La escasez de agua es un problema mundial que cada vez preocupa más a los expertos. Las sequías cada vez son más intensas y prolongadas en muchas regiones del planeta, afectando a cerca de 40 millones de personas.

Hace varias semanas que en Cataluña se activó la fase de emergencia por sequía, afectando al consumo de agua. Aunque el pasado fin de semana llovió y sirvió para hacer crecer las reservas y los embalses, se acerca el calor y empezará la temporada de riego para el sector agrícola, disminuyendo su nivel: «Al bajar menos agua de los embalses, los contaminantes están más concentrados y ello repercute en la calidad».

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Según ha explicado ‘El Periódico’, si en las próximas semanas no llueve bastante, la región metropolitana de Barcelona se dirige hacia un escenario inimaginable: «Tanto la Administración como las operadoras de agua se preparan ante la posibilidad de que el agua del grifo supere alguno de los indicadores fijados por el Real Decreto 3/2023. Si esto ocurre, el agua no se podrá catalogar como potable».

Miren López de Alda, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha asegurado que esto afecta «tanto al agua de los embalses como al agua de los acuíferos». Además, ha declarado que aunque hay diferentes puntos de tratamiento, «puede ser que no se logre potabilizar todo el agua».

Un ejemplo es la potabilizadora de Sant Joan Despí, que se capta del caudal del río con una mezcla de agua procedente de los embalses y agua regenerada. Al bajar poca agua por el cauce del río, el agua regenerada se diluye poco y es más difícil de potabilizar, ya que tiene peor calidad que el agua que llega de los pantanos.

Aunque desde el Govern están trabajando para solucionar estos problemas generados por la escasez de lluvias, no estarán terminados antes de verano. Esto podría generar problemas tanto en Barcelona como en alguna de las localidades del sistema Ter-Llobregat.

Según han declarado a ‘El Periódico’, el Departament de Salut ya ha tenido reuniones en las que se han planteado que el agua sea declarada no potable de aquí a unos meses. Sin embargo, López de Alda ha querido tranquilizar a los ciudadanos: «Si esta agua se bebiera, no habría peligro sanitario para la población. Pero no se podría considerar potable porque superaría alguno de los umbrales marcados por la ley, por ejemplo en cloruros o trihalometanos».

Por tanto, a partir del verano, advertirían a la población que es recomendable no consumir agua del grifo, ni cocinar con ella.

 

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