La alianza táctica entre Pro y La Libertad Avanza (LLA) se construye en un clima de cautela y recelos mutuos. Sus legisladores mueven en tándem en el Congreso para conseguir los apoyos que le den sustentabilidad a las reformas que impulsa el presidente Javier Milei para desregular la economía y achicar el Estado. En simultáneo, a sabiendas de que representan el mismo espectro ideológico en el mapa político, sus jefes planifican confluir en la oferta electoral de las legislativas de 2015. Sin embargo, el futuro del vínculo entre macristas y libertarios es un gran enigma.

Mientras el expresidente se prepara para suceder a Patricia Bullrich al frente de su partido -el acuerdo para sellar una lista de unidad se oficializaría el martes-, crece el malestar del macrismo con una de las figuras más gravitantes de la mesa de decisiones de Milei: el jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Al misterioso ministro coordinador lo acusan de tener un encono con Pro y de tejer en las sombras para privilegiar al peronismo a la hora de repartir cajas codiciadas en la administración pública, como el PAMI o el área de salud.

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La controvertida salida de Omar Yasin de la Secretaría Trabajo sembró aún más desconfianza en el macrismo en torno a la figura de Posse. En el campamento del expresidente creen que Yasin, quien había trabajado en los equipos de campaña de Bullrich, pero llegó al Gobierno de la mano de Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, fue el “chivo expiatorio” que encontraron Milei y Posse para aplacar el escándalo que provocó los aumentos de sueldos en el Ejecutivo. Es que Yasin no había intervenido en el derrotero del polémico decreto que habilitó las subas y que lleva la firma de Milei. En rigor, Armando Guibert, secretario de Transformación del Estado y Función Pública y vice del Banco Nación, un hombre de extrema confianza de Posse, fue el responsable del “error”. En Pro sospechan que el jefe de Gabinete pidió la renuncia de Yasin para colocar en ese puesto a un leal, como Julio Cordero, un abogado del Grupo Techint que ya tenía un rol preponderante en el esquema laboral de LLA, y aumentar su injerencia en la cartera de Pettovello. En cambio, los libertarios que habitan en ese Ministerio atribuyen la salida de Yasin a una discusión con sus superiores por la asignación de cinco mil unidades retributivas en su área.

Yasin se sumó a la lista de dirigentes ligados a Pro que salieron eyectados del Gobierno por decisión de Posse. Por caso, Enrique Rodríguez Chiantore, un exfuncionario de Cambiemos que integraba los equipos de Bullrich, fue desplazado a fines de enero de la Superintendencia de Servicios de Salud, que regula y controla a las obras sociales y medicina prepaga.

Mientras que el Gobierno argumentó que no había avanzado en los objetivos de su sector, Rodríguez Chiantore les hizo saber a los altos mandos de Pro que sospechaba que Posse había ejecutado la maniobra para aumentar la influencia de Mario Lugones, un asesor de la jefatura de Gabinete que aún no fue designado en un cargo, sobre el sector de la salud.

Lugones, titular de la Fundación Sanatorio Güemes, actúa como un controller en el ministerio que encabeza Mario Russo, exfuncionario de Malena Galmarini en Aysa. En Pro infieren que Lugones es el hombre fuerte del área de Salud por sus vínculos con Enrique “Coti” Nosiglia y el sindicalista Luis Barrionuevo. “Es parte interesada; gestiona intereses”, lanza un exfuncionario del macrismo. Lugones también incide en el PAMI, donde colocó a Esteban Leguízamo, quien fue jefe de la UGL VI de la Capital durante la gestión de Luana Volnovich y tiene nexos con Asociación de Médicos Municipales.

Además, su hijo, Rodrigo Lugones, integra el círculo de confianza de Santiago Caputo, el guardián de la identidad del Presidente. A los macristas paladar negro también les provoca escozor que Barrionuevo se mueva detrás de bambalinas no solo en salud, sino también en la secretaría de Turismo, a cargo de Yanina Martínez.

En el mundillo del partido fundado por Macri asocian la resistencia Posse -incluso del ministro del Interior, Guillermo Francos, otro detractor del expresidente-, a estrechar lazos con Pro a la afinidad que mantiene con el peronismo y, sobre todo, su extensa trayectoria laboral en Corporación América, la nave insignia del empresario Eduardo Eurnekián, exjefe de Milei.

