Marie Curie, Albert Einstein, Werner Heisenberg, Max Born, Erwin Schrödinger, Niels Bohr, Max Planck… Seguro que todos estos nombres te suenan: son los nombres de algunos de los científicos más brillantes del siglo XX.

Si a ellos sumas a Ernest Rutherford o a de Broglie, se hace el grupo de genios perfecto, ¿verdad? Un conjunto de sabiduría y brillantez sin igual. Pues bien, a lo largo del siglo XX existieron una serie de conferencias, conocidas como Congresos de Solvay donde todos ellos coincidían con un objetivo único: poner en común sus investigaciones y buscar grandes progresos en la física y en el panorama científico, en general.

Desde la primera conferencia, organizada en el año 1911 gracias al mecenazgo del químico e industrial belga Ernest Solvay – quien cedió su nombre al evento – y que supuso un gran éxito, se han sucedido 37 conferencias.

Estos eventos se celebran cada 3 años con el objetivo de reunir a los grandes científicos de cada época y conseguir grandes avances significativos. Justamente, en abril de 2024 se celebrará el primer Congreso de Solvay dedicado a la biología, poniendo en evidencia la importancia de estos congresos y su preservación a lo largo de los años.

Sin embargo, quizás por la enorme reputación de sus asistentes o, quizás, porque era la primera vez en la historia que se conseguía llevar a cabo una serie de conferencias de ese calibre de manera periódica, los Congresos de Solvay que han pasado a la historia de la ciencia han sido los cinco primeros. En palabras del propio Werner Heisenberg: “Las reuniones de Solvay han sido un ejemplo de lo mucho que pueden contribuir al progreso de la ciencia las conferencias bien planificadas y organizadas.”

PRIMER CONGRESO

El primero de los congresos tuvo lugar entre el 29 de octubre y el 4 de noviembre de 1911, en el Hotel Metropole de Bruselas. Esta primera edición atrajo a algunos de los nombres más destacados en el campo de la física de ese momento, incluidos Albert Einstein, Marie Curie, Max Plank, Ernest Rtuherford o Henri Poincaré. En total, participaron un total de 17 científicos de los cuales, la gran mayoría, eran Premios Nobel.

El tema principal del congreso fue la Radiación y los cuantos. Bajo esa temática, la conferencia consideró los problemas y dificultades que acarreaba tener dos ramas de estudio bajo una misma disciplina: la física clásica y la teoría cuántica. En definitiva, era un momento crucial en el desarrollo de la física.

De hecho, uno de los puntos destacados fue la presentación de Albert Einstein a sus compañeros sobre la Teoría de la Relatividad: en 1905 había publicado su teoría especial y estaba en proceso de desarrollar la teoría general, que presentaría formalmente en 1915.

 Por otro lado, en materia de cuántica fue Planck quien llevó la voz cantante, pues solo 11 años antes había introducido el concepto de cuantización de la energía, dando el pistoletazo de salida a esa nueva disciplina y coronándose como uno de los científicos más formados en esa rama.

En definitiva, las ideas y los debates que surgieron durante el evento sentaron las bases y marcaron el desarrollo de la física moderna. Quizás, con conversaciones o asistentes diferentes, la comprensión del mundo natural sería muy diferente a cómo es actualmente.

SEGUNDO, TERCER Y CUARTO CONGRESO

El segundo, tercer y cuarto congreso, al igual que su predecesor, tuvieron una amplia significancia en la historia de la física. Organizados igualmente por Ernest Solvay, cada uno de ellos se llenó de las figuras más influyentes en el panorama científico de la época.

La Segunda Conferencia de Solvay tuvo lugar en 1913 en Bruselas y tenía por tema principal La estructura de la materia. Así, un tema destacado en este congreso fue la discusión sobre la naturaleza de la radiación electromagnética y el comportamiento de los átomos.

Entre los participantes más destacados, volvieron a repetir asistencia Einstein, Planck, Rutherford o Curie, y otros, como por ejemplo Niels Bohr, se incorporaron a las sesiones por primera vez. En este caso, las discusiones contribuyeron en su gran mayoría al entendimiento de la teoría cuántica por parte de todos los asistentes y a la comprensión de la estructura atómica vigente.

El Tercer Congreso tuvo que esperar hasta el año 1921 para ser organizado y, como recuerdo de la Primera Guerra Mundial, ningún científico alemán fue invitado a él. El tema de la conferencia fue Átomos y electrones, sin embargo, la ausencia de los alemanes provocó un descenso en la calidad de la conferencia muy pronunciado en comparación al resto de ediciones: solamente en las universidades alemanas existía en aquel momento un progreso importante en el campo de la física moderna, es decir, en el estudio de la teoría cuántica y la teoría de la relatividad.

El Cuarto Congreso, organizado solo tres años después, en 1924, reunió de nuevo a los científicos más influyentes para discutir sobre la Conducción eléctrica de los metales. En esta ocasión, repitieron la experiencia Rutherford, Marie Curie o Hendrick Lorentz, mientras que otros nombres, como Peter Debye, se incorporaron a las discusiones.

QUINTO CONGRESO

No obstante, el Congreso de Solvay más famoso fue, sin duda, el quinto. Tuvo lugar en Bruselas en 1927 y significó un auténtico hito en la historia de la ciencia. El enfoque principal giró en torno a los electrones y a los fotones, así como a la teoría cuántica. El encuentro marcó un auténtico punto de inflexión en la comprensión del Universo, desafiando las concepciones que se tenían hasta esa fecha.

De hecho, una de las anécdotas más icónicas de este año narra un debate entre Albert Einstein y Niels Bohr acerca del principio de incertidumbre de Heisenberg, en el que el primero afirma: “Usted cree en un dios que juega a los dados”. La respuesta de Bohr pasaría a la historia: “Einstein, deje de decirle a Dios lo que debe hacer con sus dados”.

Diecisiete de los veintinueve participantes en este congreso eran – o se convertirían en los siguientes años – en científicos homenajeados con el Premio Nobel. La imagen de este congreso, capturada por Irving Langmuir, quien más tarde también sería galardonado con el Nobel de Química en 1992, pasaron a la historia como tesoros de gran valor para la ciencia.

 

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