En febrero de 2024 un equipo de investigadores de la Universidad de Kioto descubrió en acuarios y zoológicos de Japón varios ejemplares de una especie de salamandra gigante amenazada que está a punto de extinguirse en la naturaleza. Al parecer, no habían sido identificados como tales, sino que las habían confundido con una especie autóctona. Este tipo de hallazgos pone en valor la importancia de las políticas de conservación de anfibios, pero también la fragilidad de las poblaciones de las salamandras gigantes: unos animales voluminosos como amenazados. 

Si uno piensa en el anfibio más grande del mundo, le viene a la cabeza la imagen de un monstruo más propio de una película de ciencia ficción. No es para menos, puesto que algunos de estos animales se asemejan a criaturas realmente terroríficas. Es el caso, por ejemplo, de los criptobránquidos, una familia de salamandras gigantes entre las que se incluyen algunos de los anfibios más grandes del mundo. 

Uno de ellos es la salamandra gigante de China (Andrias davidianus), un animal completamente acuático que puede llegar hasta los 2 metros de largo. Presenta una cabeza plana y unos ojos diminutos y cuenta con una visión muy limitada, con lo que depende en gran medida de su olfato, su tacto y de su capacidad para detectar las vibraciones de su entorno, algo que consiguen gracias a la ayuda de unos nódulos sensoriales de su piel.

unos Anfibios gravemente amenazados

Se cree que su antepasado fue uno de los primeros vertebrados que abandonó el medio acuático para empezar a vivir en la tierra hace más de 300 millones de años. Ha sobrevivido los cambios drásticos producidos en nuestro planeta desde entonces y probablemente alcanzó su forma actual hace unos 70 millones de años, motivo por el cual es considerado un auténtico fósil viviente.

Pero su situación es hoy mucho menos halagüeña que en el cretácico superior, pues en la actualidad estos anfibios se enfrentan a incontables amenazas, Para empezar, no pueden sobrevivir lejos del agua, pues apenas logran mantenerse en pie con unas pastas tan frágiles, lo que los hace altamente dependientes de unos ecosistemas acuáticos cada vez más amenazados, lo que ha llevado a esta especie, catalogada como ‘en peligro crítico’ por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, al filo de la extinción den estado salvaje. 

Hibridación: un arma de doble filo

Todas las salamandras gigantes están en peligro y figuran en los apéndices del Convenio CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), por lo que su comercialización queda expresamente prohibida. Además, su área de distribución es generalmente limitada. Por ejemplo, todas las especies existentes del género Andrias, el más numeroso, existen únicamente en China y en Japón. Una de ellas es la salamandra gigante japonesa (Andrias japonicus), una especie vulnerable endémica de las islas Honshu, Shikoku y Kyushu que puede medir hasta 1,5 metros de longitud. La otra es la salamandra gigante de China meridional (Andrias sligoi), una especie endémica del sur de China, presente en estado salvaje en la cuenca del río Perla y en arroyos al sur de las montañas, actualmente en estado crítico. 

Son tan pocos los individuos existentes que muchos acuarios y centros de cría han optado por recurrir a la hibridación de especies para garantizar la continuidad de las poblaciones, al menos en cautividad. Esto es precisamente lo que un equipo científico de la Universidad de Kioto liderado por el profesor Nishikawa Kanto descubrió que había sucedido recientemente. Mientras analizaban muestras de tejido genético de 73 salamandras gigantes de distintas en busca de signos de hibridación, descubrieron 4 ejemplares de salamandra gigante del sur de China, 2 eran machos adultos en cautividad, uno de los cuales había muerto recientemente ¿Cómo habían llegado hasta allí dos ejemplares de una especie que lucha para sobrevivir a la extinción? ¿Cómo es posible que nadie hubiera caído en que se trataba de una especie distinta? Kanto piensa que podría tratarse de un hecho más común de lo que parece, y no descarta encontrar más ejemplares en distintos centros del país. 

Kanto y su equipo no solo informaron del hallazgo de estos individuos extraordinariamente difíciles de documentar, sino que también advirtieron sobre la principal consecuencia indeseada de la hibridación de especies: la pérdida de diversidad genética. Los investigadores descubrieron que la mayoría de los individuos no autóctonos que habían descubierto eran híbridos entre davidianus y A. japonicus, así como cruces entre otras especies. Es más, algunos de los ejemplares ni siquiera estaban destinados a la hibridación. Es el caso, por ejemplo, de las salamandras gigantes de China meridional encontradas en los zoológicos, que, según explica este experto a National Geographic España a través del correo electrónico, no pueden mezclarse con ninguna otra especie. 

Según Kanto, devolver ejemplares cautivos al medio salvaje es una alternativa muy poco eficaz, pues “viola la diversidad genética intacta que se produce en el medio natural”. ¿Cuál es la solución? Que los ejemplares en cautividad tengan linajes puros, y, claro está, que sean debidamente identificados. Lo que da pie a otra conclusión: el futuro de las salamandras gigantes dependerá en mayor medida de la conservación del hábitat que de la reintroducción de especies, y mucho menos si son híbridas.

 

Facebook Comments