil. T: +54 9 (249) 406-989. IG: @bar_el_cerro

Lasarte Hermanos

En un pueblo tranquilo, resiste las embestidas del tiempo y el olvido gracias a la pasión de dos hermanos.

“Este es el lugar de reunión del pueblo”, resume Oscar Lasarte cuando se le pregunta cuál es el secreto de la supervivencia de este hermoso almacén que abrió en la década del 40 y que llegó a manos de la familia Lasarte por insistencia de su dueño anterior, Justo Méndez. “Él lo llamó un día a mi padre y le insistió para que comprara el fondo de comercio, y que lo pagara como pudiera”, cuenta Oscar, quien se crio jugando en el piso damero del almacén, entre sus viejas vitrinas y los relatos de los parroquianos. Este imán, que concentra la atención del pueblo, no tiene fecha de fundación, pero se presume que funciona como boliche desde hace más de un siglo. En el medio pasaron por muchos rubros (llegaron a vender electrodomésticos, pavos, gallinas… de todo), hasta que fue quedando el viejo almacén como marca identitaria, visitado cotidianamente por un séquito de fieles. Es un faro que se resiste al despoblamiento, una muestra viva de viejas costumbres aquí vigentes que no se resignan a desaparecer. “Acá, en su momento, había tres almacenes, tres fábricas de queso, una sastrería y dos peluquerías”, dice Oscar.

Abre de lunes a sábado de 7 a 12 y de 15 a 20. De la Canal s/n. T: +54 9 (2494) 67-4433.

 

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