La mariposa Monarca (Danaus plexippus), emblema de la naturaleza y la biodiversidad, afronta una de sus horas más bajas en los bosques mexicanos, donde tradicionalmente halla refugio durante el invierno

Esta temporada 2023-2024, los datos son alarmantes: apenas 0,9 hectáreas de bosque albergaron a estas criaturas, una disminución del 59,3% en comparación con el año anterior. 

Este descenso no es un evento aislado, sino el reflejo de una serie de amenazas que ponen en jaque a esta especie y, por extensión, a la salud de nuestros ecosistemas.

En una conferencia de prensa reciente, líderes de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y del World Wildlife Fund (WWF) dibujaron un panorama sombrío, pero no exento de esfuerzos para revertir esta tendencia. El uso del glifosato, cuyo decreto de disminución se publicó en diciembre de 2020, se señala como uno de los grandes villanos, junto con otros herbicidas y plaguicidas que merman el hábitat reproductivo de la Monarca y afectan su salud.

 

La cruzada por LA supervivencia DE LA MARIPOSA MONARCA

La respuesta ante esta crisis ambiental es multifacética. Desde el trabajo comunitario en ejidos y comunidades para el monitoreo biológico de los bosques, hasta la atención a incendios y plagas, se tejen esfuerzos para preservar la salud de los ecosistemas forestales.

El PROCODES y el PROREST son ejemplos de programas que buscan un manejo forestal sostenible y fortalecer el turismo responsable, como lo demuestra el sello colectivo Mariposa Monarca.

Pero el desafío trasciende las fronteras mexicanas. La migración de estas mariposas desde Canadá y Estados Unidos hasta los bosques de Michoacán y el Estado de México es un fenómeno que requiere una estrategia continental. Los cambios climáticos en sus zonas de reproducción, con temperaturas elevadas y sequías, han mermado la disponibilidad de las asclepias, esenciales para la puesta de huevos y alimentación de las larvas.

La conservación de la Monarca, entonces, es un llamada a la acción colectiva. No solo se trata de proteger un espectáculo natural de incomparable belleza, sino de salvaguardar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que estas mariposas y sus hábitats proporcionan, como la infiltración de agua en el Sistema Cutzamala, vital para más de 6 millones de personas.

Hacia un futuro incierto pero esperanzador

La situación de la mariposa Monarca es una muestra palpable de la fragilidad de nuestros ecosistemas ante las intervenciones humanas y los cambios climáticos. Sin embargo, la respuesta de la comunidad científica y de conservación, unidas a las políticas públicas y la participación comunitaria, dibuja un camino de esperanza.

La tarea es difícil y requiere de un compromiso inquebrantable de todos los sectores de la sociedad. Solo así podremos aspirar a revertir esta tendencia y asegurar que las futuras generaciones puedan ser testigos del majestuoso vuelo de la Monarca, símbolo de la interconexión de la vida y la urgente necesidad de proteger nuestro planeta.

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