El talento huye de Can Barça. Siempre nos quedará la familia y los amiguetes, eso si, nada más. Da igual la modalidad de salida, sea el despido, la baja voluntaria o el pacto para quedar bien. Da igual si eres ejecutivo o un directivo. Dan igual los motivos aducidos, sean personales, que topicazo, sean profesionales, para irse a cualquier otro lugar o buscarse la vida lejos del caos existente o la ejecución premeditada. Todo da igual. Es verdad que sabemos como funciona la política en Can Barça. En cada cambio de junta directiva se suceden los nombres de ejecutivos que tal como entraron, por razones de confianza y amistad, salen inmediatamente, eso no es raro.

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A nadie extraña que nombres como Óscar Grau o Bill Mannarelli duraran tanto como el tiempo en que pudieron transmitir su conocimiento a aquellos que entraban, tan costosos eran sus emolumentos como intrascendentes sus capacidades. Otros como Jansa, Soler, Gómez Ponti, Schroder o Martín, estaban en listas incluso antes de que se ganaran las elecciones y tenían sustitutos con nombre y apellido previo a las urnas. Significados deportistas como Amor, Altimira o Roura pagaron su incorporación en el mandato anterior, por muy gente de club que fueran.

Pero lo realmente sorpresivo es no conseguir retener el talento que seleccionas e incorporas. Reverter, un gran fichaje, un ejecutivo contrastado internacionalmente, que volvió a casa para y por el Barça, reduciendo sus emolumentos en Media Markt, duró tan solo siete meses. Su profesionalidad ha llevado a que nunca haya explicado con detalle el porqué de su dimisión, pero es obviamente, un secreto a voces. Un directivo de su nivel no acepta ser un testaferro de nadie, ni que otros decidan por él.

Tras él, algunos de los nuevos ejecutivos también salieron. Ramírez, Barbany, López, Mas, Tabero y, la última, Maribel Meléndez, han decidido que el Barça no era el lugar donde deseaban desarrollar su carrera profesional. Miren su linkedin, poco después la gran mayoría tenían cargo en reputadas compañías. Un caso doloroso y significativo fue la salida de Toni Ruiz. El Director de Comunicación Corporativa era un profesional tan leal a la institución como un digno sucesor del gran Maxenchs, despido fulminante sin ninguna razón, ni explicación.

En las Juntas solo suceden caídas si hay discrepancias importantes en lo personal o situaciones muy graves en los ámbitos de gestión. Hagamos una lectura de las bajas en la junta. El cambio de guión de Jaume Giró, después de tener una gran visibilidad en campaña, siendo el vicepresidente económico “in pectore”. Algó sucedio que le hizo acabar de Conseller de Economia meses después. El exejecutivo de Caixabank siempre ha sido hombre hábil y de sigilosos movimientos. También cayó Jordi Llauradó, el responsable en la junta del Espai Barça, con toda seguridad la parcela donde se gestionan las mayores cifras económicas. La elección de la constructora turca sobrevuela la decisión.

Finalmente Eduard Romeu, el gran Houdini del castillo de naipes financiero que es la economía blaugrana hoy en día. Tampoco se le sustituirá, veremos quien cuadra las cuentas ahora. Nos quedan Yuste, Fort y Soler como núcleo fuerte, así como un grupo de amiguetes entre los que cobran nómina, entre ellos el omnipresente Enric Masip. El directivo Cubells, considera que por dedicación y talento deberían cobrar, apaga y vámonos. Ese es su modelo.

 

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