Está claro que Posse pone reparos frente a Pro y vincula al macrismo con la UCR, un partido que expresa a la dirigencia tradicional. En cambio, el estilo disruptivo de Milei representa a la nueva política, según los libertarios. Sin embargo, los macristas que orbitan en la galaxia de LLA están convencidos de que Posse es “anti-Pro” y no oculta sus preferencias por el peronismo. El propio Macri admite en la intimidad que el jefe de Gabinete representa un muro: veta sus recomendaciones o propuestas para rellenar casilleros en las segundas o terceras líneas del Ejecutivo.

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Cerca del expresidente perciben que los dirigentes ligados a Pro suelen ser “fusibles” en momentos críticos del gobierno de Milei. Es que Yasin y Rodríguez Chiantore no son los únicos expulsados de LLA. En las últimas semanas también se fueron, por distintas razones, Horacio Pitrau, otra víctima en Trabajo, el exdiputado de Pro Diego Marías, exinterventor adjunto del sistema de medios públicos, o Ricardo Schlieper, exsubsecretario de Deportes. No obstante, Schlieper fue reemplazado por otro hombre ligado a Pro: elexintendente de La Plata Julio Garro, quien trabajará bajo el ala de Daniel Scioli y Francos.

En el organigrama de Milei sobreviven decenas de dirigentes con pasado en Pro o Cambiemos -desde los equipos de Bullrich y Caputo hasta Javier Herrera Bravo, secretario de Legal y Técnica-. “Todos ellos entraron por decisión personal. A Macri no lo llaman para avisar que los desplazan; ninguno fue un pedido de Mauricio. No cogobernamos”, insisten cerca del expresidente. Otros referentes de Pro, como el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, apuntan contra Caputo, el asesor presidencial, o Karina Milei.

Los cortocircuitos entre las tropas de Milei y Macri comenzaron durante las reuniones para coordinar la fiscalización del balotaje. Los libertarios intuyeron que el expresidente había activado una ofensiva para ganar influencia en la organización del operativo para garantizarles puestos codiciados en el Gabinete a dirigentes de su confianza. En ese momento se registraron los primeros roces entre Posse, uno de los colaborados más estrechos de Milei, Guillermo Ferraro, Francos y los emisarios designados por Macri para negociar la entrega de asistencia para la fiscalizar. En ese momento, Macri mostraba interés en desplazar a Ferraro para allanarse el camino en Infraestructura, donde añoraba colocar a Guillermo Dietrich.

Tras el triunfo de Milei en las urnas, el líder de LLA tentó a Patricia Bullrich con el cargo de ministra de Seguridad y cerró la incorporación de Luis “Toto” Caputo, mientras Macri empujaba por colocar a Cristian Ritondo como titular de la Cámara de Diputados. En un tuit cargado de mensajes velados, el expresidente aclaró que Bullrich y Caputo habían tomado la decisión “personal” de sumarse al “primer equipo” del gobierno de los libertarios.

A cien días de la asunción de Milei en la Casa Rosada, Macri sigue en la misma tesitura ante la opinión pública: el Pro colabora con el Presidente desde el Congreso, pero no cogobierna ni está dispuesto a fusionarse con LLA. “Va a hacer todas las gestiones para que salga la nueva ley ómnibus y el DNU. Las formas no nos pueden gustar, pero la agenda de Milei es la nuestra”, dice uno de los consejeros de Macri.

Cerca del exmandatario admiten que Pro y LLA se encaminan a integrarse en 2025 en la grilla electoral. Con el anclaje del partido, Macri aspira a ordenar la discusión por las listas o cargos con Milei. Una vez que suceda a Bullrich -ella quedaría al frente de la Asamblea Partidaria y el expresidente les dará lugar a gobernadores y el jefe porteño para exhibir renovación-, aspira a alinear la fuerza y “unificar” la ventanilla para negociar con Milei. Pese a la buena sintonía, la negociación será engorrosa. “Hay una contradicción: ellos quieren los votos de Pro, pero no a los dirigentes”, afirma uno de los hombres de confianza de Macri.

 

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