El 7 de febrero, un incidente desconcertante sacudió las aguas frente a la costa sur de la isla de Tobago, en Trinidad y Tobago. Un barco, cuyo origen sigue siendo un misterio, volcó, liberando una cantidad significativa de petróleo en el océano. 

Este evento no solo es alarmante por el daño ambiental inmediato que ha causado, sino también por el enigma que representa el propio barco, al que ya se refieren como el «barco fantasma».

Respuesta de emergencia 

El primer ministro Keith Rowleyno ha dudado en declarar el suceso como una «emergencia nacional», asegurando que se movilizarán fondos federales extraordinarios para afrontar la catástrofe. Con todo, la falta de información sobre la embarcación complica la respuesta. «No sabemos a quién pertenece, no tenemos ni idea de dónde procede», ha admitido Rowley, subrayando la peculiaridad de la situación. 

A pesar de los esfuerzos por contener el derrame con barreras y la intervención de buzos especialistas, el desafío persiste ante la incapacidad de sellar completamente la fuga.

La comunidad de Lambeau, cercana al desastre, reporta un olor persistente, que aumenta la preocupación por posibles impactos en la salud. Farley Augustine, secretario jefe de la Asamblea de Tobago, ha instado a las personas con afecciones respiratorias a tomar precauciones, ofreciendo mascarillas para mitigar los riesgos.

Impacto en el turismo y el medio ambiente 

En el año 2021, Trinidad y Tobago se destacó en el escenario global como el 37º mayor exportador de petróleo crudo, con ventas al exterior que alcanzaron los 1,32 mil millones de dólares. Este importante recurso natural no solo contribuyó de manera significativa a la economía del país, sino que también se posicionó como el cuarto producto más exportado, subrayando su papel crucial en el comercio internacional de Trinidad y Tobago.

Los mercados de destino de este valioso recurso abarcaron una diversidad geográfica notable, liderados por Estados Unidos, que recibió exportaciones por valor de 948 millones de dólares, lo que refleja la estrecha relación comercial entre ambos países en el sector energético. Otros socios comerciales relevantes incluyeron a Colombia, con 125 millones de dólares en importaciones; España, que adquirió petróleo crudo trinitense por 76,8 millones de dólares; Panamá, con 64,7 millones de dólares; y Bélgica, donde las importaciones alcanzaron los 45,8 millones de dólares.

Sin embargo, este derrame ocurre en un momento crítico, en plena temporada de Carnaval, un pilar del turismo en Tobago. Por consiguiente, la contaminación amenaza no solo la biodiversidad marina y las playas de la región, sino también esta importante fuente de ingresos. «La mejor parte de la economía de Tobago es su turismo», ha recordado Rowley, subrayando la urgencia de contener el desastre para proteger esta industria vital.

La magnitud del derrame, con unos 15 kilómetros de costa ya afectados, plantea serias preguntas sobre la capacidad de respuesta ante emergencias ambientales de esta naturaleza y la preparación para futuros incidentes similares. Además, el misterio del «barco fantasma» añade una capa de complejidad a la crisis.

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