Una de las tecnologías más útiles en la arqueología moderna es el LiDAR, acrónimo de “laser imaging, detection and ranging” (en inglés, “imagen, detección y medición por láser”). Este sistema, de hecho, se usa en campos tan variados como la agricultura, la fabricación de vehículos autónomos o la detección de infracciones de velocidad.

Para la investigación arqueológica, el LiDAR ha abierto un nuevo mundo de posibilidades: ha permitido realizar descubrimientos que habrían sido muy improbables de otro modo y ha facilitado tareas que antes eran muy lentas y tediosas. Te explicamos cómo funciona esta tecnología y por qué resulta tan útil.

Cómo funciona el LiDAR

El funcionamiento del LiDAR es, sobre el papel, simple: mediante un haz láser, se mide la distancia entre el emisor y una superficie. Su principio es similar a otras tecnologías como el sonar y el radar, que se basan en el mismo principio pero utilizan, respectivamente, ondas de sonido y microondas.

El LiDAR emite pulsos de luz láser que rebotan en los objetos que encuentran y vuelven al sensor. Este mide el tiempo que el láser ha tardado en volver y, puesto que la velocidad del haz es constante, calcula la distancia con una enorme precisión.

Si se usa a una escala más amplia, se pueden medir millones de puntos individuales e introducir estos datos en un programa que genera una imagen en 3D de los objetos o superficies; es decir, se pueden hacer mapeados tridimensionales extremadamente precisos.

Por qué es tan útil en arqueología

Una de las características más importantes del LiDAR es que el láser penetra la cubierta vegetal y revela lo que hay debajo o detrás de ella. En el mundo de la arqueología, esto tiene dos utilidades principales: la búsqueda y mapeado de objetos o estructuras antiguas.

Por lo que respecta al mapeado, esta tecnología permite acelerar en gran medida los tiempos de trabajo a la hora de elaborar mapas tridimensionales de estructuras y yacimientos enteros, informatizando una labor muy tediosa y reduciendo el riesgo de errores gracias a la gran precisión del láser.

Sin embargo, donde el LiDAR resulta más útil es en la búsqueda de estructuras y yacimientos desconocidos. El motivo es que gracias a esta tecnología resulta más fácil identificar estructuras que, a causa del paso de los siglos, han quedado ocultas a la vista debido a las plantas que han crecido sobre ellas, disimulando sus formas.

Un vuelo con dron sobre las ruinas de Dzibanché revela pirámides entre el extenso bosque de México. Y aún hay más de lo que parece.

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Esto resulta de especial utilidad en entornos muy boscosos, como la jungla. Así, en los últimos años se han descubierto en América ciudades precolombinas que habían estado perdidas durante siglos, sobrevolando la selva mientras se escaneaba el terreno con sensores LiDAR. En Europa también ha sido útil para identificar redes enteras de carreteras romanas, permitiendo entender mejor la expansión de esta antigua potencia por los territorios conquistados.

El LiDAR proporciona aún otras ventajas: gracias a su mapeado tan preciso, es posible detectar estructuras que podrían pasar desapercibidas a simple vista, como entradas a edificios, áreas discretas e incluso objetos. Y no solo eso, sino que permite intuir de antemano cuáles pueden ser las zonas más interesantes de un yacimiento y así planificar mejor las campañas, evitando de paso la destrucción o daño accidental de objetos o estructuras ocultas.

Otras utilidades del LiDAR

El LiDAR tiene, de hecho, muchas más utilidades. Uno de los sectores que más la utiliza es el de los transportes, en los cuales tiene una amplia gama de utilidades. De hecho, el origen de esta tecnología fue el seguimiento de satélites meteorológicos.

Una de las más comunes son los sensores que nos avisan cuando hacemos marcha atrás o maniobramos y nos acercamos demasiado a otro coche o a un obstáculo. Una evolución de esta aplicación son los coches autónomos: para hacerse una idea, sería como dotarlos de una ecolocalización que les permite “ver” lo que hay a su alrededor en tiempo real y así evitar accidentes.

Otras grandes aplicaciones del LiDAR se encuentran en la agricultura. Por ejemplo, se puede usar para monitorear el crecimiento de los cultivos y así saber qué zonas dan mejores rendimientos, planificar los sistemas de riego y drenaje en los campos, o detectar la erosión del terreno, entre otras utilidades. Todo esto se realiza mediante el uso de robots agrícolas, algunos de los cuales cuestan poco más de mil dólares, haciéndolos cada vez más asequibles.

Los ámbitos en los que el LiDAR puede ser de utilidad son múltiples: ciencia, energías renovables, transporte, entretenimiento… Y más allá de usos “prácticos”, también tiene aplicaciones en múltiples campos de estudio como la climatología, la geología o la física. Y a medida que pasa el tiempo, se encuentran más y más utilidades para esta tecnología revolucionaria que he venido para quedarse.

 

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