Las cadenas de supermercados vienen advirtiendo entre sus clientes un cambio de hábito que llama la atención. Es algo reciente y sutil, pero evidente al ojo del analista de marketing. Han detectado que creció la consulta en los escáneres entre las góndolas, alejados de las cajas. No de a un producto por vez, lo esperable en un país casi sin sistema de precios y donde los comerciantes prefieren a veces ahorrarse el cartelito, sino de a varios al mismo tiempo. Los empresarios no tienen dudas: son compradores a quienes les da vergüenza admitir, ya en la caja, que se pasaron en la compra. La crisis argentina es virulenta y nadie sabe hasta dónde llegará la paciencia del consumidor.

Milei cree de todos modos estar frente a un cambio de régimen. Sobre ese supuesto basa sus movimientos. Tiene la ventaja de que gran parte de la sociedad atribuye el desastre al gobierno anterior. Una sensación que comparten incluso dentro del PJ, donde siguen todavía los reverberos de la derrota de octubre. El último reproche de Guzmán a Massa en Twitter por la pobreza es un ejemplo al respecto. Y aire para el Gobierno.

Esta consideración para con el nuevo presidente no es ajena a las razones que hicieron fracasar al peronismo. Mala praxis, obvio, pero además un proceso de cuatro años: una interna que gastó desde el minuto uno la autoridad de Alberto Fernández y que sigue intacta y aumentada. El malestar con Cristina Kirchner por esa responsabilidad está recién aflorando. Incumbe, por ejemplo, a dos empresarios, Fabián de Souza y Cristóbal López, que no le perdonan a aquel gobierno no haber recuperado los activos de Oil que quedaron bajo el control de YPF y que, dicen, le fueron arrebatados al grupo Indalo por Macri y Fabián Rodríguez Simón.

Hay también reproches menos materiales. Algunos no se explican que, después de haber empujado a todos al esmerilamiento de Alberto Fernández, la expresidenta no haya sido candidata. En la intimidad, Gildo Insfrán dice abiertamente que está peleado con ella. De paso, le baja la calificación a Máximo Kirchner: se jacta de no haber tenido jamás una reunión a solas con él.

El gobernador de Formosa viene de sorprender mostrándose en una foto con Guillermo Moreno. Andrés Larroque hizo lo mismo esta semana, aunque más jugado: aparece en un video con el exsecretario de Comercio, a quien le da un abrazo y acompaña en el canto tribunero. “Traigan al gorila de Milei, / para que vea/ que este pueblo no cambia de idea/ lleva la bandera/ de Evita y Perón”. Moreno es uno de los elegidos del peronismo que piden renovación. ¿Lo quieren de candidato? No tanto. Un dirigente del espacio lo interpreta así: “Él fue funcionario de Cristina y acertó desde el principio con que el gobierno de Alberto Fernández iba a ser un desastre. Una foto con él es un modo de cuestionar el dedo de la expresidenta sin dejar de reivindicar la década ganada”.

Y otros se acercan a Grabois. “Están de moda los que gritan”, evalúan en el PJ. Son adhesiones que no significan por ahora reconocer un liderazgo. El peronismo está atomizado como nunca, con debates internos que consisten en cómo pararse frente a Milei. No está dirimiendo un proyecto de poder, sino de oposición. Era obvio que la principal víctima de ese deterioro sería Máximo Kirchner, a quien ya desafían varios en la provincia de Buenos Aires. Entre ellos, Jorge Ferraresi, decidido a encolumnarse detrás de Kicillof y, dice, molesto con ministros bonaerenses que no lo reciben. Son los que responden a La Cámpora.

Máximo Kirchner no tiene la influencia de hace un año. Ya había perdido, con el yate de Insaurralde, a su mejor interlocutor con los municipios. Ambos siguen en contacto, pero el exintendente de Lomas de Zamora tampoco es el mismo. Dicen que no pudo acordar con su sucesor, Federico Otermin, ni siquiera la continuidad de funcionarios. A duras penas, algunos proveedores.

