El crimen del ingeniero electrónico, Roberto Eduardo Wolfenson Band, asesinado entre el 22 y 23 de febrero pasado, en el country La Delfina de Pilar, sigue sumando misterio a su alrededor luego de que surgiera la duda de si el contenido del celular de la víctima fue borrado por completo e, incluso, se eliminó el material que estaba alojado de manera virtual.

“Tenemos información cierta de que el teléfono de Wolfenson Band fue alterado. Es decir, vaciado completamente el día viernes 23 de febrero por, evidentemente, el autor del homicidio. Esto lo presenté en un escrito para que se compruebe pericialmente”, dijo a LA NACION, Tomás Farini Duggan, que representa a los dos hijos del hombre de 71 años que fue encontrado sin vida hace 26 días y cuya muerte, en una primera instancia, se quiso hacer pasar como natural.

El letrado sumó: “Esto habla de determinadas características del homicida. No cualquiera sabe cómo eliminar por completo la información que está en un teléfono y eliminarla de la nube y todo lo demás, daría la impresión que es lo que han hecho con el teléfono del padre de mis defendidos”.

En el escrito, al que accedió LA NACION, el letrado detalló: “Hace cinco años la relación entre el Wolfenson y su hija se extinguió. Es decir, su hija no quiso mantener más trato con él. Consecuentemente, bloqueó su contacto telefónico. Sin embargo, la semana pasada advirtió lo siguiente. Conforme resulta de la captura de pantalla correspondiente a su celular, al ingresar al contacto correspondiente al señor Wolfenson figura como último registro el día 23 de febrero de 2024 (es decir, el día en que fue descubierto el cuerpo sin vida de su padre)”.

“Ese dato revelaría que el homicida del señor Wolfenson manipuló su celular. Concretamente, lo activó el día 23 de febrero (claramente debía conocer el código de ingreso) y eliminó todos los chats”, suma la presentación en la que adjuntó las capturas de pantalla del celular de la hija de la víctima y “solicito que se ordene una pericia tendiente a comprobar lo expuesto”.

La novedad se conoció en el primer día de una semana clave para la investigación del crimen porque será el momento de que declaren ante el fiscal de Pilar, Germán Camafreita, funcionario a cargo de la investigación, los familiares directos de Wolfenson Band.

En una primera instancia, frente a Camafreita estará Graciela Orlandi, pareja de la víctima hace más de 15 años y que no estuvo en la casa del lote 498 del country La Delfina el jueves 22 y viernes 23, cuando fue el ingeniero electrónico fue visto con vida y luego encontrado muerto en una habitación de la primera planta de la casa.

También declararán, como testigos, los dos hijos Orlandi tiene con una pareja anterior y lo mismo harán descendientes directos de Wolfenson: sus hijos Esteban y Laura.

El tranquilo barrio privado, situado en la avenida Juan Domingo Perón 1353, en Pilar Centro, se vio conmovido cuando pasadas las 17 del viernes 23 de febrero fue encontrado sin vida cuando no respondía los llamados de la guardia a donde estaba un profesor de piano que tenía que darle clases al hombre que estaba jubilado, aunque seguía asesorando empresas.

La última persona que vio con vida a Wolfenson Band, sin contar al asesino o los asesinos, fue la empleada doméstica que trabajó el jueves 22 febrero en la casa de la víctima, quien se retiró a las 13.53.

Se trata de Rosalía Soledad Paniagua, que los martes y jueves iba a la casa de la víctima a realizar tareas de limpieza entre las 8 y las 14.

La semana pasada, en su cuarta declaración, Paniagua dio nuevos detalles que podrían resultar claves en la siguiente etapa de la investigación. “Me dijo que tenía que preparar la cena porque tenía una visita”, relató la mujer. Para los investigadores, la compañía que esperaba era alguien que vivía en el barrio privado.

“La empleada doméstica sostuvo que cuando ella llegó, el ingeniero preparaba yogurt en una máquina que estaba en la cocina. Y que al mediodía le dio para probar, pero le dijo que todavía no estaba hecho. No es un dato menor, porque el 23 de febrero pasado, cuando fue hallado el cuerpo de la víctima, la máquina todavía estaba encendida”, sumó un detective judicial.

La información para los investigadores es importante porque podría hacer cambiar la data de muerte. Hasta el momento, por los datos que surgieron en la autopsia, se cree que Wolfenson Band fue asesinado en las primeras horas de la tarde del 23 de febrero pasado. Es decir, después del mediodía.

“La elaboración del yogurt podía demandar unas ocho horas. ¿Por qué no fue apagada la máquina? Puede ser que al ingeniero lo hayan asesinado cuando todavía no había terminado de hacerse el yogurt y por eso la máquina quedó encendida”, especuló un investigador.

En una anterior declaración, Paniagua había contado un detalle que no pasó por alto para los investigadores: el día que encontraron muerto al ingeniero vestía la misma ropa con la que estaba vestido el jueves 22 de febrero cuando ella trabajó en la casa: una chomba anaranjada, pantalón tipo jogging azulado y calzaba unas Crocs.

Ese dato se sumó a lo que contó un amigo de la víctima que se presentó espontáneamente a declarar y afirmó que el ingeniero “era una persona muy prolija y coqueta y que para él es muy poco probable que dos días seguidos se vistiera igual”.

Según la autopsia, el ingeniero fue ahorcado con un elemento fino, una soga o una tanza. Otra de las revelaciones de la necropsia es que Wolfenson Band intentó defenderse; tenía lesiones en brazos y mano, además de un corte en la parte posterior del cuello.

 

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