Negarse a vivir la vida natural debido a conflictos internos que se sienten intolerables es, incluso en personas en su sano juicio, un hecho raro, posible solo en el caso de las personas más nobles y moralmente más exaltadas. A un conflicto interno tan trágico sucumbió nuestro amigo Paul Ehrenfest. Quienes lo conocieron bien, como fue mi caso, saben que esta personalidad intachable fue víctima, sobre todo, de un conflicto de conciencia del que de una forma u otra no se libra ningún docente universitario que haya pasado, digamos, de los cincuenta años

Con esas palabras comienza el obituario de Einstein, titulado Out of my later years, en el que recuerda la memoria de su buen amigo Paul Ehrenfest tras su muerte, un físico teórico austríaco que pasó a la historia por sus contribuciones al campo de la física estadística y la mecánica cuántica. Sin embargo, la motivación de Einstein con esta obra no era solo honrar su faceta como científico, sino mostrar el lado más personal de su colega, difundiendo todos sus conflictos psíquicos, su autocrítica y su opresión mental.

De hecho, la muerte de Paul Ehrenfest es un acontecimiento que marcó enormemente a los científicos de mediados del siglo XX: el físico se quitó la vida con solo 53 años, sumido en una gran depresión, utilizando un arma de fuego y asesinando previamente a uno de sus hijos. El hecho quedó grabado en la memoria de todos aquellos compañeros que trataban con él, desde Einstein, quien lo admiraba y consideraba como un hermano, hasta Paul Dirac, con quien compartió una de las últimas conversaciones de su vida.

JUVENTUD EN PENUMBRA

Paul Ehrenfest nació en Viena en el año 1880. Desde pequeño, la vida no le sonrió demasiado: la familia, formada por un matrimonio y cinco hijos, no presentaba una buena situación financiera y su madre nunca le trató con mucho cariño. Sin embargo, la situación de rechazo no duró mucho, pues la madre de Ehrenfest falleció por cáncer cuando él solo tenía 10 años y, lamentablemente, su padre lo hizo seis años más tarde por causas similares, quedando el joven Paul al amparo de sus hermanos mayores.

Fue en esos años de adolescencia cuando el físico comenzó a mostrar problemas de inestabilidad psicológica, con inclinaciones hacia tendencias depresivas que lo hicieron aislarse en su propio mundo. Sin embargo, todo apunta a que Ehrenfest consiguió salir adelante centrándose en el estudio de las matemáticas y la física, pues en ese ámbito, en el cual destacó desde muy joven, se sentía cómodo y protegido.  Así, consiguió ingresar en la Universidad de Viena, donde se licenció en Física Teórica para, un par de años más tarde, especializarse en matemáticas por la Universidad de Göttingen. Ahí conoció a la joven matemática rusa Tatyana Afanasyeva, quien se convertiría en su esposa y con la que tendría 4 hijos.

En 1912, ingresó en la Universidad de Praga, en donde coincidió con Albert Einstein cuando ambos tenían, aproximadamente, la misma edad. Enseguida nació una inquebrantable amistad entre ambos científicos que duraría el resto de su vida y que los llevó a, no solo compartir inquietudes físicas y filosóficas, sino a componer música juntos. Posiblemente, fue Einstein quien más cercanamente llegó a conocer a Ehrenfest y a comprender qué era lo que se le pasaba por la cabeza durante sus episodios depresivos que, con los años, más consecutivos eran.

EL APOYO DE EINSTEIN

En las notas de Einstein posteriores a la muerte de Ehrenfest, el físico austríaco es retratado por su querido amigo como una figura muy atormentada debido a un gran conflicto interno y a una enorme autoexigencia. A pesar de su brillantez en el ámbito de la física y su éxito como sucesor de Hendrik Lorentz como profesor universitario de prestigio, Ehrenfest vivía constantemente en la penumbra debido a sus sentimientos de insuficiencia y ansiedad, los cuales se veían agravados por el desarrollo que estaba teniendo la física de la época.

Y es que, a pesar de que había participado junto a muchos otros en el desarrollo de la mecánica cuántica, Ehrenfest se sentía aturdido por la rapidez a la que avanzaba el conocimiento físico del momento y, no solo eso, sino que no soportaba la incertidumbre. Este hecho, aunque parezca insignificante, lo hizo perder completamente la razón ante aquella nueva y revolucionaria visión de la realidad, en la cual uno de los principales postulados era “el principio de incertidumbre”, postulado por el joven alemán Heinsenberg. Paul Ehrenfest, al igual que Einstein, era de una generación anterior a esos nuevos genios y, aunque habían sido padres fundadores de las nuevas teorías, no acababan de soportar su aparente irracionalidad. Sin embargo, la diferencia con su buen amigo fue que, al contrario que él, Einstein sí fue capaz de mantener su integridad.

Paralelamente, a lo largo de su vida, Ehrenfest experimentó un profundo apego a las relaciones cercanas, especialmente con su esposa, la cual desempeñó un papel fundamental en el bienestar mental del físico. Por eso, sus problemas matrimoniales fueron algunos de los desencadenantes de los episodios de ansiedad y conflicto interno del austríaco, los cuales se sumaban a la inestabilidad presente en su faceta científica: un genio atormentado por sus propias percepciones, sucumbido a las complejidades de la existencia.

UN FINAL TRÁGICO

Poco antes del suicido de Ehrenfest, este y su mujer acudieron a una reunión en casa de Niels Bohr y de su esposa, a la que también asistió Paul Dirac. Los asistentes contaron posteriormente que durante el evento, Ehrenfest y Dirac compartieron mucho tiempo juntos y que, a la hora de despedirse, el primero se mostró extremadamente desubicado y, con lágrimas en los ojos, le dijo a Dirac que su conversación había significado mucho para él viniendo de alguien tan joven y que, de hecho, le había hecho darse cuenta de que un hombre como él no sentía la fuerza necesaria para vivir.

Dirac quiso entablar de nuevo una conversación con él, pero Ehrenfest se marchó de forma precipitada sin mediar palabra. Lo próximo que el físico supo de su colega vienés fue que, días después, en un parque del centro de Amsterdam, Paul Ehrenfest había disparado a su hijo menor Wassik para, a continuación, quitarse la vida. Aunque su hijo no falleció en el acto, murió horas más tarde en el hospital.

Al conocer las noticias, Dirac se mostró ampliamente conmocionado, sintiendo que, en parte la culpa de aquel suceso recaía sobre él. Sin embargo, tras una serie de cartas que intercambió con Bohr, las cuales reflejan una sensibilidad y emoción sin igual, este acabó por afrontar la situación como algo fuera de su control. Tiempo después se descubrió una carta de suicidio que Ehrenfest escribiera más de un mes antes de su encuentro con Dirac, la cual iba dirigida a algunos de sus amigos, como Bohr y Einstein, pero que jamás llegó a enviarse. La nota en cuestión era la siguiente:

En los últimos años se me ha hecho cada vez más difícil seguir el desarrollo de la física. Después de intentarlo una y otra vez, cada vez más tenso y desgarrado, finalmente he caído en la desesperación (…) Todo esto me ha hecho la vida insoportable (…) Me siento condenado a vivir solo por el cuidado económico de mis hijos (…) Por tanto, me he concentrado cada vez más en precisar los detalles de mi suicidio (…) No tengo otra posibilidad que el suicidio, y eso después de haberle quitado la vida a Wassik. Perdonadme”.

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