Federico Achával, intendente de Pilar, es ahora el líder comunal más cercano al hijo de la expresidenta. Siempre dentro del rubro. Achával sí brega por la unidad del peronismo. “Quiere juntarle a Máximo la tropa para evitar los Ferraresi o los Granados”, definió un diputado. Pero la provincia de Buenos Aires es hoy territorio de proyectos personales. Massa, por ejemplo, hizo su congreso en Parque Norte, donde sumó a integrantes de la CGT que no estaban en su espacio. Hay operadores suyos, incluido un exfuncionario del gobierno anterior, que no descartan que el líder del Frente Renovador mude su domicilio a la Capital Federal y aspire a un cargo en el Senado, un ámbito que, dice, sería más acorde con la jerarquía política que merece. La fantasía incluye la posibilidad de una sucesión. El peronismo todavía no se sacó de la cabeza la idea de una asamblea legislativa.

Milei se ve, en cambio, en el camino inverso. Confía en que la inflación aflojará en los próximos meses y eso convencerá al establishment de la necesidad de reformas de fondo. Sus estrategas de imagen esperan que, mientras tanto, la sociedad se entretenga en otras discusiones. Lo que llaman batalla cultural. “Un hito por semana”, describen. A la oposición nada de esto le es indiferente. En Pilar dicen que acaba de ser despedido el 100% de la UDAI de la Anses del distrito. “Están en llamas”, agregan.

¿Le alcanza al Gobierno para mantener el respaldo? Algunos sondeos indican que sí. Hasta ahora. Un relevamiento del politólogo Sergio Doval muestra que en las redes, aun con intermitencias según la discusión del día o la semana, el feeling positivo con el Presidente se ubica todavía por arriba del 50%. Su pico más alto, el día que asumió, fue del 68%. Cayó al 45% cuando cumplió un mes de gestión, pero volvió a subir al 59% en la apertura de sesiones ordinarias. Bajó al 50% al cumplir tres meses de gobierno, pero saltó al 59% entre el 1° y el 21 de marzo. Y el 24, día del video por la “Memoria, verdad y justicia completas”, estuvo en el 54%. Curioso: Milei tuvo el peor porcentaje (37%) antes de asumir, con el último debate con Massa.

Doval hace el trabajo sobre dos escenarios: uno con todos los usuarios de las redes y otro sacando los trolls. El debate del 24 de marzo, por ejemplo, le dio al jefe del Estado 54% de positivo y 32% de negativo con trolls, y 44% de positivo y 40% de negativo sin ellos. “El Presidente sigue imponiéndose en las redes, pero no se puede obviar el empuje que le da el ecosistema de cuentas libertarias”, concluye el informe.

El respaldo es incluso más rotundo en el mundo económico. “Milei hace lo mejor que se puede hacer”, dijo esta semana Alejandro Bulgheroni en un seminario en el Hotel Four Seasons. El presidente de Pan American Energy agregó sin embargo que si el Congreso no le vota las leyes, la salida demoraría más. Lo que reclaman los empresarios es un contexto institucional. Por eso algunas entidades, como la Cámara de Comercio norteamericana en la Argentina, IDEA o ACDE, cuestionaron la candidatura de Ariel Lijo a la Corte. “Ese tribunal es el último dique de contención que le queda a la Argentina”, dijo el director de una compañía. Nadie entiende en realidad cuál fue el motivo que convenció al Presidente de pensar en el juez, y algunos dejan volar la imaginación. Suponen que nada –desde la relación entre Lijo y la familia Werthein, cercana al Presidente, hasta algún contacto reciente entre Ricardo Lorenzetti y Eduardo Eurnekian– debería ser casual. Pero quisieran al menos entenderlo. “Salvo que fuera una alquimia de pragmatismo, es todo inexplicable”, razonó un ejecutivo. Tampoco hay escáner capaz de auscultar la mente presidencial. La Argentina es a veces ir por las góndolas a tientas.

 

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