Los videojuegos son un gran pasatiempo y, desde su invención a mediados del siglo pasado, se han diversificado de formas increíbles e imaginativas: desde los primeros y sencillos juegos de los años 70 hasta sagas tan famosas como Super Mario, The Legend of Zelda o Final Fantasy (cuya historia recoge la nueva serie de coleccionables Videojuegos legendarios de RBA).

Pero también pueden ser una herramienta útil para cosas de lo más inesperadas. Es el caso de un curioso programa de la Marina de Estados Unidos que los utiliza, ni más ni menos, que para entrenar leones marinos: por extraño que pueda parecer, les enseñan a jugar a videojuegos y más aún, los resultados demuestran que esto tiene efectos muy positivos sobre los animales.

En 1959 la Marina de Estados Unidos puso en marcha su Programa de Mamíferos Marinos, cuyo objetivo era entrenar animales para diversas tareas subacuáticas como recuperación de equipo extraviado, rastreo o detección de minas. Hoy en día está compuesto por algo más de 120 leones marinos que son, por así decirlo, el equivalente acuático de los perros militares.

Entrenamiento y pasatiempo

Para asegurar que los animales gozan de una buena calidad de vida y pueden desarrollar sus instintos naturales, el programa ha implementado a lo largo de los años varias actividades de ocio y enriquecimiento, como juegos y excursiones a mar abierto. Y la última novedad ha sido incorporar los videojuegos a su lista de pasatiempos.

Se trata de juegos sencillos en los que los animales pueden mover un punto azul en la pantalla usando cursores direccionales, que presionan con la nariz. Hay diversos tipos de niveles, como atravesar un laberinto o capturar la silueta de un pez que se mueve por la pantalla. Al completarlos, sus entrenadores les felicitan y les dan un arenque como premio. El siguiente vídeo muestra a Spike, uno de los leones marinos, en plena partida:

Originalmente la actividad fue pensada para estudiar los efectos del enriquecimiento mental en los animales del programa, pero al final se ha convertido en un entretenimiento del que los leones marinos parecen gozar enormemente. Sus reacciones demuestran cuánto disfrutan de su nuevo pasatiempo: al terminar un nivel establecen contacto visual con sus entrenadores y esperan que les feliciten; algunos incluso hacen su “danza de la victoria” para celebrarlo, tumbándose en el suelo y rodando de un lado a otro.

“Es por esto que lo hago”, afirma Kelley Winship, científica de la Fundación Nacional de Mamíferos Marinos. Es doctora en psicología cognitiva y corresponsable del proyecto, del cual destaca que, más allá de la información científica que pueda dar, su valor está en lo que aporta en calidad de vida a los leones marinos. “Realmente me preocupo por estos animales y las vidas que llevan. Me encantan todas las cosas interesantes que podemos ver con esta investigación, pero al final lo que quiero es verlos felices y divirtiéndose.”

La experiencia mejora cuando es compartida

Puesto que en un inicio la actividad fue pensada como un experimento científico, se diseñó un mecanismo que automáticamente premiaba con pescado a los leones marinos cuando completaban el nivel. Sin embargo, durante el curso del estudio, se empezó a hacerlo manualmente porque el dispensador requería de un mantenimiento y limpieza constantes y al final suponía más trabajo del que ahorraba.

Cuando se sustituyó este mecanismo por la interacción humana, las cuidadoras observaron que el rendimiento de los animales y la experiencia global para ellos mejoraban sustancialmente. Ellas les animaban y les felicitaban cuando completaban un nivel, aportando una recompensa emocional que no proporcionaba la máquina y dándoles una motivación adicional. Durante un tiempo se alternó este tipo de interacción con el dispensador, y se observó que los animales estaban más motivados y alegres en las sesiones en las que participaban sus cuidadoras, por lo que al final se optó por hacerlo siempre de este modo.

Debido al éxito del programa, se intentó hacer algo parecido con delfines. Esto suponía un reto tecnológico mayor puesto que, al contrario que con los leones marinos, la interfaz debía estar en el agua y debía tener en cuenta factores como la refracción de la luz de la pantalla: finalmente se optó por usar un proyector para visualizar la pantalla de juego en las paredes de su piscina, justo por encima del nivel del agua, pero tenía que ser de noche para que lo pudieran ver bien.

El objetivo del equipo ahora es desarrollar una interfaz multijugador para que los animales puedan jugar entre ellos, incluso en una hipotética partida multiespecie. En cierta manera ya lo han hecho con el sistema desarrollado para los leones marinos, incluyendo un modo de juego en el que las cuidadores pueden mover la silueta de un pez por la pantalla mientras el animal intenta cazarlo. “Las posibilidades que tendría esto para la investigación son infinitas”, señala Kelley Winship.

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