Recuerdos de París (Revoir Paris, Francia/2022). Dirección: Alice Winocour. Guion: Alice Winocour, Jean-Stéphane Bron, Marcia Romano. Fotografía: Stéphane Fontaine. Edición: Julien Lacheray. Elenco: Virginie Efira, Benoît Magimel, Grégoire Colin, Maya Sansa, Amadou Mbow, Nastya Golubeva Carax. Calificación: Apta para mayores de 13 años con reservas. Distribuidora: CDI Films. Duración: 103 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Inspirada en los recuerdos de su hermano sobre los ataques terroristas de 2015 en el corazón de París –fue un sobreviviente del atentado en el Bataclan-, Alice Winocour reconstruye en Recuerdos de París la experiencia del trauma a partir de una memoria esquiva y fragmentada, que convierte a la protagonista en víctima e investigadora de lo sucedido, una inusual forma de pensar el relato a través de una experiencia individual que se expande a la ciudad, al país, a un estado del mundo en tensión. Winocour ha sido especialista en retratar con sólida perspectiva femenina traumas que a menudo se reducen a una crónica distanciada o a un texto de denuncia. Ya sea su evocación de las experiencias de la temprana psiquiatría con la histeria en Agustine (2012) o el dilema de una madre astronauta previo a un viaje al espacio exterior en Prometo volver (2019), lo que importa para el estudio de la directora es la perspectiva interior, esa distorsión del mundo real que traen los sucesos definitivos, aquellos que cambian el mundo propio antes que aquel en el que intentamos rearmarnos.

Conocemos a Mia (la siempre excelente Virginie Efira) en el que será un día clave de su vida sin que ella lo sepa. Después de sus tareas como traductora se cita con su amante para cenar, él debe partir repentinamente debido a una urgencia, ella deambula con su moto hasta que la atrapa la lluvia y decide refugiarse en un bar mientras adelanta algunas correcciones. Lo que viene después es un desfile de imágenes sueltas: la lluvia torrencial que cae en la calle, una torta de cumpleaños con las velas encendidas, gente que conversa, que ríe. Después el horror, disparos, una incierta escapatoria y el vacío definitivo. El tiempo pasa y Mia sigue con su vida, ya sin su amante, con lagunas en sus recuerdos y esa extraña identidad que define a los sobrevivientes. Winocour se apega a su personaje y al lento proceso de volver al lugar de la tragedia, el inicio de un recorrido por los vericuetos de su memoria, el intento de dar sentido a ese mundo perdido para siempre.

Alice Winocour es una de las directoras francesas más interesantes del presente, junto con Mia Hansen-Love, Céline Sciamma y Justine Triet, quizás esta última con un pie más firme en el mainstream. Pero lo que define a Winocour es su paciente sensibilidad para el tratamiento de temas incómodos de la agenda contemporánea, a menudo reducidos a lugares comunes o posiciones banales. En Recuerdos de París, el impacto de los atentados esquiva el sensacionalismo y el reparto de responsabilidades políticas para concentrarse en lo humano, en lo más doloroso de una experiencia con la que hay que convivir para siempre. Hay momentos de recriminación entre los sobrevivientes y la propia Mia explora las razones de su salvación sin saber si fue la casualidad, la astucia o quizás una culpa escondida que no puede dilucidar. Recordar qué ocurrió es también entender quién es ahora, y como puede reconstruir quién era sin perderse para siempre.

Recuerdos de París explora los contornos del horror sin nunca mostrarlo; aquello indescriptible se cuela en gritos y jadeos, copas que se quiebran, un bullicio que se hace ensordecedor. La puesta en escena es atenta y quirúrgica, y el gran trabajo de Efira y la aparición deslumbrante de Benoît Magimel, que ha encontrado en este crepúsculo de su carrera un cierto renacimiento, nutren a la película de una observación sagaz, de una poderosa emoción.

 

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